Pedro Figueredo, nacido el 18 de febrero de 1818, fue abogado, escritor, poeta, músico y orador y lo caracterizaba su alegría y jovialidad. Su familia estaba muy unida a Carlos Manuel de Céspedes por sus ideas radicales e independentistas.
En la capital, donde estudió junto al Padre de la Patria, la elegancia y rebeldía le ganaron a Perucho el sobrenombre de “gallito bayamés”. Juntos viajan a España, el objetivo: conseguir el título de Abogado del Reino. Al concluir sus estudios viajan por varios países europeos y notan el atraso que tiene la Isla de Cuba; pero todavía no es el mejor momento para comenzar una revolución.
Al regresar, Perucho se casó con Isabel Vázquez y Moreno, la mujer que le dio once hijos y lo acompañó durante toda la vida.En 1851, Pedro funda junto a Céspedes la Sociedad La Filarmónica, un centro cultural que logró nuclear a hombres como Juan Clemente Zenea, José Fornaris y José Joaquín Palma.
Este espacio fue oportuno para compartir ideas sobre los destinos del país. Ante el peligro de una deportación, Perucho marcha a La Habana y allí trabaja como abogado, mientras participa en la publicación de periódicos y revistas con posturas críticas a España.
El poder colonial lo condena a 14 meses de arresto domiciliario por manifestar su descontento, a través de una carta, con el Gobernador de la Isla sobre el nuevo alcalde bayamés. La condena le fue rebajada por su excelente comportamiento.
El 13 de agosto de 1867 ocurre un suceso trascendental para la historia de Cuba, Perucho junto a Francisco Vicente Aguilera y Maceo Osorio, encabezan una reunión con más de 60 patriotas orientales y acuerdan constituir el Comité Revolucionario de Bayamo. Nombraron a Aguilera como presidente y a Pedro como vocal.
Allí decidieron extender los trabajos conspirativos a otros puntos del país.Francisco Maceo le pide a Perucho que componga un himno similar a La Marsellesa. El patriota no lo dudó y esa misma madrugada, sentado en su piano, nació la música de La Bayamesa, la melodía que desde entonces marca los momentos gloriosos y tristes de la Isla.
El 4 de agosto de 1868 en la primera reunión general de los conspiradores, efectuada en la finca San Miguel del Rompe, Céspedes se muestra como el líder y expresó: “El poder de España está caduco y carcomido. Si aún nos parece fuerte y grande, es porque hace más de tres siglos lo contemplamos de rodillas. ¡Levantémonos!”.
La Revolución no puede esperar y se fijó el alzamiento para el 14 de octubre; el día 8 España solicita la detención de los principales conspiradores. Dos días después se escucha en La Demajagua el grito de “Independencia o Muerte”.
Dos jornadas más tarde Perucho se sublevó y una comisión intentó persuadirlo, pero él expresó: “¡Yo me uniré a Céspedes y con él marcharé a la gloria o al cadalso!”.
Según el testimonio de Candelaria Figueredo —cuarta hija de Perucho y conocida como Canducha—, el 18 de octubre su padre organiza una pequeña tropa y parten a tomar la ciudad de Bayamo.
La noche antes, durante la comida, nace otro símbolo del levantamiento independentista: la abanderada de la Revolución.Con tal apoyo popular la ciudad de Bayamo fue tomada el 20 de octubre.
La celebración se concentró alrededor de la plaza de la Iglesia Mayor y allí tuvo lugar otro instante crucial. Los hijos pródigos de Bayamo regresaban para liberarla, la alegría era enorme, y el pueblo le pide a Perucho la letra de aquella marcha patriótica que desde hacía meses circulaba en la urbe y tarareaban públicamente.

“Al combate corred bayameses, que la Patria os contempla orgullosa”, comenzaba aquella canción delirante que escribió con su pluma montado en el caballo.
Céspedes nombra a Pedro como Jefe del Estado Mayor de las fuerzas mambisas y le otorga el grado de Mayor General.
Casi enseguida el bayamés toma parte en algunas ediciones del periódico El Cubano Libre y a su vez participa en la reorganización de la ciudad bajo las leyes mambisas y contribuye a sostenerla como la capital de la República en Armas.
Luego del incendio de Bayamo, en 1869, Perucho y toda su familia se internan en los montes de Jobabo, en territorio de Las Tunas. En abril de aquel año los principales líderes de la Revolución se reúnen en Guáimaro para intentar organizar la lucha.
Entonces existían tres zonas del país en la guerra, con tres jefaturas diferentes e igual cantidad de mandos militares. De allí Céspedes sale como Presidente de la República en Armas y Perucho recibe el cargo de Subsecretario de la Guerra.
En diciembre de ese año la Cámara de Representantes destituye al Mayor General Manuel de Quesada como máximo jefe del Ejército Libertador y Perucho no está de acuerdo. Él mismo dimite, pero Carlos Manuel no acepta su renuncia. Aunque no volvió a ejercer sus funciones, Figueredo continuó formalmente en el cargo hasta su muerte.
El 18 de junio de 1870 un batallón enemigo ataca el campamento de Luis Figueredo en la región holguinera de El Mijial. Casi moribundo, Pedro intenta defenderse, pero su revólver se queda sin municiones. Intenta suicidarse con la espada, pero ni siquiera tiene fuerzas para ello. Los españoles lo capturan y lo envían amarrado a Jobabo.
La cañonera Alerta traslada a Perucho hasta Manzanillo. Todos llegaron a Santiago el 14 de agosto para enfrentar un tribunal militar que los acusa de traición.
A las seis de la tarde todos entraron en capilla. Y allí, sentado en el suelo, con las ropas sucias y los pies ensangrentados, Perucho volvió a lucir inmenso.
El 17 de agosto de 1870 fue fusilado en el Matadero de Santiago de Cuba, y actualmente, los restos de este patriota bayamés reposan en el cementerio de Santa Ifigenia.
Nadie como José Martí para resumir la vida de, Perucho: “alzó el decoro dormido en los pechos de los hombres”. Pie de Fotos: todas de ArchivoFoto 1: Pedro Figueredo fue uno de los impulsores de la revolución del 68
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