La decadencia de Siguaney

El incumplimiento de las inversiones y el déficit de piezas y equipos han mellado los niveles productivos de la empresa cementera taguasquense durante el último quinquenio Aunque jubilado desde hace un tiempo, Salvador Damas no puede despegarse del polvo blanco de una industria a la que ha pertenecido siempre. Por

El incumplimiento de las inversiones y el déficit de piezas y equipos han mellado los niveles productivos de la empresa cementera taguasquense durante el último quinquenio

Un equipo de la Empresa de Servicios René Ramos Latour, de Nicaro, instala nuevos compresores de aire para homogeneizar la pasta. (Foto: Vicente Brito)

Aunque jubilado desde hace un tiempo, Salvador Damas no puede despegarse del polvo blanco de una industria a la que ha pertenecido siempre. Por eso no deja atrás su rutina, ahora como asesor de un universo que para su pesar ha dejado atrás el rango productivo que convirtió la industria taguasquense en una pieza clave para el desarrollo inversionista en el centro del país.

Lo lamentable para él y otros cementeros con más de 30 años en dicha industria es que después de esa época de gloria las cifras han ido barranca abajo: seis años consecutivos sin cumplir el plan de producción ni el programa de inversiones, que en el 2016 tocó fondo al solo ejecutar un exiguo 25 por ciento de un total de 6 508 400 pesos.

CAUSAS Y AZARES

No hay titubeos en las palabras de Carlos Rodríguez Díaz, director de mantenimiento y al frente de la producción, cuando resume el evidente retroceso: La razón fundamental está en la no entrada de equipamiento y piezas de importación para el sistema motriz de los hornos, algo que limita la producción del clínker y también del cemento gris.

“Una de las mayores causas de los incumplimientos productivos son los problemas con los acoplamientos mecánicos y sistemas motrices de los molinos, falta de motores de mediana tensión que son los que mueven los molinos de cemento y pasta, así como la no entrada de compresores y, en general, un déficit de piezas de importación. La planta se ha deteriorado año tras año y además sucede que cuando pasamos del Minbas para el Micons también cambiamos de importador, en este caso Imeco, que es de la Construcción y a nuestro juicio no ha cumplido bien los contratos, ni ha hecho todas las gestiones”, sostiene Carlos.

Para alguien tan experimentado como el ingeniero Saúl Rodríguez Pérez, inversionista de la empresa, el asunto va más allá de una simple llegada tardía de recursos y tiene que ver con problemas objetivos y subjetivos.

“El Grupo Empresarial de Cemento tiene una empresa comercial, Ecocem, encargada de hacer la solicitud de compra a las entidades importadoras del Micons, que son Construimport e Imeco, pero esta última no tiene una cultura fabril para satisfacer las necesidades de la industria del cemento, de modo que se le vencen los plazos y no se materializan las compras.

Lo otro que ha acabado con la industria es la falta de mantenimiento. Cuando pertenecíamos al Minbas las cosas eran diferentes porque muchos de los recursos se adquirían en empresas cubanas como Copextel, ITH, Energoimport; ahora algunas no existen y otras brindan servicios limitados de venta o solo al Turismo. Hasta eso depende de la importación, no se puede dar mantenimiento sin conectivos, fusibles, magnetos o tornillos comunes”, acota Saúl, con los ojos fijos en números y cuadrículas.

 “El plan está montado sobre la base de producción de clínker de esta fábrica y de Cienfuegos, pero este último depende de Ferrocarriles de Cuba, entidad que no tiene creada una infraestructura para trasladar ese material desde la sureña ciudad”, añade Saúl

La obsolescencia de la planta repercute en el bajo nivel de la producción. (Foto: Vicente Brito)

EL HOMBRE DECIDE

Desde las plantas la amalgama de equipos aturde a quienes viven ajenos a un mundo donde el polvo gris lo tapa todo y el ruido de las máquinas apaga cualquier sonido, pero los hombres del cemento ni siquiera lo notan, quizás por ese apego a una fábrica cuya obsolescencia tecnológica ya los afecta. ¿Cuándo se había visto la planta parada por tornillos? ¿Adónde se fue el equipo de técnicos e innovadores que a fuerza de voluntad e inventiva echaban a andar los hornos y los molinos hasta cumplir con las cifras comprometidas?

“Una de las cosas que más inciden es el éxodo de fuerza calificada; por otra parte se empezaron a incumplir los planes y como consecuencia disminuyeron los ingresos de los trabajadores y comenzó la fluctuación de la fuerza de trabajo que va a lugares donde pueda ganar más”, detalla Saúl.

Para Salvador Damas la visión es diferente; 45 años dentro del colectivo le enseñaron que tanto la falta de piezas y de recursos, o la famosa descapitalización de las empresas del cemento, junto al estado técnico tan deteriorado lacera el quehacer de los trabajadores.

“La calidad de vida de los obreros ha disminuido porque si no produces no ganas. Y con la aplicación de la Resolución No. 6 los sistemas salariales están por debajo de la media provincial, de ahí que el mejor personal técnico ha ido en busca de otros horizontes o se ha retirado. Algo que puede parecer muy subjetivo, pero sí influye en el ánimo de la gente, es que también se les acabaron los planes de vacaciones y aun así los jubilados tienen un sentido de pertenencia tal que es obligado contar con ellos”, acota Salvador.

El colectivo atesora entre sus hitos no solo el momento de la arrancada, sino también el récord, en 1977, de más de 690 000 toneladas; la primicia de la introducción del crudo nacional por primera vez en los hornos de cemento en Cuba y el posterior inicio de la obtención de cemento blanco nacional, cuya producción es exclusiva de este sitio en la isla.

Pero no basta con esa historia en tiempos donde el ciclo de importación está a 200 días y lo que no se define antes de que se termine el primer trimestre no entra dentro del año, en un proceso donde muchas veces la demora está en las veces que se reúnen contratista, inversionista y proveedores para la aprobación de la compra.

También resultan contraproducentes decisiones incomprensibles porque si el pollo del arroz con pollo en la Fábrica de Cemento Siguaney son equipos y motores, ¿por qué de momento en enero llegan camiones cuando no había planificado nada en inversiones para ese mes? No hay que ser un genio para discernir que la industria cementera necesita modernizarse y, ante otros fenómenos como la descapitalización y la ineficiencia productiva, habrá que buscar una alternativa que no sea esperar a que lleguen camiones que, aunque necesarios, no son la prioridad o que un equipo se pare por insumos menores; en fin, reverdecer laureles sin olvidar la perspectiva de que el cemento es un material indispensable para el desarrollo de cualquier país.

Carmen Rodríguez

Texto de Carmen Rodríguez
Reportera de Escambray por más de 30 años. Especializada en temas económicos.

2 comentarios

  1. Honestamente,opino que la burocracia y su innecesaria red de compradores(el propietrario de todas las empresas que tienen que ver con el cemento es el mismo:El estado)Causa mas dano que el bloqueo.

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