Cuando habla parece que atrapa el mundo con sus manos, un rebosamiento intenso ilumina sus ojos, esos que por un momento empañan su brillo natural con alguna que otra lágrima. Así se presenta Odalys Becerra Arcias-Moles, una mujer enamorada de la vida y de los números, esos que la acompañan desde que entró a laborar en el sector bancario espirituano, hace más de 35 años.
“A la Dirección Provincial del Banco Popular de Ahorro llegué en 1990 tras concluir mis estudios en el politécnico de Economía de la ciudad de Sancti Spíritus, de cual egresé con el primer escalafón y un Título de Oro entre mis manos y aunque el tiempo transcurre de prisa, nunca olvido que fue en este sector donde aprendí todo lo que sé desde el punto de vista profesional, pero también lo relacionado con disciplina, amor, entrega y pasión por lo que hago”, señala.
¿Cómo fueron sus inicios?
Siempre trabajé como auxiliar de Contabilidad en el mismo departamento donde hoy soy la jefa. En 1991 tuve a mi hija y cuando me reincorporé pasé para la Sucursal 5232, donde estuve 23 años. Era una etapa difícil, no existían computadoras, todo se hacía de forma manual, por lo que se consideraba una actividad engorrosa.
Por aquel entonces fui especialista, luego supervisora y jefe del Departamento de Caja de Tránsito. Mi segundo hijo llegó en 1995 y al concluir mi etapa de licencia de maternidad asistí el proceso para introducir los datos al sistema automatizado. Comencé como subgerente de Contabilidad, luego gerente contable y desde el 2009 hasta el 2015 asumí la Dirección de la Sucursal, momento en el que pasé a la dirección del Banco Popular de Ahorro, pero como jefa del Departamento de Contabilidad, labor que desempeño todavía.
¿Es una apasionada de los números?
La vida matemática en las personas es importante y te concede un dominio amplio, porque todo lo llevas a los números. La contabilidad va con uno desde el ámbito personal y te define. Es como saber con lo que cuentas y valorar hasta dónde puedes llegar, por eso digo que está presente en cada hogar. Es, en definitiva, lo que uno considera como economía personal y que luego pone en práctica a nivel de una empresa, en función de controlar los recursos. En el Banco la contabilidad lo es todo.
¿Cuánto conocimiento le aportó el proceso previo a la automatización?
Fue de mucha utilidad, me dio herramientas para mi desempeño y dominio de la actividad, hoy los recién graduados llegan de la academia con un amplio conocimiento de las tecnologías, pero no saben casi nada del sistema contable y eso es determinante para poder desarrollarse profesionalmente en este medio.
¿Considera que es una persona estricta?
Hasta conmigo misma y también con los demás, pero trato de ser ejemplo para poder exigir a mis subordinados con propiedad. Me caracterizo por conocer primero sobre una determinada actividad antes de pedir que lo hagan. Recuerdo que en una ocasión existía un oficial de salón un poco mayor y debía ocuparse de organizar la cola y dar un tique para que las personas entraran por un orden, pero eso debía hacerlo mediante una computadora, muchos dijeron que no sería capaz, entonces me fui a Ciego de Ávila para aprender y cuando comprobé de qué se trataba le dije que él sí lo podía hacer; entonces, me día a la tarea de enseñarlo y lo logré.
Pero el Banco, además de formarte, exige una disciplina, un trato afable, una presencia personal impecable, todo ello proyecta hacia el cliente una imagen de integridad, de orden, y eso también se aprende.
¿Se siente parte inseparable de la familia bancaria?
Estando en la Sucursal 5232 me hice licenciada en Contabilidad y posteriormente inicié la maestría que culminé en el 2017. Claro, todo eso en medio de mi desarrollo personal. Mis dos hijos, que hoy son ingenieros informáticos, nacieron y se criaron dentro de esta rutina bancaria. Recuerdo aquellos tiempos en que casi todos los que hoy peinamos canas estábamos con los niños pequeños y eso nos obligaba a traerlos cuando eran días de cierre económico, parecía un círculo infantil, pero las cosas salían bien, porque estábamos inmersos en una gran familia.
¿Cómo logró trabajar teniendo a su esposo de jefe?
Me resultaba difícil tenerlo dirigiéndome laboralmente y luego llegar a la casa, por mucho que trataba de dejar a un lado los asuntos laborales, siempre salían a relucir; por eso decidí, tras concluir la segunda licencia de maternidad, incorporarme, pero en una sucursal donde no tuviera vínculos directos con mi esposo José Arturo Couso Villarreal, quien es hoy jefe de la Banca de Negocios en la Dirección Provincial del Banco Popular de Ahorro.
¿Qué opinión le merece la disciplina que caracteriza a los bancarios?
Aprendí su esencia cuando comencé en la Sucursal 5232 bajo la dirección de Alexis Trujillo Morejón, un profesional de amplia experiencia en el sistema bancario. Pero esas enseñanzas me acompañan hasta hoy. Allí supe que el banco no espera, si el horario de entrada es a las 7:50 a.m. no puedes atrasarte ni un minuto. Además, el horario de trabajo es inviolable, no se puede abandonar el puesto para ir a una tienda o a cualquier gestión y así me desempeño siempre, por lo que me considero una persona estricta hasta conmigo misma y con los demás, pero trato de ser ejemplo para poder exigir a mis subordinados con propiedad.
Me caracterizo por conocer primero sobre una determinada actividad antes de pedir que los demás lo hagan. Recuerdo que en una ocasión existía un oficial de salón que era un poco mayor y debía ocuparse de organizar la cola y dar un tique a las personas para que entraran por un orden, pero eso debía hacerlo mediante una computadora y muchos dijeron que el compañero no sería capaz de desempeñarse en ese puesto. Yo decidí irme a Ciego de Ávila para aprender y cuando vi de qué se trataba le dije que él si lo podía hacer, me di a la tarea de enseñarlo y lo hizo.
Así es el Banco, un lugar que educa y exige al trabajador.
¿Se considera una mujer realizada?
Claro que sí, mis raíces están en Tuinucú, allí crecí y me crie; desde ese sitio viajaba diario parea estudiar y luego trabajar en Sancti Spíritus, lo que denota un sacrificio, al principio de estar casada y con mis hijos pequeños me apoyaba en mi mamá; tras el fallecimiento de ella, las cosas se me complicaron, pero nunca la familia fue impedimento para desarrollarme profesionalmente. Será por eso que hoy me siento realizada en todos los sentidos, adoro a mis tres nietos y amo infinitamente mi trabajo, siempre atada a los números, pero útil.
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