Sancti Spíritus en el laberinto de su basura

Urge buscar alguna solución para revertir esta compleja problemática, incluidas acciones concretas de enfrentamiento que pongan coto a la indisciplina social

Ilustración: Osval

En Sancti Spíritus los basureros campean a pululu, una realidad que, lamentablemente, no es de ahora, sino que se ha impuesto desde hace ya bastante tiempo y ha desplazado de manera innegable aquella bien ganada fama que ubicaba a la ciudad entre las más limpias de Cuba.

Pero el churre, los micros y macrovertederos con sus desagradables hedores no solo han ganado terreno en la capital provincial, sino que se han extendido por casi toda la geografía del territorio: lo mismo cerca de un centro hospitalario, que de una escuela o un parque.

Incluso, ya extienden sus pestilentes tentáculos un poco más allá:  sobre tramos de vías férreas, las márgenes de algunos ríos y las orillas de no pocas carreteras.

Por no mencionar a muchos de los nuevos negocios que hoy abundan en pueblos y ciudades, siempre preocupados por multiplicar sus ganancias, pero casi nunca ocupados en darle la salida correcta a los desechos que generan.

Junto con estos han conquistado espacio colonias de roedores, ejércitos de moscas, gusarapos, mosquitos, cucarachas y otros animalejos, con el peligro siempre acompañante de las muchas enfermedades que pueden transmitir.

Similar o incluso peor panorama presentan los lugares establecidos para el tratamiento de la basura en los llamados rellenos sanitarios manuales y mecanizados, que se encuentran colapsados y sin funcionar. 

Hasta ahora y mientras no se demuestre lo contrario, la provincia ha perdido la guerra por la higiene y en esa derrota todos somos un poco culpables.

Lógicamente, la mayor responsabilidad corresponde a las estructuras gubernamentales del territorio, quienes independientemente de las razones objetivas que han provocado esta realidad, deben buscar creadoramente alternativas que permitan superar esta especie de cochambre crónica.

Se sabe y comprende perfectamente la angustiosa falta de combustible y de disponibilidad técnica en los medios de transporte de Comunales —derivada de las crisis económico-financiera que hoy afecta al país—, la cual extiende a veces indefinidamente los ciclos de recogida de desechos sólidos.

Pero, alguna solución urge buscar, ya sea con coches de caballos en los lugares más pequeños, con el alquiler de más medios de traslado a empresas, organismos o nuevas formas privadas de gestión; con la vinculación y el apoyo de los carros de las entidades que se ubican en cada uno de los Consejos Populares; o con la gestión de algún Proyecto de desarrollo local o de colaboración internacional que cuente con financiamiento para contribuir a revertir esta problemática.

A ello habría que sumarle acciones concretas de enfrentamiento que pongan coto a esa indisciplina social tan o más extendida que los propios basureros, gracias a la cual los carros y colectores de Comunales limpian un área y a los dos días ya el vertedero improvisado se repite.

Porque es cierto que las personas no pueden comerse la basura que generan, pero tampoco tienen derecho a lanzarla fuera de los lugares establecidos para recogerla, en cualquier esquina, a cualquier hora y cualquier día de la semana.

Esta compleja situación amerita con urgencia una solución colectiva. El mar de desechos sólidos que hoy inunda buena parte de Sancti Spíritus ya se reconoce incluso como el principal desafío medioambiental del territorio. Hoy ya nos demoramos para enfrentarlo. Mañana aún puede ser peor. 

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

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