Siniestro y siniestrar

Desde la segunda mitad del XIX se documenta en español el uso de siniestro en alusión a un evento catastrófico. Sin embargo, el Diccionario académico refrendó el significado más de un siglo después, en su edición de 2014. El verbo siniestrar, de aparición y uso más reciente, aún no se incluye en este repertorio lexicográfico

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A raíz del fuego en Matanzas, los medios de comunicación han utilizado siniestro como sustantivo. (Foto: Irene Pérez/Cubadebate)

La voz siniestro se conoce mayormente como adjetivo (un personaje siniestro, por ejemplo). Sin embargo, a raíz del fuego en Matanzas, los medios de comunicación la han utilizado como sustantivo (el siniestro). ¿Cuán reciente es este uso entre hispanohablantes?

En la edición de 1852 del Diccionario de la lengua castellana, la Academia añade en la entrada de siniestro la acepción ‘avería grave o pérdida de mercancías, especialmente en el mar, por naufragio u otro contratiempo’, y señala que es propia del ámbito del comercio. Luego, en el Diccionario de la lengua española (DLE) de 1925, deja de considerar que se restringe a un habla sectorial y amplía su significación: ‘avería grave, destrucción fortuita o pérdida importante que sufren personas o la propiedad, especialmente por muerte, incendio o naufragio’.

Con posterioridad, en el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española de 1985, acota: «Corrientemente se da este nombre a los daños que pueden ser indemnizados por una compañía aseguradora». Esta precisión se convierte en acepción en el DLE de 2001 y desaparece en la edición posterior, la de 2014, primera donde se registra el significado que aquí interesa: ‘suceso que produce un daño o pérdida material considerables’.

Conforme a esta averiguación, hace menos de una década que el lexicón académico refrendó siniestro en el sentido de suceso de particular gravedad, y, en cuanto tal, equivalente de términos generales como catástrofe y desastre o específicos como incendio, inundación, naufragio, etc. Hasta ese momento siniestro aludía, en la codificación lexicográfica, solo a los perjuicios derivados de tales eventos. Esto sería señal de que en el uso de la palabra se habría consumado un desplazamiento metonímico (daño causado por un suceso > suceso que causa el daño) y el diccionario no hizo más que dar el visto bueno.

Sin embargo, en el Corpus del Nuevo diccionario histórico del español (CNDHE) se descubre que en los siglos XV, XVI y XVII el sustantivo siniestro era utilizado con el sentido genérico de suceso funesto, cualquiera fuese su naturaleza y la cualidad o cuantía de los efectos que acarreara: «No temo ningún siniestro que a mí me pueda empecer» (c. 1514-1542); «En edifficio tan importante conviene huir toda escaseza, sino usar de toda liberalidad, porque más se gastaría en el menor siniestro que acontesciesse» (1605). Aun en el siglo XIX novelistas como Benito Pérez Galdós y Federico Gamboa lo emplean: «A D. Benigno se le cayó del tenedor un pedazo de calabacín […]. La causa de tan inesperado siniestro fue que D.ª Robustiana le estaba tocando el codo» (Galdós, 1877). También, a principios del XX, la escritora venezolana Teresa de la Parra.

A partir de la segunda mitad del XIX comienzan a documentarse realizaciones de siniestro que parecen tener el sentido más específico de suceso catastrófico con que se usa hoy: «La fragata peruana Amazonas y el vapor Loa han naufragado. Ignóranse aún los pormenores de este siniestro» (1870); «Si, a consecuencia de un siniestro o caso extraordinario, las viñas, olivares u otros árboles o arbustos hubieran desaparecido…» (1889); «los huelguistas han intentado incendiar el local […], habiéndose podido evitar el siniestro a costa de no pocos esfuerzos» (1899).

Luego entonces, lo que, en última instancia, se ha producido en la historia de la palabra es una restricción o especialización del significado.

Los sustantivos sinistro, italiano, y sinistre, francés, existen desde mucho antes del XIX con similar sentido. Según Le Petit Robert de la langue française, el nombre sinistre ‘evento catastrófico natural que ocasiona daños y pérdidas’ data de 1485 y se tomó del italiano. Mientras en este idioma —de acuerdo con el Trecani— se usa actualmente referido, sobre todo, a medios de transporte y a personas y cosas transportadas (siniestro marítimo, ferroviario, aéreo…); en francésse aplica a incendios, inundaciones, naufragios, sismos, etcétera.  

Por la antigüedad de este significado en sinistro y sinistre cabría sospechar que el cambio semántico del español siniestro (evento funesto > evento catastrófico) pudo haberse generado bajo el influjo de uno u otro, o de ambos. Pero es mera conjetura que no alcanzo a probar.

Asimismo, resulta curioso que, mientras en los tres idiomas existen los adjetivos que aluden a las personas y cosas dañadas por los siniestros —siniestrado(a), sinistré (éé), sinistrato (a)—, solo el italiano cuenta, al menos en los diccionarios, con el verbo del que, teóricamente, debió derivarse el adjetivo, a todas luces participial: sinistrare.

Ignoro si el francés ha inventado el equivalente de sinistrare. En el registro periodístico del español contemporáneo sí hay suficientes muestras de siniestrar. Copio dos de Cuba, una de 2018; otra, de hace unos días. En la primera el verbo es intransitivo: «Díaz-Canel Bermúdez […] se personó de inmediato en el lugar donde se siniestró la aeronave». En la segunda siniestrar funciona transitivamente: «[…] tras una semana de la descarga eléctrica que siniestró la base de supertanqueros». ¿Demorará mucho en entrar este verbo en el DLE?

Pedro de Jesús

Texto de Pedro de Jesús
Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua. Narrador y ensayista. Premio Alejo Carpentier.

Comentario

  1. Magaly de la Caridad Gómez Barrios.

    Muy interesantes e instructivos, como siempre, tus comentarios acerca del uso correcto de nuestro idioma.

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