La magistrada del noble Capricho

Maryla Pérez Bernal aceptó el reto de dejar atrás sus raíces para asumir importantes responsabilidades en el Tribunal Supremo Popular

Maryla (en primer plano) asume importantes responsabilidades en el Tribunal Supremo Popular. (Fotos: Facebook)

Sus familiares y amistades de infancia la recuerdan como una niña ocurrente, activa, que no reparaba en criterios de género ni convencionalismos de ningún tipo a la hora de jugar pelota, fútbol, a las muñecas o trepar una mata de mangos…; pero sobre todo con una predisposición natural tremenda para mediar y querer resolver cuanto “rollo” se armaba entre la chiquillada de El Capricho.

“Sí; ese es un lugar muy lindo, el más lindo que he conocido. Allí viví desde mi niñez. Está a la salida de Sancti Spíritus rumbo a Banao o a Trinidad”, me dice Maryla Anna Pérez Bernal, con un tono de voz que le saca desde lo más profundo una mezcla de criollo orgullo con esa nostalgia que el tiempo y la distancia suelen acentuar cada vez más en algunas personas.

“Pues si de gentilicios se trata, esta es la magistrada más bellamente caprichosa que tiene el sistema de tribunales en Cuba”, pienso sonriendo, mientras continúo escuchándola.

“Yo nunca me hubiera ido de allí; El Capricho es mi tierra, mi patria chiquitica, pero un buen día me pidieron que me trasladara para La Habana, que era necesario hacerlo. Mi primera reacción fue decir que no. Yo me había graduado de Derecho en el año 2002. No era fácil; significaba venir para la capital en plena pandemia de la COVID-19, con Sancti Spíritus y La Habana totalmente cerrados. Era tremendo reto. Finalmente acepté. El Tribunal Supremo Popular esperaba por mí”.

¿Miedo, preocupación?

“En ningún momento, ni cuando decidí por mi dura cabeza estudiar Derecho, ni durante la carrera (recuerdo que me encantó desde las primeras clases), ni cuando empecé a trabajar en los tribunales, porque fue precisamente eso lo que pedí: el Tribunal”.

¿Y por qué no otra institución?

“Porque creo que nací para hacer justicia. El Tribunal es el equilibrio, es la balanza; por naturaleza campesina amo lo equilibrado, me gusta mediar, buscar ese punto justo de las cosas…

“Pienso que mi origen me ayudó mucho a ser así; viví en un entorno rural, pero tenía que lidiar, en la escuela y en todo, con personas del pueblo, del área urbana”.

Maryla, al centro, pone toda su pasión en su carrera profesional.

Perdidamente enamorada de lo que hace como Especialista en Derecho Civil y de Familia, para Maryla no hay horario, no hay obstáculo, nada que le impida poner toda su pasión y conocimiento en cada caso que llega a sus manos, al cálido interior de su pecho.

Es la mujer que no puede evitar un estremecimiento cada vez que analiza las más diversas situaciones y conflictos familiares, vecinales, sociales, cuya sedimentación profesional le ha ido creando habilidades no solo para ser más justa con otros a la hora de decidir, sino también en el orden personal, “porque si algo puedo afirmar hoy es que mi profesión me ha convertido en una mejor persona. “Siempre actúo y vivo con la esperanza de que la medida educativa ayude a resolver los problemas de conducta. Nunca he escrito o he cerrado una sentencia en la cual yo no crea”.

Sé que vives con tu mamá, jubilada ya y reincorporada, y con tus dos niñas.  ¿Cómo te las ingenias para enfrentar todas tus responsabilidades, atender a las tres y ser justa dentro de casa?

“Somos como una sola. Cuando tenemos hijos sabemos de verdad lo que significa una madre. La mía es un sostén; un horcón, como decimos en el campo. Perdí a mi padre hace muchos años y ella ha sido ambas cosas para mí. Salma es mi hija mayor, cursa el décimo grado en la escuela Lenin; Ariela es la más pequeña, está en quinto grado. No imaginas cuánto me entienden, me ayudan, me apoyan y yo a ellas. Pienso que la base de todo está en la comunicación entre nosotras.

“Tenemos una especie de pacto; un pacto de confianza y de lealtad. Te digo más: No hay placer como ayudar primero a Ariela para que ella haga su tarea escolar y sentarme a conversar luego con Salma. Ayer me preguntó si iba a verla hoy. ¿Algún problema? “No mamita, es que tengo unas ganas de abrazarte…

Cuando mis niñas me dicen esas cosas no necesito ni comer ese día. ¿Y sabes por qué? Porque con ellas hice la obra más bella de mi vida”.

Pastor Batista

Texto de Pastor Batista

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