“Me van a hacer una entrevista y no sé qué me van a preguntar”, me dijo emocionada. Ni ella ni yo imaginamos que al rato el subdirector del periódico me iba a dar la encomienda: entrevistar a la directora de la sucursal de Bandec de Los Olivos, en el municipio de Sancti Spíritus.
Aunque a Aimée Hernández Caraballo la conozco desde que estaba en el vientre de su madre, pensé mucho en qué preguntar a esa muchacha dulce que nunca tiene mala cara, que jamás dice no se puede, que es tímida y extrovertida a la vez, sobre todo cuando tiene que decir su verdad.
No le alcanzaron las palabras al filósofo francés La Bruyère para ilustrar tanta bondad, amor al trabajo y a sus semejantes cuando dijo que la modestia es al mérito lo que las sombras a la figura de un cuadro: le da vigor y relieve.
Ante esas virtudes y una labor en ascenso como cuadro y especialista, no hubo dudas de que mereciera el premio Joven Bandec en la provincia de Sancti Spíritus, una iniciativa de la Oficina Nacional del Banco de Crédito y Comercio para jóvenes de hasta 35 años con una trayectoria relevante dentro del sector bancario.
Así, en medio de un banco desbordado por la fecha de cobro y presionado por los apagones, encontró el tiempo para, poco a poco, desgranar lo que ha sido su vida desde que se empecinó, contra viento y marea, en estudiar la especialidad de Contabilidad y Finanzas y no otra, aunque se la pusieran en bandeja.

“Cuando terminé grado 12 solicité la carrera, pero sólo había una para toda la provincia y no me llegó, y como era esa lo que yo quería me negué a aceptar otra. Comencé como cajera en el Banco Popular de Ahorro y empecé por dirigido la Licenciatura en Contabilidad y Finanzas. Más adelante en 2015 me trasladé a Bandec en el área de Contabilidad y después me designaron como jefa de ese departamento”.
Combinar tal responsabilidad con el nacimiento de sus dos niñas al tiempo que terminaba la licenciatura con notas excepcionales no fue nada fácil para esta joven, que no tuvo reparos en asumir hace dos años la dirección de una institución de este tipo.
“Fue un gran reto tomar esa responsabilidad, me sentía joven, inexperta porque es una labor que lleva mucho análisis, estudio permanente, mucho sacrificio y horas y más horas en el Banco”.
Te estrenaste en el cargo casi a la par con el proceso de bancarización, ¿qué supuso enfrentar algo tan complejo, que, a pesar de su pertinencia, ha traído también controversias?
“La bancarización fue un cambio muy brusco para todos porque se trata de un proceso que busca insertarse en la informatización de la sociedad, así como utilizar los canales electrónicos de pago y modernizar el sistema bancario. Ya llevamos un tiempo y todavía se hace complicado, pero cuando el cliente se siente confuso en esos términos siempre hay que darle una respuesta, orientarlo; pero todo este aprendizaje, que ha sido de ambas partes, a mí me ha hecho crecer como profesional”.
Entre preguntas y respuestas hace una pausa una pausa para atender a un trabajador con prisa para extraer efectivo, que se muestra alterado, pero ella lo escucha, le explica, ecuánime ante los gestos bruscos del hombre frente al ventanillo.
Así, con esa confianza, la ven sus compañeros de trabajo: “Ella tiene esa virtud, no entendemos todavía cómo alguien tan joven para cualquier problema tiene solución, se detiene a escuchar a todos y, aunque vengan descompuestos, no pierde la calma y luego hasta los convence de que el asunto en cuestión se va a resolver. Eso es dedicación y amor al trabajo”.
“Trabajar en un Banco implica mucho compromiso y al que dirige nada le puede ser ajeno dentro del mismo —apunta Aimée—, por eso si hay que entregar muchos pines me sumo a la tarea y por las tardes recibo los cajeros, aunque no sea lo mío, el problema es sacar el Banco adelante y priorizar la atención al cliente, porque para mí esto último es lo primero. Si una persona llega en busca de explicaciones se atiende al momento y, si se requiere, hay que buscar a alguien de mayor jerarquía. Ese es nuestro trabajo”.
Y es que de casta le viene al galgo; mucho han tenido que ver en su preparación unos padres que estuvieron al frente de varios organismos hasta su jubilación y le enseñaron a ejemplo puro que el esfuerzo y la humildad son los cimientos sobre los que construimos nuestra mejor versión
“De mis padres absorbí todo. Crecí bajo el legado de dos cuadros que han sido, además, excelentes en mi formación como persona”.
Hace una pausa en la conversación y respira para aguantar las
lágrimas que pujan por salir cuando menciona a Edilia, su madre. “Mi mamá fue muy sacrificada. ¿Qué te puedo decir de ella? Dirigente de la FMC por más de dos décadas, subdirectora de Seguridad Social en la Dirección de Trabajo en la provincia y yo crecí entre reuniones y recorridos. Y sí, asumir como directora de la sucursal ha sido difícil, pero sin su ayuda con mis dos niñas Maybeline y Evelyn, que todavía son muy pequeñas, no hubiera sido posible”.
A los 35 años, ¿qué otras aspiraciones tiene Aimée por delante?
“Quiero terminar mi maestría, a mí me gusta trabajar en el Banco, y quisiera estar muchos años más en esta sucursal. Por lo demás, quisiera ver cambios positivos dentro del proceso de bancarización y que las actividades financieras vuelvan a la normalidad, sobre todo el flujo en canales de pago para que estos funcionen como se requiere”.
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