El camino de la victoria

Desde el 59, la Revolución cubana debió enfrentar a las bandas armadas, cuya derrota requirió ingentes esfuerzos y costó al país valiosas vidas y grandes recursos La pregunta de cuándo surgieron las milicias suscita en Cuba más de una reflexión, por cuanto una es la fecha formal de su constitución

Desde el 59, la Revolución cubana debió enfrentar a las bandas armadas, cuya derrota requirió ingentes esfuerzos y costó al país valiosas vidas y grandes recursos
sancti spiritus, bandidismo, ejercito rebelde, trinidad, escambray espirituano

La pregunta de cuándo surgieron las milicias suscita en Cuba más de una reflexión, por cuanto una es la fecha formal de su constitución —no muy precisa por cierto— y otra es la que impusieron las necesidades de combatir con la fuerza del pueblo a enemigos irregulares desde el triunfo mismo de la Revolución cubana, el primero de enero de 1959.

A grandes rasgos, y cada uno a su manera, fueron los alzamientos de un exmilitar de la tiranía llamado Luis Lara Crespo, conocido por el cabo Lara, en enero del citado año, y de Pastor Rodríguez Rodas, alias Cara Linda, en abril, —ambos en Pinar del Río—, los que requirieron desde el primer momento la participación popular para su desactivación.

A propósito de Lara, germina el embrión del pueblo uniformado, cuando se constituye un grupo de 12 milicianos de la zona liderado por Leandro Rodríguez Malagón, quienes recibieron un mes de entrenamiento militar intensivo con la tarea de capturar esa banda.

En el escenario villareño, en el lapso de septiembre a noviembre de 1960 surgen bajo el mando del Comandante Manuel “Piti” Fajardo las Milicias Campesinas, que capturaron a los primeros bandidos.

Cuando los Malagones partían a cumplir su misión, Fidel expresó: “Si ustedes triunfan, habrá milicias en Cuba”. Pocas semanas después lograban su objetivo y el nuevo cuerpo armado fue un hecho, pues no tardaron en producirse nuevos alzamientos en distintas partes del país, que fueron afrontados con las fuerzas regulares, pero también con voluntarios, constituidos en milicias campesinas, obreras, universitarias y otras, que devinieron Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR).

WASHINGTON Y LA CIA DELINEAN SUS PLANES

A partir de la aprobación del Plan de acciones encubiertas contra Cuba, suscrito por el Presidente Eisenhower en marzo de 1960 fue tomando forma el programa de Washington y la CIA para destruir la Revolución cubana.

Según el historiador —ya fallecido— José R. Herrera Medina,  en su obra Fuego cruzado contra las bandas de Pluto y Mangosta: “La primera idea operativa de la CIA fue la introducción de grupos especiales de guerra irregular para organizar y controlar tres grandes concentraciones de alzados en Pinar del Río, Las Villas y Oriente. El plan preveía un desembarco naval en Isla de Pinos y otro sobre La Habana —actuales provincias de Artemisa y Mayabeque—, hacia donde debían converger por tierra las tres agrupaciones de alzados.

Y continúa expresando Herrera Medina: “Por diferentes razones, a principios de noviembre de 1960 el plan inicial varió y dio paso a la idea de una invasión a nuestras costas por una brigada de asalto anfibio, apoyada con un desembarco de tropas aerotransportadas, con la finalidad de retener una cabeza de playa el tiempo suficiente para instalar un gobierno en armas y solicitar ayuda a la Organización de Estados Americanos —OEA—, cuya respuesta justificaría la intervención directa… estadounidense”.

Dado que por sus condiciones geográficas, históricas y sociales intrínsecas el Escambray devino pronto centro del bandidismo en Cuba, fue lógico el surgimiento del llamado Plan Trinidad, cuya esencia consistía en realizar el desembarco al sur de esa ciudad, zona cuyos accesos serían interceptados por potentes columnas de bandidos abastecidos por mar y aire.

El apertrechamiento intensivo de las bandas sería realizado por medio de la llamada Operación Silencio, según la cual los bandidos se irían concentrando secretamente en zonas prefijadas en el Escambray para recibir cuantioso armamento lanzado en paracaídas y partir después a cumplir las misiones encomendadas.

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DERROTA DEL PLAN TRINIDAD

Como resultó después en Girón, la agudeza del Comandante en Jefe Fidel Castro le permitió percatarse con bastante antelación de las ideas tácticas y estratégicas concebidas por el enemigo y su alta peligrosidad, por lo cual decidió la participación masiva del pueblo, organizado en las milicias, con el apoyo de las organizaciones de masas, para enfrentar tales designios.

Se puso en práctica de inmediato la Limpia del Escambray, desarrollada entre finales de 1960 y primeros meses de 1961 y, dentro de esta, la Operación Jaula —su etapa decisiva—, que incluyó la movilización de 80 batallones provenientes de todas las provincias.

Aquellos 60 000 milicianos peinaron cada vericueto del Escambray, protegieron a los campesinos y ocuparon toneladas de armas y equipos lanzados por aviones enemigos, liquidando al mismo tiempo las fuertes concentraciones de bandidos, casi en vísperas de la invasión mercenaria.

Echado a pique de esta forma el Plan Trinidad, a sus organizadores no les quedó otro remedio que optar por otro punto del sur de la isla para desembarcar su Brigada de Asalto 2506, a resultas de lo cual se decidieron por la zona de Bahía de Cochinos.

PARA CONFRONTAR “MANGOSTA”

Después de la debacle de Playa Girón, el enemigo redobló sus esfuerzos; las bandas, liquidadas o diezmadas durante la limpia, no tardaron en volver a constituir una grave amenaza y, si antes formaron parte del Plan Trinidad —de irrupción con fuerzas mercenarias— ahora lo eran del Mangosta, adoptado como resultado del análisis de la Comisión Taylor sobre las causas de aquel desastre, y las ansias de revancha de la administración Kennedy, cuyo propósito era esta vez la invasión directa de Cuba.

Las experiencias de la lucha contra los irregulares en el lomerío escambraico y otras partes de la isla, aconsejaron su adecuación, para lo cual se organizaron unidades especializadas a fin de combatirlos, sobre la base de jornaleros y campesinos provenientes en su mayoría de las zonas infectadas por el bandidismo, las que estarían dirigidas por oficiales con una mayor preparación.

Se creó entonces una nueva estructura: la Región Militar Especial RME-A del Escambray, la cual estaba dividida en nueve sectores que a su vez se subdividían en subsectores. Según el general Raúl Menéndez Tomassevich, la RME-A contaba con dos batallones permanentes, A y B, una compañía territorial de 120 hombres  por cada Sector y pelotones de 25 milicianos en algunos Subsectores.

El 3 de julio de 1962, el Comandante Juan Almeida, entonces jefe del Ejército del Centro, firmó la disposición por medio de la cual se constituyó la Sección de Lucha Contra Bandidos (LCB) encargada de rectorar el enfrentamiento y erradicación del bandidismo en su zona de incumbencia, y puso al frente al Comandante Tomassevich, lo que llevó a una nueva estructuración.

Finalmente el territorio quedó distribuido en cinco sectores principales, de los que cuatro correspondían a Las Villas  empezando por el “A”, del Escambray, y un quinto, el “E”, a Camagüey, cada uno con determinado número de subsectores, cubiertos de forma permanente por dos batallones y 100 compañías; es decir, unos 11 000 hombres, sin incluir el personal de las cinco escuelas de preparación táctica y unidades de logística.

Desde fines de 1961, el Ministerio del Interior había organizado el Buró Central Contra Bandas Armadas con el propósito de unificar los métodos especializados del trabajo del DSE contra ese flagelo. Tan pronto fue creado el Buró de Bandas de la Seguridad del Estado en la provincia de Las Villas, este adoptó una estructura territorial similar a las FAR y las milicias en las zonas serranas, y nombró oficiales de enlace para los sectores y subsectores con el objetivo de coordinar mejor las operaciones.

Atrás habían quedado los llamados peines locos y las costosas movilizaciones masivas de milicianos y tropas regulares, realizados no pocas veces por intuición, con resultados no siempre exitosos. En lo adelante, a las labores de inteligencia del DSE a través de sus oficiales, agentes y colaboradores, correspondería parte relevante en la localización y captura de los irregulares armados. Para mediados de 1963 el bandidismo tenía sus días contados.

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Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

4 comentarios

  1. Soy pinareó, aunque me toca de cerca ese tema, pues mi padre integró uno de los batallones que participó en lo que se llamó «Primera Limpia del Escambray», desde diciembre/60 a principios de abril/61. Fue jefe de una escuadra que cuidó a la familia del campesino revolucionario Pío Romero, quien fue vilmente asesinado, junto con varios familiares al año siguiente, por esos bandidos a los que se refiere el periodista.
    Guardo varias cartas enviadas por mi padre con la dirección de Pío Romero y puedo dar fé de lo que lo afectó personalmente ese hecho, pues hizo buenas relaciones con esa familia.
    Comprendo a José Luis, pues desgraciadamente su padre fue llevado a involucrarse en esas actividades terroristas, que no fueron un conflicto bélico, sino una guerra sucia y criminal de los EE.UU. contra Cuba como ha sido aceptado muchas veces por ese gobierno, en la que perdieron la vida miles de personas inocentes.
    Eso no lo pueden olvidar los campesinos del Escambray, que eran una mayoría que apoyaba a la Revolución y tuvieron que pagar caro esa decisión, hasta que nuestras milicias, Fuerzas Armadas y Revolucionaria y los eficientes Órganos de la Seguridad del Estado hicieron retornar la tranquilidad a esa zona.
    Por lo que dice, es seguro que su padre no participó en esas acciones criminales, pues muchos integrantes y colaboradores de esas bandas, fueron puestos en libertad en presencia de los vecinos de las comunidades en las que vivían.
    Los que cumplieron sanciones tuvieron cierto grado de responsabilidad que ellos reconocieron y posteriormente se reincorporaron a la sociedad.
    Otros igualmente involucrados, con sus familias fueron reubicados, fundamentalmente, en la provincia de Pinar del Río, en comunidades que se construyeron en Sandino, Briones Montoto y López Peña, en las que también fueron a residir muchos campesinos pinareños incorporados a planes del desarrollo agropecuario.
    Ahí está el sentido profundamente humanitario del pensamiento de Fidel, pues hasta de esos detalles se ocupó, ya que mientras la CIA organizaba los crímenes, la Revolución se ocupó de las familias de los que se alzaron contra ella.
    Vale decir que muchos de esos alzados no vivían la propia zona del Escambray, pues eran elementos batistianos, arribistas, servidores de los latifundistas dueños de esas montañas antes de la Revolución y mercenarios sin patria.
    Hay una cosa muy cierta: después de 1965 el Escambray fue un baluarte inexpugnable de la Revolución.

  2. Sr periodista:Han transcurrido mas de medio siglo de los hechos en el Esacambray y casi nadie continua llamanado a los alzados «Bandidos»Es cierto que hubo actos de asesinatos y robos a la propiedad ajena,como tambien es cierto que eso ocurre en casi todos los conflictos belicos.Por que seguir llamando bandidos a todos,cuando UD bien sabe que hubo contrarevolucionarios que no lo fueron e incluso se intergraron al sistema despues de cumplr sus condenas?Yo soy hijo de uno de esos que UD llama bandido y le puedo asegurar que jamas conoci a nadie mas decente.Soy de los que creo en la conciliacion y no en la confrontacion,en definitiva el aposotol aspiraba a una patria con todos y para el bien de todos.

    • A lo largo de la lucha contra las bandas armadas que se extendió desde el mismo triunfo de la Revolución en 1959 y hasta julio de 1965, se pudo cosntatar y documentar suficientemente que una buena parte de los elementos alzados cometían actos criminales, no solo de sabotajes contra escuelas y vías de comunicación, almacenes, etc., sino tam bién contra las personas. También es cierto que mucha gente de las que integró aquellos grupos lo hicieron por ignorancia o confusión, pero en el imaginario popular pesan demasiado los crímenes cometidos contra maestros y campesinos indefensos, incluso contra niños y que abundaron los crímenes en los cuales se asesinaba a hijos delante de sus padres. En la bibliografía sobre el tema sobran ejemplos de este tipo. Ello no quiere decir que todos los alzados C/R mancharan sus manos con sangre o tuvieran instintos criminales.
      Tengo suficiente moral y principios para decirle que, en caso de guerra, yo que fui recluta y luego oficial de la reserva por largos años, nunca hubiese estado dispuesto a disparar contra civiles inocentes e indefensos por orden sperior, «como pasa en los conflictos», tal como usted dice. Quien cumple una orden de este tipo puede comparase plenamente con los nazi fascistas.Y no faltaron muchos de esos alzados que asesnaron a inocentes, solo porque el jefe de la cuadrilla dio la orden. Gracias.

      • Sr:No lo he cuestionado a UD ni a su hipotetico comportamiento en caso de guerra y mucho menos su moral y principios,sencillamente porque no le conozco y aunque le conociera no acostumbro a atacar y menos a ofender a las personas, sino discutir su punto de vista…Como UD mismo reconoce:. «Ello no quiere decir que todos los alzados C/R mancharan sus manos con sangre o tuvieran instintos criminales.» y es a eso a lo que me refiero,porque UD al llamarlos bandidos, los mete a todos en un mismo saco incluyendo a mi padre y ese un tema recurrente en sus escritos.Pero UD tiene todo el derecho del mundo a escribir sobre lo que quiera y yo,como lector,dar mi opinion sobre lo que escribe.Quizas,si hubiese conocido personalmente a mi progenitor no le llamara bandido.

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