La tripa y otras partes del libro

En honor del Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor, celebración que, por iniciativa de la Unesco, sucede cada 23 de abril   —y que coincide con el Día del Idioma Español—, les propongo discurrir sobre los vocablos que identifican algunas de las partes de ese objeto tan preciado:

En honor del Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor, celebración que, por iniciativa de la Unesco, sucede cada 23 de abril   —y que coincide con el Día del Idioma Español—, les propongo discurrir sobre los vocablos que identifican algunas de las partes de ese objeto tan preciado: el libro.  

Tripa se llama al conjunto de las hojas que integran el cuerpo del libro y se hallan protegidas por las tapas, habitualmente de cartón. Idéntico al nombre que reciben las vísceras de humanos y animales, específicamente el intestino, así como el material que sirve para rellenar los tabacos o puros.

La tapa delantera, donde se asienta el título de la obra, el nombre de quien la creó y, a veces, el pie editorial, se designa con la voz cubierta; y la tapa trasera, en la que es común imprimir algunos datos del autor, uno o varios comentarios sobre el contenido del texto y el código de barras, se conoce como contracubierta.

Además de esta acepción específica, en el ámbito de las artes gráficas cubierta tiene otra, de alcance general: «cada una de las partes, anterior y posterior, que cubre los pliegos de un libro», aclara la principal obra lexicográfica de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, e indica que en esta acepción la voz se utiliza mayoritariamente en plural. Así, aunque parezca galimatías, existe, por un lado, la cubierta propiamente dicha y, por otro, las cubiertas, que incluyen la cubierta propiamente dicha y la contracubierta. Por consiguiente, la contracubierta es una cubierta…

Ahora bien, seguro usted es de los que, en vez de cubierta, suele emplear las palabras portada y carátula. Ninguna es censurable. De hecho, el diccionario académico las respalda. Pero la primera pudiera resultar ambigua, considerando que portada designa, entre profesionales de la impresión y la edición, la página interior impar donde aparecen, básicamente, el nombre del autor, el título, el subtítulo (si fuera el caso), el nombre y el logo de la editorial y el lugar de la edición.

En el reverso de la portada se halla lo que se conoce como página legal o página de derechos. Según El libro y sus orillas, de Roberto Zavala Ruiz, en ella se asientan el nombre del propietario de los derechos de autor, la fecha de publicación de la obra, el nombre y domicilio de la editorial, los números de ISBN —código internacional para la comercialización del libro, por sus siglas en inglés (International Standard Book Number)—, datos relativos a ediciones y/o impresiones anteriores del texto, etc.

Contigua a la portada, a su izquierda, se encuentra la contraportada, que es, por tanto, una página interior par, la mayoría de las veces en blanco. Sin embargo, el empleo de portada como voz sinónima de cubierta hace que los cubanos digamos contraportada cuando queremos referirnos a la contracubierta. Ningún diccionario, ni general ni especializado, registra este uso, aunque Zavala Ruiz sí.

Otro significado de contraportada ajeno a la norma culta se verifica en Wikipedia, sitio en el cual se le confunde con la página legal, imagino que porque ambas se ubican en un folio par o porque la página legal se sitúa en la cara posterior de la portada… A pesar de que la Fundación del Español Urgente asegura que este empleo erróneo «no es raro», no tengo noticias de su presencia en Cuba.

Tampoco se oye entre cubanos —ni siquiera a los que trabajan en la industria del libro— el término anteportada. Así lo define el Diccionario técnico de las artes gráficas, de José G. Ricardo, Antonio Illa y Daniel Seoane: «Página en que aparece solamente el título de una obra y que precede a la portada. Llámase también portadilla y falsa portada».

Es portadilla la voz de uso gremial en Cuba. En esta página —de la cual a veces se prescinde por razones de economía— el título del volumen se compone en un tamaño menor al que muestra la portada. Si el texto tuviera subtítulo, nunca se imprime aquí.

Una autoridad de la bibliología y la ortotipografía, José Martínez de Sousa, dice en su Manual de estilo de la lengua española que, en las obras divididas en partes, «estas pueden ir introducidas por una portadilla interna o portada divisoria, en la cual se hace constar el título de la parte; la página posterior debe aparecer en blanco».

Asimismo, se llaman hojas de respeto o cortesía aquellas que unen la tripa del volumen con las tapas o cubiertas. Son hojas más gruesas que las de la tripa, y de un color distinto al de ellas. Nunca exceden de cuatro, y como es obvio, muchísimos libros no las tienen.

Por último, la voz colofón. Muchas personas la utilizan en oraciones como La velada tuvo un brillante colofón con las palabras del presidente (el ejemplo es del diccionario académico), donde significa ‘remate, final de un proceso’. En el ámbito editorial posee una acepción particular. Exigido por ley, el colofón de un volumen es la anotación que se coloca al final con, al menos, los datos siguientes: el nombre y la dirección del impresor, la fecha en que terminó de imprimirse la obra, y el número de ejemplares. El colofón puede incluir, además, datos sobre el papel utilizado, la familia y los cuerpos tipográficos empleados, los datos del encuadernador, etcétera.  

Pedro de Jesús

Texto de Pedro de Jesús
Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua. Narrador y ensayista. Premio Alejo Carpentier.

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