Desde muy joven Eidy Díaz Fernández ha estado vinculada al campo, por el que siente una gran pasión quizá solo comparable a la inmensa devoción con la que se refiere a la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), organización a la que ha dedicado la mayor parte de su vida.
En el 2022 se convirtió en la primera mujer en dirigir la ANAP en Sancti Spíritus, responsabilidad que, lejos de asustarla, la llevó a asumir un mayor compromiso con el trabajo, pero sobre todo con los campesinos a los que hace más de dos décadas representa, y con quienes a lo largo de ese tiempo ha forjado una relación familiar.
Por ello, no imagina un futuro lejos de la vida en el campo y su gente, pues esos son sus grandes amores, a los que se suma su familia, y a ellos, asegura, no podría renunciar bajo ningún concepto.
“Yo nací en la comunidad rural de Manzanares en Placetas, provincia de Villa Clara; Manzanares es un pequeño poblado cuya actividad económica fundamental es la producción cañera. Allí hice mis estudios primarios, luego en la Secundaria me trasladé a estudiar en Cabaiguán, debido a la cercanía con mi lugar de nacimiento y allí también cursé la enseñanza preuniversitaria.

“Más tarde, cuando cumplí 17 años, me mudé de forma completa para el municipio de Sancti Spíritus, pues ya mis abuelos maternos vivían aquí, y formaban parte de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Ángel Montejo en el Camino de las Cañas, de la cual fueron fundadores.
“De hecho, siempre voy a guardar mucho cariño hacia esa cooperativa, pues tanto mi familia como yo hemos estado estrechamente ligados a ella”.
Eidy cursó estudios universitarios para formarse como maestra, precisamente fue en una pequeña escuelita del Camino de las Cañas donde impartió sus primeras clases; profesión que por motivos de salud tuvo que abandonar.
“Luego de terminar mi período como profesora hice un curso de Economía y mi familia, que siempre fue tan cercana a la CPA Ángel Montejo, me ayudó a incorporarme allí para trabajar en la parte de contabilidad; y luego de un tiempo en esa labor me propusieron, también, atender el funcionamiento de la ANAP dentro de la cooperativa.
“Fue en ese momento, con tan solo 22 años, cuando me vinculé a la organización y comencé a formar parte de sus asambleas y reuniones”.
¿Podría hacer un recuento de los momentos más importantes a nivel profesional en la ANAP?
“Dentro del trabajo profesional de la ANAP mi primera encomienda fue atender en el municipio toda la esfera de Organización, responsabilidad que asumí durante cuatro años. Luego fui promovida al Comité Provincial para supervisar toda la parte de estadística y funcionamiento interno de la organización.
“También, y con solo 26 años, fui seleccionada para formar parte del Buró no Profesional de la ANAP a nivel nacional durante cinco años, para representar al campesinado espirituano y elevar sus principales preocupaciones; algo que fue muy especial para mí, pues solo dos personas en la provincia hemos integrado ese buró.
“Además, fui la presidenta de la ANAP en el municipio de Jatibonico, un lugar totalmente ajeno a mí y con características diferentes, pues allí la actividad cañera es muy fuerte y de gran importancia para la economía nacional. Ese tiempo fue muy complejo, pues mi familia estaba en la ciudad y tenía que viajar diariamente, pero siempre logré sacar mi trabajo adelante.
“Recuerdo que a Jatibonico llegué bastante asustada, pero agradezco haber tenido esa oportunidad, pues aprendí mucho y encontré personas que me apoyaron y guiaron con sabiduría.
“Luego, pasé a ser miembro del Buró de la esfera Agroalimentaria en la provincia. Esto me permitió intercambiar y conocer todo lo relativo a la parte agropecuaria en profundidad. Más tarde, pasé a la parte de organización y administración dentro de la ANAP, este es un cargo decisorio, pues se centra en el funcionamiento de la vida interna de la organización”.

Fueron, precisamente, estas responsabilidades que Eidy asumió tan joven una escuela para ella, y a las que agradece pues haber transitado por todas las esferas dentro de la ANAP le permitió tener pleno conocimiento de su funcionamiento interno, de cara a asumir la presidencia.
El 2022 fue un punto de inflexión en su carrera profesional, pues se convirtió en la primera mujer en dirigir la ANAP, con poco más de 40 años.
“Realmente, no fue una gran sorpresa, pues ya llevaba varios años preparándome para ello. El presidente anterior a mí estaba por jubilarse y yo era su reserva. Pero siempre lo voy a recordar como un momento muy especial y también un gran susto porque tuve que asumir un mayor número de responsabilidades”.
La ANAP es una organización que tradicionalmente ha estado dirigida por hombres. ¿Eso no la asustó al momento de aceptar la presidencia?
No, nunca me sentí inferior en ese sentido pues siempre he estado muy segura de mi preparación. Y, aunque en la mayoría de las ocasiones trato y acudo a reuniones con hombres siempre logramos un consenso, además de que, luego de tantos años trabajando aquí conozca a la mayoría de ellos. Además de recalcar que si hay un sector noble es el de nuestros campesinos, de quienes recibo acompañamiento y apoyo.
Luego de asumir la presidencia, ¿cuáles fueron sus principales retos y metas?
El primer objetivo que me fijé fue lograr que la provincia conquistara la sede de las celebraciones por el Día del Campesino el 17 de mayo; algo que, junto con todos nuestros asociados y trabajadores, logramos en el 2024, relativamente pronto. Ahora mismo mi meta es mantener la condición de provincia destacada para Sancti Spíritus.
Pero mi mayor compromiso es con los campesinos y sus familias, acompañarlos, ayudarlos y ser siempre el lugar al que puedan venir cuando tienen problemas. Mi objetivo es que ellos se sientan representados por la ANAP.
Usted es una mujer de vanguardia, ¿herencia familiar?
En mi casa las mujeres siempre hemos ocupado un papel decisivo y creo que es algo que he visto desde muy niña tanto a nivel familiar como profesional; sin ir más lejos, mi mamá llegó a ser la vicepresidenta de la CPA Ángel Montejo y se encargó de todo lo relacionado a la actividad productiva del campo.
Mi familia ha sido y es el pilar fundamental de mi vida. Son ellos quienes me han apoyado en todo momento y han hecho grandes sacrificios para que yo pueda desempeñarme a nivel profesional. Mis padres son mi guía y me alegra mucho saber que soy para ellos motivo de orgullo. También soy esposa de un campesino y tengo un hijo que nació en la ANAP, son otro gran respaldo. Mi familia es mi espacio seguro y no pierdo ninguna oportunidad de pasar tiempo con ellos y acompañarlos para retribuir sus esfuerzos”.
¿Su futuro está en la ANAP?
En la ANAP espero estar siempre, aunque no sea ocupando las mismas responsabilidades de liderazgo, pues es una organización que ha sido mi hogar y de la que no creo poder desprenderme.
Y el campo nunca será algo negociable para mí. Yo vivo en una zona campesina; de hecho, me levanto todos los días con el pañuelo amarrado a la cabeza, echando comida a los animales y atendiendo a todas las personas que trabajan con nosotros. Además, siempre que tengo la oportunidad y el trabajo me lo permite me encanta montar a caballo y estar en el ambiente natural.
Pero sí creo que el campo hay que amarlo, no puede ser impuesto; vivir en él para mí es muy necesario y creo importante no despoblar nuestros campos. La mentalidad de las personas de allí es muy sana y la vida, muy diferente y tranquila.
Se le otorgan créditos en USD a los campesinos para incrementar y mejorar sus producciones?? Pueden los campesinos importar equipos?? Semillas?? Pie de cría?? Tecnologías?? Imagina cuánto produciría, emplearía y generaría ganancias nuestro campesinado si tuviera la debida atención. Cuba estaría repleta de viandas, frutas, vegetales, granos, leche, carne y obviamente alcanzaría para consumir a lo interno y exportar