Ni el mismísimo científico cubano Álvaro Reynoso supuso jamás que un central azucarero como el Melanio Hernández podría mantener durante seis meses moliendas interrumpidas todos los días por el insuficiente balance de materia prima, lo que obligó a trabajar bajo circunstancias adversas en cada jornada y, no obstante, logró mantener los parámetros de eficiencia fabril y cumplir su plan de producción.
El ingeniero Antonio Viamontes Perdomo, director de la Empresa Azucarera radicada en el poblado de Tuinucú, en predios del municipio espirituano de Taguasco, pondera que tales resultados de excelencia obedecen a la estabilidad de los profesionales y obreros calificados al pie de cada área estratégica del ingenio. No en balde, desde hace tiempo este central ha mantenido un lugar cimero en la eficiencia industrial en Cuba, incluso desde cuando molían más de 150 de estas fábricas.
Afirma el directivo que esta última fue una zafra agónica, por las limitaciones de combustibles y otros recursos que afectaron severamente la cosecha, alargada por medio año; sin embargo, la combinación del proceso productivo del ingenio con la Unidad Empresarial de Base (UEB) Derivados, a la cual le suministraron vapor en determinada etapa con el consiguiente ahorro de fuel oil, y la entrega de la melaza procedente del procesamiento de un acumulado de caña quemada molida, permitieron dividendos de excelencia en la producción de alcoholes ampliamente demandados por los clientes, con mejores precios que el azúcar; así como la entrega de una considerable cifra de energía eléctrica de la cogeneración de la fábrica de crudo al Sistema Electroenergético Nacional.
Estos y otros factores influyeron en que la Empresa Azucarera en su conjunto obtuviera también eficiencia económica, lo que favoreció el salario medio de los trabajadores, quienes renunciaron a 15 días de sus vacaciones para que la reparación de la maquinaria industrial esté lista para la próxima campaña, que debe arrancar en la última decena de diciembre.
Viamontes Perdomo añadió que, debido a las limitaciones de recursos claves como herbicidas, fertilizantes y combustibles, que han lastrado las siembras escalonadas de la gramínea en los últimos años, estarán obligados a realizar la próxima zafra a base de retoños; lo que reduce sobremanera el rendimiento agrícola de las unidades cañeras y, por ende, redundará también en una producción de azúcar crudo inferior a la de la recién finalizada contienda.
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