El gobierno de Estados Unidos impidió el ingreso a su territorio del deportista olímpico brasileño Hugo Calderano, considerado hoy el mejor tenimesista latinoamericano de la historia, por viajar a Cuba en 2023.
Basada en una norma llamada Prevención de la Circulación de Terroristas de 2015, la decisión revela la persistencia de políticas irracionales y discriminatorias, ahora reforzadas durante la administración del presidente Donald Trump.
Calderano intentó ingresar a Estados Unidos con su pasaporte portugués, beneficiario del Programa de Exención de Visas (Visa Waiver), que permite estancias de hasta 90 días para turismo o negocios.
Sin embargo, su autorización fue denegada. ¿El motivo? Haber pisado suelo cubano en enero de 2023 para disputar el Campeonato Panamericano de Tenis de Mesa y el torneo clasificatorio de los Juegos Olímpicos de París 2024.
De acuerdo con la normativa del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, quienes hayan visitado países incluidos en una «lista negra» —como Corea del Norte, Irán, Iraq y, desde 2023, Cuba— ya no pueden acogerse a esta exención y deben solicitar un visado tradicional, aunque el viaje a esas naciones haya sido por razones deportivas o humanitarias.
La inclusión de La Habana en dicha lista no ocurrió bajo el mandato del republicano Trump, sino del demócrata Joe Biden, quien prometió deshacer las medidas más extremas de su antecesor, pero terminó consolidándolas.
El patrón exige que cualquier viajero que haya estado en Cuba, desde el 12 de enero de 2021, tramite un visado regular —largo, costoso y burocrático— incluso si tiene ciudadanía europea.
La asesoría de Calderano explicó que intentó conseguir un visado de emergencia para competir este fin de semana en un torneo internacional en Los Ángeles, pero el pedido fue rechazado.
El incidente desató indignación en el ámbito deportivo y diplomático por considerar que se criminaliza a un atleta por ejercer su profesión en un territorio soberano.
También hizo aflorar las enormes diferencias entre los costos y trámites del ESTA (una autorización digital de apenas 21 dólares) y la visa tradicional estadounidense, que supera los mil reales (unos 184 dólares) y puede tardar meses en procesarse.
Para muchos analistas, esta política no solo refuerza el injusto bloqueo impuesto a Cuba desde hace más de seis décadas, sino que ahora alcanza niveles de extraterritorialidad y castigo colectivo contra ciudadanos de terceros países.
La exclusión de Calderano no es un hecho aislado. Varios profesionales, académicos y artistas que tuvieron contacto reciente con la nación caribeña también resultaron rechazados por Washington, sin explicaciones claras, en una tendencia que genera alarma.
El sonado caso reabre el debate sobre los límites éticos de la política exterior estadounidense.
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