Del lobo y el bosque, al hombre nuevo

Ediciones Luminaria presume de haber publicado por primera vez el relato El lobo, el bosque y el hombre nuevo. “Y ustedes, ¿por qué quieren sacar ese libro de maricones?” A una pregunta así, intolerante y prejuiciada, debió enfrentarse más de una vez Ediciones Luminaria cuando, con los folios mecanografiados en

Ediciones Luminaria presume de haber publicado por primera vez el relato El lobo, el bosque y el hombre nuevo.

“Y ustedes, ¿por qué quieren sacar ese libro de maricones?” A una pregunta así, intolerante y prejuiciada, debió enfrentarse más de una vez Ediciones Luminaria cuando, con los folios mecanografiados en ristre y apenas iniciada la crisis de los 90, decidió publicar El lobo, el bosque y el hombre nuevo, un cuento del escritor Senel Paz que habría de convertirse en obra maestra de las letras cubanas.

El autor, nacido en Fomento en 1950, comenzaba a consolidar una carrera de renombre en la escena literaria nacional con narraciones como Bajo el sauce llorón (1980) y No le digas que la quieres (1983); sin embargo, la isla aún no estaba preparada para asimilar un texto como El lobo, el bosque y el hombre nuevo, tan magistralmente escrito como para merecer en 1990 el Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo y sobre el cual Francisco López Sacha comentara: “Es, simplemente, la apoteosis”.

Veinte años después de que el relato fuera adaptado al cine por el propio escritor y estrenado bajo el título de Fresa y chocolate, la historia de Diego y David se ha convertido en estandarte en la lucha contra la intolerancia, esa especie de muralla china contra la que estuvo a punto de estrellarse también Ediciones Luminaria en el empeño por imprimir la primera tirada ampliada del cuento de Senel.

“Debíamos publicarlo por tres razones: porque adoptaba una postura revolucionaria, porque el autor era un talentoso narrador nacido en esta provincia y porque venía avalado por un premio internacional”, sostiene Esbértido Rosendi, quien fungía en aquel momento como director de la casa editora espirituana y quien fuera uno de los más vehementes defensores del texto.

Reconocerle sus innegables valores estéticos y conceptuales pudiera parecer hoy el resultado de un simple ejercicio crítico: el relato es digno de todos los elogios; lo difícil fue promoverlo en la Cuba de principios de los 90, con los rescoldos aún tibios del quinquenio gris y abrumada con los tabúes que la película luego habría de poner en solfa.

Hasta la oficina del mismísimo Abel Prieto, a la sazón presidente de la UNEAC, había llegado la propuesta de Rosendi. “¿Una edición para comercializar? ¿Seguro? -insistió Abel-. Pues publícalo, que si hay problemas yo voy a Sancti Spíritus”.

Y los hubo: desde la ojeriza por el tratamiento irreverente a la homosexualidad -algunos llegaron a tildar el cuento de proselitista-, hasta acusaciones tan graves como el presunto coqueteo con la disidencia política.

“Fue paradójico que la comunidad reaccionaria de Miami no aceptara la película por mostrar una postura revolucionaria y que nosotros hubiésemos sido cuestionados por publicar el libro -evoca Rosendi-. Quisieron hacerlo ver como disidente, tal vez porque sostenía una tesis osada, pero precisamente con ese relato Ediciones Luminaria ganó aquel año el Premio de la Crítica”.

El Centro Provincial del Libro y la Literatura, la UNEAC y el sello editorial espirituano plantaron bandera por El lobo, el bosque y el hombre nuevo pese al discurso homofóbico imperante: que si con semejante escasez de papel era desacertado priorizar un libro como ese, que si la tinta verde empleada -la única disponible, por demás- podía interpretarse como una provocación de los editores, que si el grabado de la cubierta resultaba demasiado explícito…

Luego de una cruzada homérica contra lestrigones y cíclopes de toda índole, el relato vio la luz en una tirada reducida de apenas 2 000 ejemplares, suficiente para que el folleto recorriera la isla de mano en mano de los lectores, quienes sacaban copias clandestinas y lo hacían circular sin necesidad de los andamiajes de promoción al uso, lo cual viene a ratificar una verdad de Perogrullo: a la literatura, cuando es auténtica y de valía, no hay talanquera que se le resista.

“Que en el interior del país se editara un libro de esa magnitud y trascendencia fue un gran aporte, de manera que Sancti Spíritus también ayudó a abrir esos caminos -declara Rosendi-. La batalla que emprendimos demostró que todo libro de calidad y sentido cultural, que contribuya a la formación de la sociedad, merece ser publicado”.

A más de dos décadas de que emergiera de la imprenta y con una veintena de ediciones en diversos idiomas, El lobo, el bosque y el hombre nuevo continúa siendo reconocido como el libro que colocó frente a todos un fenómeno hasta entonces enterrado bajo sucesivas capas de silencio: la marginación del otro en una sociedad como la nuestra, inclusiva en teoría pero, en la práctica, a ratos excluyente.

 

Gisselle Morales

Texto de Gisselle Morales
Periodista y editora web de Escambray. Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2016). Autora del blog Cuba profunda.

Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *