Rodobaldo, el políglota

La disciplina, seriedad y habilidades para los idiomas distinguieron a Rodobaldo Hernández Acosta en el sector del turismo en Yaguajay, labor en la que se desempeñó hasta su reciente fallecimiento

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Las habilidades para los idiomas y el uso que hacía de ellos lo distinguieron en el sector del turismo. (Foto: Cortesía de la familia)

Si a usted le dijeran que hasta hace unos días hubo en Cuba una persona que en la realización de su trabajo diario podía emplear, además del español, otros cuatro idiomas, es casi seguro que pensaría en un traductor o en un diplomático de extensa carrera. Pero si se le dijeran que esa persona trabajaba y vivía en un municipio de provincia, probablemente preguntaría: ¿y quién fue ese monstruo? Esa persona fue Rodobaldo Hernández Acosta, trabajador de Ecotur en Yaguajay.

La primera experiencia de Rodo con un idioma extranjero fue con el inglés, cuando de niño. Su padre, sin pretensiones de docente, le enseñó a decir los números, los días de la semana, saludar, dar los buenos días, y otras expresiones que había aprendido en su juventud en la academia del teacher Míster Teófilo, en Yaguajay.

De modo que el inglés de Rodo al llegar a principios de los 80 a la vocacional Che Guevara, de Santa Clara, no iba más allá del “Tom is a boy”. Pero al comenzar en aquella escuela dotada de un claustro de excelencia, Rodo se inscribió en el círculo de interés de idioma inglés organizado por prestigiosos profesores. Durante todos los grados de secundaria básica y preuniversitario Rodo se mantuvo en aquel círculo de interés, del cual llegó a ser su monitor principal.

Gracias a ello, muchos años después, cuando tuvo que realizar el examen de inglés para poder comenzar a trabajar en el turismo, uno de los integrantes del tribunal examinador, luego de unos minutos de intercambio, le pidió que detuviera su exposición diciéndole: “Deja, deja, no sigas hablando, que tú sabes más inglés que nosotros”, mientras otro profesor, también impresionado, le preguntó seguidamente: “¿cómo aprendiste tanto inglés?”. Rodo le respondió con una sola palabra: estudiando.

A aquellos profesores, de seguro que Rodo no les contó que al llegar a Praga en el verano de 1989 para estudiar ingeniería, sus conocimientos de idioma checo aún le daban pena y por temor a no poderse comunicar todo lo que necesitaba, usó el inglés fuera de los espacios académicos. La suerte quiso que su compañero de cuarto fuera un nigeriano con menos conocimiento del checo que él, de modo que el inglés fue el idioma que siempre se habló dentro de aquella habitación y también el vehículo idóneo para hacer amistad con árabes y vietnamitas del sur, quienes tampoco hablaban bien el checo.

No obstante, Rodo tuvo que intensificar el estudio de esa lengua, pues debía dominarla para poder vencer las asignaturas de su primer año de ingeniería química, incluido el materialismo dialéctico e histórico, por supuesto, impartido en checo.

De aquel año estudiando en Praga, Rodo también supo sacar provecho en su posterior trabajo con los turistas y además le permitiría pasar ratos agradables. Eso ocurrió varias veces cuando en grupos de cazadores y pescadores venía incluido un ciudadano checo, que al igual que sus colegas, se comunicaba siempre en inglés. Pero Rodo detectaba su origen al examinar los pasaportes u otros documentos. Entonces, pacientemente esperaba el momento y lugar adecuados que bien pudieron ser un arrozal en la costa cazando palomas o a bordo de una lancha pescando sábalos en la desembocadura del río Zaza, para, de pronto, comenzar a hablarle en checo a aquellos turistas sobre el castillo de Praga, la plaza de Wenceslao, la Universidad Carolina o lo sabrosa que es la cerveza Pilsen.

Sonriendo, según Rodo contaba después, el susto, el asombro, la perplejidad que experimentaban aquellas personas al oír su lengua materna hablada por un joven cubano en medio de aquellos parajes. Y para cerrar la anécdota decía jocosamente: “El que sabe, tiene momentos que goza”.

Pero desde que Rodo comenzó a laborar en el turismo atendiendo a cazadores y pescadores, siempre fueron los italianos con los que más tuvo que trabajar y aunque algunos se comunicaban mediante un “cubañol” aprendido con los guías o con las novias cubanas, a Rodo se le hizo necesario dominar los rudimentos de la lengua del Dante para poder ser eficiente en su trabajo.

Y así, con un diccionario español-italiano de bolsillo a cuestas y gracias a la sistematicidad del intercambio oral con sus clientes, logró hablar y escribir fluidamente el italiano. No fue en un hotel o en una cacería donde lo vi hablar ese idioma, fue en casa de mis padres, en Jarahueca, con mi hermana residente en Italia por más de 20 años y su esposo, un ingeniero italiano que presume de proceder de la Toscana, la región donde, según él y muchos eruditos, se habla mejor el italiano en todo su país.

Pero un día a la provincia de Sancti Spíritus comenzaron a venir cazadores y pescadores de una isla francófona del Caribe, quienes, siguiendo la tradición de su metrópolis, rechazaban el uso de otra lengua y exigían que fuera siempre el francés el idioma en que se les hablara. De nuevo Rodo se vio en la necesidad de aprender sobre la marcha y a toda velocidad otra lengua extranjera.

Por aquellos días había regresado a Yaguajay, lugar donde vivía Rodo, un traductor e intérprete de francés que había laborado por años en el Palacio de las Convenciones, quien tras jubilarse decidió echar la vejez en su pueblo natal. Eran momentos en que muchas personas de ese pueblo comenzaban a trabajar en los hoteles de la cayería norte o en algunas dependencias o servicios del turismo que se abrieron en esa cabecera municipal.

Unas 20 personas un día se pusieron de acuerdo y le pagaron un curso de francés a ese traductor jubilado, quien entusiastamente les comenzó a impartir clases. Entre esos alumnos estaba Rodobaldo.

Pasaron las semanas, los meses, y entre el rigor del trabajo y la vida misma, aquel grupo fue mermando su membresía hasta quedarse Rodo solo como alumno de aquel experto en la lengua de Descartes, Rousseau y Voltaire, hasta que un día el profesor, en una muestra de sinceridad, le confesó que darle clases a un solo alumno no le era negocio, pero que por respeto al interés y al empeño que él le había puesto al estudio, iba a seguir dándole clases.

Se dice que mientras más idiomas una persona conoce, más fácil le resulta aprender otro. Creo que algo de eso debe haber ocurrido, pues Rodo ya se hacía entender en francés con aquellos cazadores y pescadores francófonos cuando la enfermedad que padecía le hizo recesar en su trabajo hace menos de seis meses.

Si la disciplina y la seriedad fueron aspectos por los que ganó reconocimiento en su trabajo, también sus habilidades para los idiomas y el uso que hacía de ellos lo distinguieron en el sector del turismo. No en balde aquella fría noche en la escalinata de la funeraria de Calzada y K, en El Vedado, el director general de Ecotur, al hablarnos de nuestro hermano como trabajador nos dijo: “Rodo le sabía mucho al negocio”.

Rafael Hernández Acosta

Texto de Rafael Hernández Acosta

7 comentarios

  1. Ernesto Bolaños Rodríguez

    Excelente persona y profesional, EPD, fui su amigo desde la vocacional y en la carrera de Ingenería Química en la UCLV, Santa Clara.

  2. La noticia me impactó, mi más sentido pésame a toda su familia.Fuimos compañeros d aula durante la primaria, nunca he conocido a nadie como él, siempre muy educado y medido en sus acciones, una inteligencia impresionante, que dios lo tenga en su Reino, siempre lo recordaré con cariño.

  3. Nos unimos al dolor de su familia y amigos..siempre te recordaremos Rodo, Dios le de mucha fuerza a toda su familia para soportar tan dolorosa pérdida? ..EPD, lo sentimos mucho?

  4. Luis Francisco Jacomino Suárez

    Yaguajay perdió un gran ser humano , excelente profesional.Persona afable, educada, siempre dispuesta ayudar.En Paz Descanse Rodo.

  5. Mi nombre es Maikel Breto y fuy su chofer por mucho tiempo al punto de llegar hacer amigos casi q hermano y viví gran parte de toda anécdota q bien cuenta Rafael. Doy fe q andábamos con un diccionario de italiano por tiempo en la caseria y pesca y el en ves de descansar el rato q podíamos lo empleaba en estudiar el idioma y tratar de enseñarme algo a mi después para cuando me quedara solo con ellos poderme comunicar un poco. Quiero darle las Grasias donde quiera q esté por hoy me a servido de mucho sus claves en todo los sentidos de la vida, q descanses en paz hermano

    • Luisa María Hernández Ramírez

      Maikel comuníquese conmigo necesito saber en k lugar viví y ahora su familia si es la persona k creo es primo mío este es mi num puede llamarme 52408489 o algún familiar d el , mis más sentido pésame

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