Variantes léxicas y ortográficas en el Diccionario académico

Hace poco, a fines del año pasado, el Diccionario de la lengua española publicó la versión 23.7, última actualización de su versión en línea. En este artículo se analizan algunas ventajas y deficiencias de la obra respecto de la información que ofrece sobre las variantes secundarias de ciertas palabras

Ilustración: Osval

Cientos de palabras en español tienen variantes léxicas y ortográficas. El Diccionario de la lengua española (DLE) suele ofrecer este dato tras el lema de la forma primaria, es decir, la que se considera preferible. Así, en la entrada de barahúnda reza «Tb. baraúnda» (‘también baraúnda’).

Es lo que sucede, por ejemplo, con batahola, béisbol, bikini, biosfera, cardíaco, endoscopia, folclor, hierba, hemiplejia, kimono, período, portaaviones, posoperatorio, psiquiatría, quiosco, reencuentro, sabiondo, seudocientífico, transmitir o transporte. Inmediatas al lema de estas variantes primarias, en el DLE aparecen las formas secundarias respectivas: bataola, beisbol, biquini, biósfera, cardiaco, endoscopía, folklor, yerba, hemiplejía, quimono, periodo, portaviones, postoperatorio, siquiatría, kiosco, rencuentro, sabihondo, pseudocientífico, trasmitir y trasporte.

En términos prácticos esto implica que quien consulta la forma primaria recibe de manera expedita la información de que existe otra manera, válida también, de decir y escribir la palabra.

Sin embargo, hay voces cuyas variantes secundarias no reciben igual tratamiento. Tras los lemas de ambidextro, arteriosclerosis, bisnieto, bistec, calcañar, desvelar, estadounidense, flamboyán, forúnculo, guisaso, legaña, liendre, membresía, nordeste, parduzco, pretencioso, salvaguardia, sudeste, trastabillar, vatio, verduzco, voltio y zonzo, por ejemplo, no se señala la existencia de las variantes secundarias ambidiestro, arterioesclerosis, biznieto, bisté, calcañal, develar, estadunidense, framboyán, furúnculo, guizazo, lagaña, liendra, membrecía, noreste, pardusco, pretensioso, salvaguarda, sureste, trastrabillar, watt, verdusco, volt y sonso.

¿Hay alguna razón lingüística para tan desigual tratamiento? ¿Resultan ambidiestro, arterioesclerosis, biznieto, bisté y las demás formas secundarias mencionadas en el párrafo anterior menos legítimas que bataola, béisbol, biquini…, relacionadas antes? ¿Por qué el DLE deja esto sin explicar?

La última actualización en línea del DLE, verificada hace poco, atenúa la deficiencia que se deriva de este proceder, aun cuando no resuelve plenamente la incongruencia de fondo.

Gracias al apartado de sinónimos, añadido en la versión 23.7 del DLE, el usuario puede encontrar en el artículo correspondiente a ambidextro, arteriosclerosis, bisnieto, bistec, calcañar, desvelar, estadounidense, flamboyán, forúnculo, guisaso, legaña, liendre, membresía, nordeste, parduzco, pretencioso, salvaguardia, sudeste, trastabillar, vatio, verduzco, voltio y zonzo, la forma secundaria respectiva, aun cuando esta no se declare como tal: ambidiestro, arterioesclerosis, biznieto…

Pero, inexplicablemente, no todas han corrido la misma suerte. Formas secundarias como biscocho, manicero y parcho ni siquiera aparecen entre los sinónimos de bizcocho, manisero y parche.

Peor, acaso, es lo que descubro en voces como arcoíris, medioambiente y bocarriba, variantes secundarias surgidas a partir de la fusión gráfica de expresiones pluriverbales. Han perdido —quizá porque se ha pensado que la interacción digital la hace innecesaria— la entrada propia que antes tenían y desde la cual se remitía a los lemas arco, medio y boca.

Ahora, cuando el usuario escribe arcoíris, medioambiente y bocarriba en la casilla de búsqueda, es redirigido automáticamente a arco, medio y boca, y una vez allí debe localizar, cursor mediante, las lexías complejas arco iris, medio ambiente y boca arriba para descubrir la variante univerbal de cada una.

Si el usuario no posee suficiente experiencia en el manejo del DLE, es este un procedimiento engorroso que puede llevarlo, entre tantas acepciones y formas complejas como tienen las voces arco, medio y boca, a desistir de la búsqueda de arcoíris, medioambiente y bocarriba, suponiendo queno existen. Lo idóneo sería que se le redirigiera directamente a arco iris, medio ambiente y boca abajo.

Esperemos que en próximas actualizaciones o en la edición de 2026 de esta obra académica tales incongruencias y deficiencias queden resueltas.

Pedro de Jesús

Texto de Pedro de Jesús
Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua. Narrador y ensayista. Premio Alejo Carpentier.

Comentario

  1. Realmente se queda uno perplejo con lo complicado que puede llegar a ser nuestro idioma.

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