Visa de regreso

Razones por las que un espirituano decidió reasentarse otra vez aquí, tendencia creciente de la emigración en los últimos tiempos Jamás pensó irse de Cuba. Aquí mantenía buena clientela como barbero y vivía bien. Conversador y sociable, le gustaba visitar a los amigos o a la familia para compartir sin

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Ilustración: José Alberto Rodríguez

Razones por las que un espirituano decidió reasentarse otra vez aquí, tendencia creciente de la emigración en los últimos tiempos

Jamás pensó irse de Cuba. Aquí mantenía buena clientela como barbero y vivía bien. Conversador y sociable, le gustaba visitar a los amigos o a la familia para compartir sin mucho apuro. En absoluto lo encandilaron las promesas de pasear en yate con la botella de whisky a mano, los carros despampanantes o aquellas mesas tan bien servidas que llegaban en fotografías de allende el mar, como un spot publicitario permanente de Miami.

GHP* había visitado a una hermana en California en 1994. Allá trabajó en su restaurante y aunque ella había consolidado la economía familiar y le insistió para que se quedara, él se negó: “Le dije que no, que a mí aquel país no me gustaba”.

¿Y por qué no le gustaba el país más desarrollado del mundo?

“Porque yo soy una gente de pueblo, de muchas relaciones y allá no hay relaciones, es la trancadera. Aquí la libertad que tenemos es muy linda, tú sales y regresas, allá sales y puede que no regreses. A los seis meses volví para acá”.

Pero su esposa soñaba diferente. Cuando regresó, a ella le llegó el bombo o la lotería de visas que de vez en cuando Estados Unidos cuelga como carnada en su anzuelo. Primero él se negó a irse, mas su mujer comenzó a suplicarle porque toda la familia se encontraba bien instalada en Virginia. Al final, abandonó el país en 1995. “Yo no me fui por razones económicas. Me fui para acompañarla”, asegura a la vuelta de más de 20 años de residencia en Norteamérica.

Ahora GHP conversa con Escambray en la sala de su casa espirituana, después de recuperar la ciudadanía cubana en el 2014. Él forma parte de una estadística reveladora ofrecida en octubre de 2016 por José Ramón Cabañas, el primer embajador de Cuba en Estados Unidos luego del triunfo revolucionario: “Solo en los últimos dos años, habíamos tenido más de 13 000 casos de repatriación. Sin contar los que se están procesando”.

Algunos analistas consideran que actualmente el flujo migratorio crece en los dos sentidos, desde y hacia Cuba, a pesar de que como tendencia siempre resulta mayor la cantidad de migrantes que se mueve desde un país del Tercer Mundo hacia la mayor potencia económica mundial. Lo sorprendente aquí resulta que crezca la emigración en dirección contraria.

Las ventajas del regreso saltan a la vista: los reasentados en su patria vuelven a disfrutar los mismos derechos de los coterráneos y pueden desde trabajar en cualquier empresa, comprar una propiedad o montar un negocio, hasta recibir los servicios médicos y educacionales, entre otras bondades que ofrece el Estado.

Muchos coterráneos viven de hacer política en Miami, una ciudad donde la comunidad cubana se encuentra fragmentada, ¿no enfrentó dificultades allí por su forma de pensar?

“A veces tenía discusiones con personas que hablaban cosas que no eran correctas, se ponían a decir que aquí torturan, asesinan y yo les decía que eso era mentira, que allí tú si ves que la policía mata a uno, que le caen cuatro o cinco y lo asfixian en el suelo, pero en Cuba no se ve eso. En algunas ocasiones llego y canto: dicen los americanos que Fidel es comunista, que me pongan en la lista…, yo para darles cuero a algunos. Un día andaba en el carro con un amigo y había una manifestación en Hialeah, una en contra y una a favor. Dígole: baja la ventanilla donde están los contra y di ¡Viva Fidel!, lo dijo y le metí la pata al carro, para que no jodieran porque era un grupito que le pagan para eso, igual que los programas que te pagan para que hables mal de Cuba. No lo hacen de corazón, son unos descarados. Todo eso es política, eso acá no hace daño. Caigo mal en muchos lugares, llego y dicen: ‘Llegó el comunista’”.

¿Y cómo usted resolvía sus problemas de salud allá?

“La salud allá es complicada, yo no porque tengo Medicaid y Medicare, no me cuesta nada, pero no todo el mundo tiene eso porque los seguros son caros. Me lo dan todo, a veces traigo medicinas que las dono al Médico de la Familia. Pero un amigo mío cogió un catarro y se metió en el hospital, ni se lo curaron y luego le vino un cobro de 2 000 y pico de dólares. Allá todo es dinero, hija”.

                                         II

A este cubano reasentado, que muestra una vitalidad sorprendente para sus más de 70 años, nunca acabó de acomodarle el estilo de vida norteamericano. Como tantos otros emigrados, comenzó fregando platos en un restaurante chino donde le pagaban bien poco. Luego lo pusieron a desmontar y montar las mesas, trabajó en una pizzería, en una imprenta, hasta que volvió a ser barbero.

Entonces comenzó a ganar bien. La pareja compró una casa y permaneció en Virginia por una década. Más tarde se mudaron a Miami, aunque allí la nostalgia tampoco dejaba de consumirlo y volvió a Cuba por unos meses para intentar quedarse: “Cuando aquello no era fácil, te regresaban otra vez, hice gestión pero no aceptaban que casi nadie se quedara”.

Al llegar por primera vez a Estados Unidos, ¿cómo pudo adaptarse a un ritmo de trabajo y un idioma diferentes, a una cultura y una idiosincrasia ajenas? 

“El trabajo allá es muy intenso. Nunca dominé el idioma, estaba allí porque tenía que estar pero me sentía mal. En la barbería aprendí algo de inglés, trabajaba con el espejo y me comunicaba con algunas palabras claves. Cuando empezaban a conversar conmigo les decía: I’m sorry my friend, my english is little little (Lo siento, amigo, mi inglés es muy poquito). Pasamos trabajo, pero me fui adaptando y tenía muchos clientes americanos que me pagaban bien”.

¿Cómo trataban allá a los inmigrantes?, ¿nunca se sintió discriminado?

“A mí me trataban bien. En otros lados no era igual, allá muchos maltratan al obrero, abusan, hay que aguantar. En Miami, el mismo cubano que tiene dinero, los contrarrevolucionarios maltratan a los trabajadores. A los 65 años ya me retiré”.

En Miami la pareja necesitó vender su casa por las altas cuotas de pago y se mudó para un tráiler. Luego se separaron. Él solo pensaba en volver: “Decidí venir completo para acá, le dije que hiciera su vida, que la obsesión mía era Cuba. A mí me fue bien, pero no me gusta el sistema ni la forma de vivir allá. A mucha gente no le gusta, pero tienen ya un retiro y si vienen —como está el bloqueo— no pueden recibir el dinero. Por eso viajo, estoy un mes, cojo mi dinerito y vengo. Construí aquí porque mi futuro es este país”.

                                          III

En las modificaciones a la ley migratoria, publicadas en la Gaceta Oficial No. 44 del 2012 y vigentes desde el siguiente año, se establece el procedimiento para resolver las solicitudes de residencia en el país que presentan los cubanos emigrados, las cuales deben establecerse ante los Consulados cubanos en el exterior o la Oficina de Trámites del Ministerio del Interior que corresponda.

En estos casos la respuesta debe llegar en el término de 90 días y solo se exige un grupo mínimo de requisitos: presentar el pasaporte corriente vigente, informar la persona de referencia que aquí se compromete a garantizar el alojamiento y manutención cuando deba hasta tanto el interesado pueda disponer de vivienda e ingresos propios, y pagar el impuesto o arancel consular, según corresponda, entre otros detalles.

Cuba siempre ha buscado fortalecer sus lazos con la emigración. La nueva política migratoria mucho ha contribuido con esta intención. Recientemente, Ernesto Soberón, director de Asuntos Consulares y de Cubanos Residentes en el Exterior del Minrex, valoró su impacto: entre enero del 2013 y el 31 de diciembre del 2016 viajaron 671 000 ciudadanos cubanos al extranjero por motivos personales y solo el 9.6 por ciento se declararon emigrantes. Específicamente hacia  Estados Unidos, solo el 5.7 de los que salieron hacia ese país se declararon emigrados, sin incluir a los 20 000 visados normalmente.

GHP nunca hubiera puesto su vida en riesgo para salir del país. Ahora con doble ciudadanía (española y cubana) y la residencia en Norteamérica, viaja con frecuencia y, como muchos, aprovecha para traer algunas libras con encargos que cobra con el fin de abaratar su pasaje. Antes permanecía más tiempo aquí, pero con las señales del nuevo Presidente regresa cada mes por temor a perder su retiro. 

¿Cómo tomaron allá la noticia de la eliminación de la Ley de pies secos-pies mojados?

“Para los contrarrevolucionarios eso cayó como una bomba  porque ellos querían que siguieran llegando cubanos, querían mantener esa ley. Piensan que Trump va a permitirlo de nuevo y me parece que no porque él está en contra de la emigración ilegal.

“Muchos cubanos van para allá con una ilusión, embullados y cuando llegan tropiezan con la verdad, se lamentan, pero ya metieron la pata. Quisieran volver, algunos tienen temor a que los traten mal, pero nosotros hemos virado y no nos discriminan. Otros van a luchar con la idea de cuando sean mayores regresar y otros maldicen a Cuba, pero esos no tienen patria”.

¿La mayoría de los cubanos en Estados Unidos se manifiesta a favor de que levanten el bloqueo?

Claro, seguro, los que no están de acuerdo son los políticos.

¿Qué reacción le provocó la muerte de Fidel?

Mucha gente lo sintió en Estados Unidos. Yo lo sentí, pero en la calle aquello fue apoteósico, alegrándose. Entrevistaron a Juanita, su hermana, dijo que nunca estuvo de acuerdo con él, pero que era su hermano y no se alegraba de su muerte, que muchos le tenían miedo y por eso no venían a hacer lo que él hizo, que por qué no venían y se metían en la Sierra y hacían una Revolución, que de palabra allá lo que estaban era sacando dinero. Ella les cantó las cuarenta.

Después de 20 años en el exilio, ¿qué representa Cuba para usted?

Mi posición siempre ha sido definida, yo siempre he estado con Cuba. Esta es mi tierra, esta es mi sangre. Vengo en el avión, veo mi tierra y es una alegría del carajo, la gente cuando van de aquí para allá llegan a tierra americana y aplauden; yo no, porque quisiera enseguida virar para atrás y ver a mi Cuba verde”.

*El entrevistado prefirió el anonimato por temor a los efectos del bloqueo u otras presiones del Gobierno norteamericano que implicaran perder el retiro y la ayuda financiera que recibe.  

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

13 comentarios

  1. calixto del Yayabo

    Cada artículo de opinión genera, precisamente, opiniones. Por lo general, cuando se habla de este tema, no pocos aseguran que ha sido un artículo por encargo. No niego que puede suceder, pero quien conoce a Mary Luz Borrego sabe de sobras que podrán orientarle opinar acerca de algún tema, pero nadie dicta qué decir. También es común que determinadas personas juzguen a otras con opiniones diferentes como ignorantes, dogmáticas, con poca o ninguna inteligencia, manipuladas o con lavados de cerebro. Les aseguro que Mary Luz es de esas profesionales del periodismo crítico, eso sí, revolucionario, para nada dogmática, con suficiente inteligencia para llegar a conclusiones propias. Por tanto descarto todas esas aseveraciones. Respecto al tema objeto de su artículo es una experiencia de un cubano que merece ser tenida en cuenta como la de tantos otros, que sirva para desterrar en no pocos el complejo a reconocer que no le fue bien en otro lugar y regresa sobre sus pasos, como también es útil para que otros se reafirmen en sus decisiones sin arrepentimiento. Lo más bonito es respetar las diferencias y, por sobre todas las cosas, amar a esta isla por lo que representa para todo cubano.

  2. a mi que me da que esta entrevista es un postureo y el periodista se ha metido en un jardín enfangao y poco a poco lo han desplumao. eso sin contar los comentarios censurados.
    que no.
    que no cuela.
    no se lo cree nadie.

  3. si yo tuviera que irme de mi tierra solo lo haría por miseria o política, como unos cuantos compatriotas debieron hacerlo y muchos cubanos por lo que se vé. Es natural el deseo de volver a su tierra, pero la Cuba que yo vi como turista argentino, me llenó de tristeza por la pobreza de su gente, educada y amable, pero no alegre.
    Ojalá el pueblo cubano recupere sus derechos y construya una patria libre (personas y sociedad) y soberana, lo merecen. Como latinoamericano brindo por ustedes.

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