Ramona Trejo Sáez: Necesito a los niños

Una educadora con casi cuatro décadas de labor en Círculos Infantiles abre su alma a los lectores de Escambray en el aniversario 58 de creadas esas instituciones en Cuba

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Aunque su grupo es el quinto año de vida, los de sexto, que fueron sus pupilos, no paran de procurarla. (Foto: Delia Proenza/ Escambray)
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La dulzura de Moni es percibida por cada uno de los niños que pasan por sus manos. (Foto: Delia Proenza/ Escambray)

La sonrisa y la bonanza en el rostro no se le desdibujan. Son las mismas de cuando, décadas atrás, mis niñas se lanzaban a sus brazos, como quien sabe que el amor anida allí. Es la misma mujer ágil y maciza, pero con canas de 39 años en un ajetreo eterno, el de nunca acabar, porque no lo cree posible.

“Yo no sé estar fuera del círculo infantil. Te digo sin hipocresía: sin los niños no sé vivir”, declara. En un breve lapso de apenas tres meses del 2016 tuvo dos pérdidas enormes, cuenta, y solo los pequeños bajo su custodia, que son para ella el mayor deleite, la sacaron del bache.

 “Tuve que regresar urgente”, evoca, y se sumerge en reflexiones sobre la inminente jubilación, en febrero del año venidero, cuando su ausencia será breve, porque retornará. La nombraron Ramona Trejo Sáez, pero alguien un día la llamó Mónica y luego los chiquillos acortaron su apelativo. Desde entonces es Moni.

Lo mismo puede vérsele, cual abeja reina, en medio de un enjambre juguetón, que invitando al sueño con tono persuasivo o intercediendo en un conflicto por algún juguete. “Los amiguitos se respetan y deben compartir”, les dice. Y es eso lo que luego reproducen en sus casas; lo sabe por los padres, que escuchan a sus hijos mencionarla ante la mínima discrepancia.

“¿Lo que más disfruto?, el juego con ellos. Me gusta, porque echan a volar su imaginación, son muy creativos. Tenemos una granja preciosa: dan de comer a los animales, ordeñan las vacas, siembran y recogen las cosechas de vegetales…”. Centenares de adultos que vienen y van por las calles espirituanas fueron sus pupilos, pero ella todavía los llama niños.

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Aunque su grupo es el quinto año de vida, los de sexto, que fueron sus pupilos, no paran de procurarla. (Foto: Delia Proenza/ Escambray)

Todos la quieren, aunque ella no los reconozca a primera vista: el que la saludó en el hospital, en su traje de especialista; el que tenía ojos nostálgicos al acercarse al círculo infantil y pronto egresará de la Universidad; la que se desempeña como trabajadora por cuenta propia y tiene hijos bajo su ala. Es como un pacto de reciprocidad.

No me espero esta revelación sobre sus orígenes: “Nací en Sagua la Grande; estudié en la Escuela de Educadoras de Círculos Infantiles de Santa Clara y vine para acá mientras allá concluían e inauguraban Ositos de Peluche. Aquí me quedé”, relata. Primero en Gilberto Zequeira, y al cabo de un año, cuando tuvo a su niña y la matriculó en aquella institución, en Los Muñequitos.

 Del centro situado en la intersección de Carretera Central y Avenida de los Mártires, frente al edificio inicial de la Universidad, no ha podido moverse en todo este tiempo, por razones sentimentales. Tiene un círculo infantil próximo a su vivienda, en el reparto Olivos II, pero la atrapan los chiquitines que llegan, en grupos sucesivos, allí desde donde cursó la Licenciatura en Educación Prescolar, primero, y la Maestría en Ciencias de la Educación, después.

“Siento deseos de venir aquí hasta en las vacaciones. Los padres de los niños son mi familia, porque la otra familia la tengo lejos. Muchas de mis compañeras de antaño ya no están, pero me siento bien aquí”, confiesa bajo un frondoso árbol de mango, a un costado del patio donde los niños corretean.

Creó poesías sobre el Comandante en Jefe Fidel Castro, que hoy se escuchan en las voces infantiles, luego de ser presentadas por ella, como parte de un folleto, en el Fórum de Ciencia y Técnica. Moni habla con el alma. Yo reparo en las lágrimas que comienzan a brotar por las esquinas de sus ojos. “Me parece que no aguantaría un mes fuera del círculo. Decir ‘ya’, no puedo”.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

5 comentarios

  1. Gabriela Blanco Garay

    Fue mi tía de Circulo, mi circulo que tanto amo «Los Muñequitos», cuando fui en el año 2014 a Cuba, a mi Sancti Spíritus, al país que le debo tanto, visité las instalaciones y ahí estaba ella, que me recibió con una gran sonrisa que la caracteriza, lleguen a todos los educadores de la primera infancia mis mayores felicitaciones, llegue al cielo un beso enorme para mi madre, que supo defender siempre esa profesión.

  2. Hoy tengo 32 años y aún la recuerdo cuando estuve en el círculo la verdad que era muy buena con los niños que recuerdos me trajo leer todo esto me vino toda mi infancia del círculo a la mente

  3. Doy fe de que la Monikita es tal y como la describe la periodista y mucho mas que no escribe como que los medios de enseñanza los elabora ella misma con sus magicas manos de pomos y desechos de carton.Su caracter afable y servicial hace de ella uno de esos raros casos en que todo los que la conocen estan de acuerdo.:Es una persona especial,nacio para educar y yo me aprovecho de su trabajo y disfruto de la compañia del mejor regalo que ella y Dios me han dado..Su unica hija…Gracias Monikita

  4. Monica fue la seño de mi hijo mayor, que hoy tiene 20 años y aun la recuerda con mucho cariño. Felicidades para los que como ella, dejan esa huella en los màs pequeños de la casa.

  5. Muchas gracias Delia por enaltecer el trabajo de las Educadoras de los Círculos Infantiles, sin las cuales las madres trabajadoras no podriamos desarrollar bien nuestras labores; muy en especial por hablarnos de la «Tía Monica», del Círdulo Los Muñequitos, la cual se desborda en amor para con ellos; le agradezco mucho a ella y a todas las trabajadoras de este centro por cuidar tan biem a mi pequeño. Muchas Gracias.

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