¿La última oportunidad de Obama?

La administración de Obama tiene ante si quizá el último chance para los Estados Unidos de mejorar las relaciones con Cuba, desde los tiempos de Jimmy Carter… e, indolentemente, lo está perdiendo Llegado al poder bajo los mejores augurios de mejoramiento de las políticas internas en beneficio de su base

La administración de Obama tiene ante si quizá el último chance para los Estados Unidos de mejorar las relaciones con Cuba, desde los tiempos de Jimmy Carter… e, indolentemente, lo está perdiendo

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Llegado al poder bajo los mejores augurios de mejoramiento de las políticas internas en beneficio de su base electoral principal en los Estados Unidos —las minorías, la clase media baja y los pobres— y de las relaciones con la región latinoamericana y caribeña, incluida Cuba, el saldo del Presidente Barack Obama luego de seis años en la Casa Blanca resulta desalentador.

El primer mandatario negro en la historia de la Unión americana, de quien unos y otros esperaban el cambio que él tantas veces anunció durante su campaña electoral del 2008, ha dejado pasar de forma indolente —y hasta irresponsable— la oportunidad de hacer una política realista, sobre bases realmente democráticas, que priorizara los intereses de las grandes mayorías en su país y, al mismo tiempo, diera un vuelco a la negativa proyección imperial que tienen hoy los EE.UU. en el mundo.

Para nadie es un secreto que, hoy más que nunca, después del surgimiento y consolidación de la Unión de Naciones del Sur (Unasur), y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), cualquier acercamiento de Washington con los estados que integran estos bloques pasa cada vez más por una posible regularización de las tratativas con Cuba.

Obama así lo prometió en la reunión de Puerto España, Trinidad y Tobago, en 2009, cuando el entonces Presidente venezolano Hugo Chávez, en gesto de gran contenido simbólico, le obsequió el libro Las venas abiertas de América Latina, del prestigioso intelectual uruguayo Eduardo Galeano, que pone en la picota las históricas políticas de división, menosprecio y saqueo de los EE.UU. hacia nuestros pueblos.

Pero, aunque el Presidente estadounidense reiteró luego en algunas ocasiones su promesa, esta cayó en saco roto, a pesar de que, como no ocurría en mucho tiempo, los demócratas disfrutaron durante buena parte de la actual administración de una mayoría en el Congreso que les hubiese permitido —sin mayores desvelos— la introducción de iniciativas en el camino de un acercamiento hacia Cuba, empezando por la liberación de los Cinco antiterroristas encarcelados en 1998 durante el gobierno de William Clinton.

Por el contrario, Obama no interpuso sus buenos oficios cuando la defensa de esos Héroes cubanos apeló a la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, ni ha utilizado sus prerrogativas presidenciales, para indultarlos mediante decreto.

Ahora, cuando el prestigio de la isla alcanza niveles inéditos en la arena mundial, reciente todavía la aplastante derrota de USA en la ONU en ocasión de la votación de la ya tradicional moción de Cuba contra el bloqueo, y cuando sectores crecientes de la política y la sociedad estadounidense se proyectan por un cambio de actitud hacia la isla vecina y sus autoridades, parece que ha llegado el momento del ser o no ser shakesperiano en cuanto a la actitud de Washington hacia La Habana.

Seis editoriales consecutivos del influyente diario neoyorquino The New York Times dedicados a criticar el bloqueo, a elogiar la contribución cubana en la lucha contra el ébola, a reprochar la fallida política de cambio de régimen aplicada por 11 sucesivas administraciones norteamericanas contra la isla y a censurar el robo de cerebros de que hemos sido víctimas demuestran que “algo se mueve” en importantes esferas de la política y la economía en el país vecino.

Pero no solo ha sido el Times de la Babel de Hierro el que incide sobre el tema, sino que otras publicaciones como The New Yorker, The Guardian y The Observer reconocen también el inestimable aporte de Cuba en la cruzada contra la terrible enfermedad que azota a tres países africanos, en tanto diferentes personalidades de EE. UU. como el secretario de Estado John Kerry, y su antecesora en el cargo, Hillary Clinton, también han incidido sobre este acápite.

¿Escuchará Obama estos llamados cada vez más generalizados e insistentes? La mediocridad y falta de decisión del Presidente, puesta de manifiesto en este y otros temas, da paso al escepticismo y a la duda, por cuanto no ha querido o no ha sabido aprovechar las oportunidades que se le presentan.

De todas sus promesas electorales, en estos seis años de mandato Obama solo ha logrado retirar las tropas de Iraq —luego de haberlo destruido y desestabilizado— y hacer una tímida reforma de salud llamada por muchos Obamacare. En cambio, no acaba de hacer aprobar una nueva ley de inmigración que regularice la situación de más de 12 millones de extranjeros indocumentados en USA, ni cerrado la execrable prisión en la ilegal base aeronaval de Guantánamo, ni mejorado las relaciones con Cuba, ni atendido los reclamos de los mas pobres entre sus compatriotas.

La timidez y falta de decisión muy poco le han valido al Presidente para restar agresividad a los republicanos en cuanto a su política interna y externa. De nada le ha servido a Obama el mejoramiento parcial de los índices económicos, su reforma de salud y los paquetes crediticios que salvaron —al menos de momento— a los grandes grupos financieros de Estados Unidos.

Tampoco parecen ser “méritos” suficientes persistir en la presencia armada junto a la OTAN en Afganistán, intervenir contra el Estado Islámico en Iraq y Siria, haber ayudado a derrocar y asesinar a Khadaffi en Libia y la deposición del gobierno legítimo en Ucrania para imponer una banda ultraderechista en Kiev y crear un foco de guerra en las fronteras de Rusia, entre otras fechorías.

Ahora todo indica que se acerca un enfrentamiento entre demócratas y republicanos en el Congreso, por la ambición política y actitud intransigente de estos últimos en cuanto a temas como un proyectado decreto del Presidente para regularizar la situación de cerca de 5 millones y medio de indocumentados —a pesar de que dejaría en el limbo a otros 7 millones de ilegales—, además del estira y encoge en torno al envío o no de miles de militares adicionales a Iraq para enfrentar al EI en el terreno.

En estas condiciones, sería casi un milagro que el Presidente se pusiera pantalones largos y se decidiera por fin a implementar una política constructiva hacia Cuba que deje atrás más de medio siglo de hostilidad y de fracasos respecto a la Mayor de Las Antillas.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

2 comentarios

  1. Lázaro Izquierdo Martinez

    Casi puedo asegurar que el presidente norteamericano tiene muy bien en claro el intercambio que todas las sensatas deseamos pues OBAMA está libre de tensiones cosa que favorece a los demócratas para imponerse en las elecciones del 2016 pues el partido opositor comenzando enero tendrán a su favor integro el parlamento por lo cuál ese es un cuchillo con doble filo que se los pueden tácitamente clavárselo pues los fracasos a nivel de país íntegramente desfavorecida a los republicanos en las elecciones presidenciales donde las bonanzas parlamentarias el votante hispano el negro y el de todas las restantes minorías incluido los supuestos moderados romperán con golpes y porrazos en las urnas con la prepotencia republicana y eso ahora ellos lo saben por lo cuál seguirán sonando sus algarabías acostumbras incluidos los apátridas pero no moverán un solo dedo sí OBAMA hace uso de su derecho de liberar a los tres antiterroristas cubanos a cambio de Alan gross.Lázaro Izquierdo Martínez

  2. Mas allá de los limites de los estados de la Florida y New Jersey, la mayoría de los norteamericanos ni saben donde queda Cuba por lo que para el presidente no es una prioridad.El periodista tiene razón y los milagros en política no existen.

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