Acosta Danza: Una verdadera joya sobre el escenario

La compañía regaló a Sancti Spíritus obras que develan su sui géneris sello, sin precedentes en la isla

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En Acosta Danza Cada bailarín se convierte en un personaje diferente y con cada uno, una historia. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)
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En Acosta Danza Cada bailarín se convierte en un personaje diferente y con cada uno, una historia. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Sobre el escenario del Teatro Principal, Acosta Danza imanta. Los pies apenas rozan el tabloncillo, los movimientos de los brazos se roban gran parte del espacio; transiciones de lo neoclásico a lo contemporáneo fluyen imperceptibles ante los ojos no especializados. Una verdadera joya atrapa. El público se une desde sus asientos a cada desplazamiento.

Una energía inusual se adueña del coloso espirituano desde que el telón delata la presencia, entre penumbras, del bailarín que rompe el silencio con El salto de Nijinsky, obra inspirada en pasajes de la vida de ese gran mito de la danza clásica, el ucraniano Vaslav Nijinsky, con coreografía de la española María Rovira.

Los ritmos de drums y violín dictan los pasos del dramatismo en escena. Otros cuerpos se unen a la danza. La expresividad, en su nivel máximo, se alcanza mediante la gestualidad de los brazos, como si fueran elementos inherentes al ser humano. La coreografía introduce a quienes le siguen en la mente prodigiosa de un ser extraordinario que tanta gloria ahogó. Cada bailarín se convierte en un personaje diferente y con cada uno, una historia.

Las ovaciones estallan. Una gran parte del auditorio salta de sus lunetas. El inicio da por sentado que Acosta Danza es todo un éxito en Sancti Spíritus.

La segunda obra, Impronta, también de Rovira, colmada de luces azules, conduce al folclor heredado de la cultura afro. La bailarina seduce, coquetea, parece escapar, pero regresa con movimientos gestuales de hombros y caderas, resultado de un total éxtasis. Una técnica virtuosa confirma que se disfruta de una compañía sin precedentes en Cuba por regalar en cada segundo de la puesta un discurso contemporáneo.

Y como despertador de sentimientos, la música de Agustín Lara, interpretada por Chavela Vargas, llega en el momento exacto. Acompaña al dueto Soledad, del coreógrafo  Rafael Bonachela, quien sabe muy bien que para amar también es necesario el desamor porque el corazón, en ocasiones, se vuelve terco, no entiende de razones y se aferra a imposibles.

Un breve descanso de 15 minutos. En el Principal solo se dejan escapar palabras de sorpresa, agradecimientos por ser testigos de un hecho sin precedentes. No se quiere ser absoluto, pero ha sido de las mejores propuestas de los últimos tiempos llegadas a predios yayaberos. La campana anuncia el regreso. Las cortinas se descorren…

La muerte de los cisnes, recreación basada en la idea original del ruso Mijaíl Fokin y con adaptación del propio Carlos Acosta, insiste en que hay conflictos entre los seres humanos que no pasan con los años. La bailarina con su tutú y zapatillas de puntas sobresale por su elegancia. En cambio, el joven que le acompaña dialoga desde lo contemporáneo, sin perder la estética de la escuela neoclásica.

Y con la adrenalina a millón, regresa otra pareja al compás de Nosotros para contar su relación como pareja en la vida y en la profesión. Pero hacen más, nos develan un elemento esencial dentro de la danza: una complicidad extrema sobre el escenario. Miradas, gestos, cuerpos que se funden, pasión evocadora…

Mientras, el cierre sella ya todo el ambiente de lujuria con Alrededor no hay nada, del español Goyo Montero. En esta ocasión, los poemas del español Joaquín Sabina y el brasileño Vinicius de Moraes marcan cada gesto. Al final un jazz convida a apostar de que todo es posible. Lo dice el poeta del Gigante Suramericano y Acosta Danzalo confirma.

Tanto es así que, además de ese mágico espectáculo, la compañía fue hasta la Escuela Elemental de Arte Ernesto Lecuona, de Sancti Spíritus para compartir con quienes se forman allí en la manifestación de danza y dejarles, un tanto, sus saberes.

No resulta inusual que ocurra. Un grupo artístico-docente en su interior enseña a bailar a su cantera de la mano de todas las técnicas, sin encasillamientos porque eso es Acosta Danza, una verdadera escuela de autenticidad, cubanía, virtuosismo y exclusividad.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

2 comentarios

  1. Roberto González Quintero

    Muy buena noticia solo que la población no pudo disfrutar del espectáculo xq el primer día «dicen» q solo vendieron 100 entradas ya que el resto de las butacas eran para: «**la escuela de música**» el partido y el gobierno (dicho con esas mismas palabras por un trabajador del teatro) y el 2do día solo vendieron 60 entradas (porque vendieron 15 personas de la cola a 4 butacas por cada uno), el resto según una explicación de un señor que salió a explicar, fueron: 44 entradas para los 22 trabajadores del teatro y para cultura, gobierno y partido.
    El sábado 9 en horas d la noche hubo una actuación de un grupo d teatro desconocido, las entradas eran a $ 5.00 y sobraban las butacas, llamaban las personas para si querían entrar y no había invitados de ninguna escuela, ni de cultura, ni del gobierno ni del partido
    ¿Por qué pasan estas cosas en un territorio q tiene un «»»TEATRO»»» de solo 300 lunetas?

  2. Lo triste de la presentación de esta hermosa compañía fue el primer día. No avisaron al público que acudió con sus hijos a verla y al llegar se quedaron fuera porque habían repartido invitaciones. Y entre invitados y amigos…el teatro estaba lleno. Considero que fue una muy mala organización.

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