Magda González: Serie televisiva “Las Reglas de Rodo” no solo entretendrá

La propuesta, escrita por Amílcar Salatti, se estrenará este domingo y ocupará pantalla durante ocho semanas

Imágenes de las grabaciones de Las Reglas de Rodo. (Foto: Cortesía de Magda González Grau)

De Rodo se podrían decir muchas cosas, pero siempre es mejor dejar la incógnita y que sea el espectador quien descubra a este personaje que, a partir de hoy y durante ocho domingos, llegará a las pantallas cubanas. Rodo es un joven que observa la vida a través de un prisma singular, descifrando el mundo con sus propias reglas, donde la lógica, la sinceridad absoluta y un universo interior lleno de colores, sueños y silencios chocan con la complejidad de las relaciones humanas.

“Las Reglas de Rodo”, fue escrita por Amílcar Salatti y dirigida por Magda González Grau. El elenco protagónico está encabezado por Ignacio Hernández Casado, quien da vida a Rodolfo, acompañado de un talentoso grupo de actores entre los que se encuentran Clarita García, Yamira Díaz, Yaremis Pérez, Hilario Peña, Danay Cruz y Alberto Corona. La producción, a cargo del Registro del Creador y Yolanda Rosario, promete una narrativa visual y sonora cuidadosamente construida para sumergir al público en la percepción única de su protagonista.

Con una narrativa que combina el drama y la comedia, la obra busca, ante todo, conectar con el espectador desde la empatía y el reconocimiento. La directora Magda González Grau confía en que esta historia no solo entretendrá, sino que también abrirá puertas necesarias en la televisión cubana, invitando a la reflexión sobre la neurodiversidad con profundidad, cuidado y una inmensa responsabilidad humana.

Imágenes de las grabaciones de Las Reglas de Rodo. (Foto: Cortesía de Magda González Grau)
Imágenes de las grabaciones de Las Reglas de Rodo. (Foto: Cortesía de Magda González Grau)

Usted ha mencionado que el tono de la comedia fue un factor clave para aceptar el proyecto. En un tema tan sensible como el Trastorno del Espectro Autista (TEA), ¿cómo se traza la línea fina entre utilizar el humor con respeto y caer en la caricatura o la burla? ¿Fue este el reto de dirección más delicado?

—Me atrajo que fuera una comedia porque es un género que he explorado poco; representaba un desafío. Elegir este tono me pareció importante porque a veces el público rechaza ciertos temas cuando lo conmueven hasta el sufrimiento. Mi objetivo era que la condición del autismo llegara a la mayoría de una manera aceptable. Hay personas que evitan contenidos que les generen dolor, y era crucial que el público se acercara a la serie para conocer más sobre esta condición.

Elegir la comedia fue uno de los retos más importantes, porque esa línea divisoria entre el humor blanco y el que puede caer en lo farsesco es casi invisible. Entonces, todo el tiempo mantuve una alerta encendida: cuidado, peligro, por aquí no, por allá.

Incluso recuerdo que el propio Amílcar (Salatti) me dijo: “Quiero ir a un ensayo porque me preocupa el tono”. Lo invité y, tras presenciarlo, me confirmó que lo estábamos haciendo bien. Ese tono se trabajó incluso después de la filmación, pues lo adoptaron los músicos y todos los especialistas que participaron.

Se trataba de no caer ni en la burla, ni en la falta de respeto, ni en el astracán*, ni en la farsa, ni en el estereotipo. El espectro autista se llama así precisamente por su diversidad; se manifiesta de manera distinta en cada individuo. Por lo tanto, lo primero era crear a nuestro personaje, nuestro autista, y a partir de ahí construir todo lo demás.

El tono fue de lo más difícil: ese humor blanco, esa comedia que hiciera reír, pero que al mismo tiempo conmoviera, fue un verdadero reto. Estoy muy contenta con enfrentarlo.

Tanto “Calendario” como “Las Reglas de Rodo” exploran dinámicas familiares y personajes en busca de su lugar en el mundo. Más allá del género, ¿qué hilo conductor o preocupación artística personal identifica entre estas series que la impulsa a contar estas historias?

—Todo artista debe responder de alguna manera a su realidad; yo me mantengo siempre en sintonía con ella. En “Calendario” había una diversidad de tramas, un abanico de situaciones que podían resonar con cualquier joven, mientras que aquí el enfoque está en el autismo, un tema que considero crucial abordar desde la ficción.

Esta inquietud nace de mí como creadora, pero también como ser social, como cubana, como mujer que vive en un país con toda la complejidad de una sociedad que tiene contradicciones y que aún debe avanzar en materia de exclusiones y de esas zonas de silencio que generan efectos tan dañinos en las personas.

Siempre he creído que la ficción es una herramienta excepcional para propiciar esa comunicación y despertar el interés del gran público por estos asuntos. Ese es quizás el hilo conductor de toda mi obra. Cuando selecciono un guion o una propuesta, es porque siento que siempre hay algo que decir, una frontera que desplazar, aunque sean milímetros, con la esperanza de que los seres humanos y nuestra sociedad puedan ser mejores. En ese sentido, existen elementos comunes entre ambas series.

Y como te decía, esto surge de mi perspectiva como artista, pero como una que vive en esta nación, que es revolucionaria y que cree en un proyecto social que coloca al ser humano en el centro de todo.

Imágenes de las grabaciones de Las Reglas de Rodo. (Foto: Cortesía de Magda González Grau)
Imágenes de las grabaciones de Las Reglas de Rodo. (Foto: Cortesía de Magda González Grau)

Al abordar el TEA, se asume la responsabilidad de representar a una comunidad real. Además de investigar producciones foráneas, ¿contaron con la asesoría o validación de personas dentro del espectro autista o de especialistas cubanos durante el proceso de escritura y dirección para asegurar una representación auténtica y no basada solo en estereotipos?

—Sí, por supuesto, contamos con el acompañamiento de varios especialistas: psicólogos e incluso metodólogos que trabajan con esta comunidad. Fue fundamental conocer numerosas historias de vida de familias que tienen personas con esta condición.

También consultamos referentes foráneos. Por ejemplo, estaba “Rain Man” (1988), pero tenía claro que no quería que fuera como esa película. En esos días vimos “Woo, una abogada extraordinaria”, una serie coreana que se acercaba más a lo que buscaba.

Existían otros caminos que decidimos no tomar, optando por enfocarnos en la realidad del autista en la Cuba actual. Por eso, la investigación resultaba crucial.

Hubiera sido una gran irresponsabilidad adentrarme en un mundo que desconozco sin indagar, sin consultar o contrastar los objetivos artísticos con la realidad y con los estudios sociales, académicos y médicos existentes sobre el tema. Es una práctica que aplico constantemente. Le concedo una enorme importancia a la documentación previa antes de abordar cualquier asunto.

Clarita García, en su investigación, habló de madres que luchan por que sus hijos sean vistos “como seres normales”. Desde su perspectiva como directora, ¿cómo dialoga la serie con el concepto de “normalidad”? ¿Busca cuestionarlo o redefinirlo?

—Siempre pongo el concepto de normalidad entre comillas, porque ¿qué se considera normal o anormal? Esto debe cuestionarse continuamente, ya que, como mencionaba, el espectro autista es tan diverso como individuos que lo tienen. Es crucial reconocer esa variedad de comportamientos. Si bien puede haber características comunes, cada persona es única e irrepetible.

No solo los autistas, todos nosotros somos seres excepcionales. Entonces, ¿quién establece la norma sobre lo que es o no es normal? En este caso específico, era fundamental no abordarlo desde lo normal o anormal, sino desde la diferencia.

Es decir, las personas autistas son diferentes. El viernes, en el estreno, yo decía: “Rodo es distinto”. Esa fue una premisa que guio toda la creación de la serie. No se trata de ser normal o anormal, sino diferente, tal como todos lo somos.

Por lo tanto, esa idea de normalidad debe ser puesta en tela de juicio, ya que basándose en ella se han cometido terribles injusticias contra quienes son diversos desde el punto de vista de la orientación sexual, la raza o el género.

Sencillamente, hay que entender que cada individuo es como es y debe ser aceptado en su esencia. A menos que infrinja normas que atenten contra la mayoría, contra la sociedad, como es el caso de los criminales. Incluso a aquellos que cometen delitos, aunque la ley actúe con todo su rigor por haber ido contra el bien común, hay que representarlos en la ficción buscando todas sus facetas, porque al fin y al cabo son seres humanos.

Detesto los estereotipos; siempre intento que los personajes de mis obras sean arquetipos, pues creo que así nos acercamos más a la verdad. Y, bueno, la verosimilitud para mí es de suma importancia.

Se ha mencionado que la serie recrea el imaginario del protagonista, un acierto del guion. ¿Podría describir el lenguaje visual y sonoro (colores, sonidos, silencios) que utiliza para hacer tangible y comprensible para el espectador la forma única en que Rodo percibe y procesa el mundo?

El tratamiento visual y sonoro de la serie también se desarrolló a partir de la investigación. Descubrimos que tonos como el azul y el verde son apreciados por muchas personas autistas, ya que les transmiten tranquilidad y serenidad.

También supimos que suelen rechazar los ruidos estridentes. En resumen, el estudio nos indicó cómo debíamos construir el universo de Rodo. Este fue un trabajo cuidadoso tanto en lo auditivo como en lo gráfico.

La gama cromática del vestuario, los colores de la secuencia inicial y final –lo que él observa a través del telescopio, lo que imagina–, incluso hay una sorpresa en el capítulo siete… Todo, desde la música hasta la imagen.

Intentamos sumergirnos en cómo las personas con autismo perciben la realidad, sabiendo que la experimentan de un modo distinto. Nos preguntamos: ¿cómo vería Rodo el mundo? Y a partir de ahí surgió el concepto tanto visual como sonoro. Esto también formó parte fundamental de nuestra indagación.

Dirigir a un actor para que encarne a una persona con Síndrome de Asperger requiere una gran precisión. ¿Cuál fue la instrucción o el consejo más importante que le dio a Ignacio Hernández Casado para construir a Rodo, evitando la actuación “externa” y logrando una interioridad creíble?

—Lo primordial era contar con un actor capacitado, por lo que realizamos un casting riguroso. Ignacio fue seleccionado tras cuatro exhaustivas etapas en las que competía con otro intérprete excelente. Todos estábamos agotados, pero no queríamos equivocarnos. Una vez que lo elegimos, le dije: “Ahora es que vamos a empezar”.

Comencé proporcionándole todas las referencias que debía conocer, ya fuera para distanciarse de ellas o para incorporar algunos elementos. Trabajamos en su forma de moverse, en desarrollar un lenguaje corporal que fuera inusual y que mostrara desde el primer momento que Rodo tenía un comportamiento distinto al de los demás. Definimos cómo hablaría, sus repeticiones, la manera de expresar sus ideas con rapidez, ya que las personas con Asperger tienen una capacidad notable para comprender conceptos inmediatamente.

Fue un proceso intenso con muchos ensayos. Le indicaba: “Quiero que te desplaces de esta manera”. Uno de los aspectos más complejos fue el contacto visual: mientras a los actores usualmente se les pide que miren a su interlocutor, en este caso le pedía exactamente lo contrario: que no mantuviera la mirada fija por más de dos segundos. Esto requirió un entrenamiento constante, tanto en la preparación como durante la filmación.

Él estudió de manera increíble, llegaba con el texto aprendido, así que en el set solo era cuestión de recordarle algunos detalles. Es un intérprete muy estudioso, responsable y talentoso, por lo que todo fluyó muy bien. Incluso pensé que sería quien más trabajo me daría durante la grabación, pero fue todo lo contrario. Con solo darle un par de indicaciones, yo sabía que la escena estaba resuelta. Esto me permitió ocuparme del resto del elenco.

Lo esencial era no crear un estereotipo, sino construir a nuestro Rodo, con todas esas perspectivas de los personajes que habíamos observado con esta condición, incluyendo a personas reales, ya que nos entrevistamos con varios jóvenes y tomamos de cada uno lo que nos servía para darle forma al personaje. Así fue como lo construimos. Estoy muy feliz con el resultado.

En la premier había muchos muchachos autistas y siento que se conectaron de muchas maneras con Rodo. Uno dijo: “Él se inspiró en mí porque yo soy igual”.  Esa es la mayor recompensa que podemos tener como equipo de creación.

Imágenes de las grabaciones de Las Reglas de Rodo. (Foto: Cortesía de Magda González Grau)
Imágenes de las grabaciones de Las Reglas de Rodo. (Foto: Cortesía de Magda González Grau)

Por primera vez incluirá canciones específicas en la dramaturgia. ¿Cómo funcionan estas canciones en la narrativa? ¿Sirven para exteriorizar los sentimientos de Rodo que no puede verbalizar, o cumplen otra función dramática?

—La canción de la presentación, “El mundo de Rodo”, establece su universo; su letra define esencialmente quién es él o cualquier persona que se identifique con su experiencia. Luego, en el capítulo siete, incluimos un clásico de la cancionística cubana de Ñico Rojas, que refleja la situación romántica que vive el personaje.

Posteriormente, Clarita interpreta otra pieza de Pavel Urquiza, surgiendo desde su catarsis y revelación personal, lo que encaja perfectamente en ese momento. El género musical siempre me ha atraído. Los cubanos somos un público muy musical, la melodía forma parte de nuestra esencia. Que los guiones me hayan permitido incorporar temas y coreografías es algo que disfruto, y planeamos mantenerlo para la segunda temporada. Efectivamente, está vinculado con ese universo imaginativo de Rodo, con esa necesidad de volar, soñar y expresar sentimientos a través de este lenguaje.

El Dúo Iris es quien interpreta la canción principal, una propuesta de los músicos que resultó extraordinaria, ya que con su letra y armonías logran conmover al espectador.

¿Cuál es, en esencia, el mensaje o la reflexión principal que espera que el público se lleve después de ver “Las Reglas de Rodo”?

—Lo importante es conectar con aquellas familias que viven esta realidad. A través de frases de la psiquiatra, como cuando se le dice a la madre “Rodo no te pertenece”, abordamos la tendencia de las madres a proteger a sus hijos del sufrimiento que les causa verlos excluidos o percibidos como inusuales. Sin embargo, el enfoque terapéutico subraya que los jóvenes necesitan socializar y participar, algo que la serie refleja. Esta reflexión dirigida al núcleo familiar con miembros en dicha condición me parece fundamental.

Para el público general, considero crucial que las personas conozcan, se informen y comprendan que quienes tienen esta condición no están enfermos, sino que simplemente son diferentes.

En un contexto mediático donde estos temas son escasos, ¿cree que “Las Reglas de Rodo” marca un punto de inflexión para la televisión cubana, abriendo la puerta a más ficciones que aborden la diversidad funcional y neurodiversidad con la misma profundidad y cuidado?

—Ha habido otros proyectos que han marcado. Recuerdo ahora mismo el Chino Chong en un personaje con síndrome de Down. Pero sí, creo que “Las Reglas de Rodo” va a ayudar a que por lo menos se diga o se piense que estos asuntos se pueden tratar de muchas maneras, y que el público puede recibirlo con agrado. Nuestro objetivo es que quienes vean esto lo hagan sonriendo, de una forma absolutamente natural, que lo miren todo en sentido positivo.

Entonces, la serie puede ayudar en la manera en que se abordan estas cuestiones, que son temas que a veces causan dolor y pesar en la familia, e incluso en los espectadores aunque no les afecte personalmente. Ojalá esta puerta se abra a más ficciones que traten la diversidad funcional y la neurodiversidad con profundidad y cuidado.

Profundidad, cuidado y responsabilidad. Es muy importante. A veces dicen que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”, y a veces uno, tratando de hacer las cosas bien, las hace mal. Hay que investigar mucho, arriesgarse —siempre es un riesgo—, pero tratar de ir con más certeza hacia el impacto que puede crear en los públicos el tratamiento de un tema tan delicado como este.

*Género de teatro cómico cuya finalidad exclusiva es hacer reír, fundamentalmente por medio de situaciones disparatadas y uso constante del chiste.

Cubadebate

Texto de Cubadebate

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