Apuesto siempre por las musas

Asegura el cabaiguanense Roberto Javier González Rodríguez, quien se hizo noticia en las últimas horas al merecer los lauros literarios Portus Patris y Aldabón

La obra premiada por Aldabón, en Matanzas, se sostiene en las técnicas aprendidas en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, en La Habana. (Fotos: Facebook)

Del niñito que corría desde El Corujo, a un lado de Cabaiguán, hasta el taller literario Rubén Martínez Villena, de ese municipio, quedan las mismas ansias de incrustar en un papel cada sueño que se le posa sin pedir permiso. Las imágenes se amontonan, le martillan… Solo encuentra la paz cuando las deja escapar entrelazadas por las letras.

Ocurre así prácticamente todos los días. Roberto Javier González Rodríguez, el mismo que sale al campo que embellece La Caoba — finca donde germinan los frutos familiares— y que colgó su título de licenciado en Contabilidad y Finanzas, precisa escribir. No se trata de un oficio, sino de una necesidad.

“Apuesto siempre por las musas. No hay nada más gratificante para un artista que el momento donde sientes el golpe, el martillazo ese en la cabeza que te obliga a dejarlo todo para crear”.

Y cumple con ese mandato. Basta hojear su currículo. Con 30 años, Roberto Javier hoy es uno de los escritores jóvenes de la provincia con mejores resultados a nivel de país.

“He estado frente a un complejo análisis financiero y he dejado todo para escribir el primer párrafo de un cuento porque si no lo agarras en ese momento corres el riesgo de perderlo. Incluso, soy de los que apuestan por la escritura tradicional, es decir a mano. El lápiz se convierte en la voz de la musa y, en mi caso, justo ahí salen las mejores historias”.

Roberto Javier ha encontrado en la AHS una hermandad necesaria para crear.

Lo dice con el amor incondicional de un padre hacia un hijo. Pero también lo evaluó así recientemente el jurado del Premio Literario Portus Patris, con sede en Las Tunas y el más antiguo en materia de letras que convoca la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en el país.

“Ese lauro fue por Buffet delirante. Me divertí mucho escribiéndolo porque jugué con la sensación que se siente al llegar a un restaurante buffet y no saber qué plato escoger. Es por eso que pretendo que al terminar la lectura nos preguntemos: ¿con cuál situación me quedo?

“Es un libro donde apuesto por la empatía, un punto en lo personal muy importante a la hora de escribir. Cuando el lector no se siente identificado y no es capaz de pensar que puede experimentar sensaciones semejantes a las que narro creo que no funciona la escritura.

“En Buffet delirante intencioné las técnicas aprendidas en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, en La Habana”.

Pero no solo se hizo eco en el Balcón del Oriente Cubano con ese lauro, sino que mereció el premio colateral Pedro Verdecie, que entrega la Biblioteca Provincial José Martí de ese territorio.

Distante de la propuesta y estilo, de esas líneas nació otro texto. Roberto Javier, que ha sido leído, además, en México y Argentina, decidió enviar Precisión milimétrica al VII Premio Aldabón 2025, convocado por la AHS y Ediciones Aldabón, de su filial en Matanzas, de conjunto con el Centro Provincial del Libro y la Literatura, con el objetivo de estimular y promover la creación literaria entre los jóvenes escritores de todo el país.

“Ese texto estaba en reposo desde hacía algún tiempo. Terminé de escribirlo a finales del año pasado y lo dejé en la gaveta. Hago así con las escrituras que considero que precisan de un proceso de maduración.

“Me dolió redactarlo. Son historias que necesitaron de esa metamorfosis, donde el escritor se convierte en personaje y solo así es capaz de poner el punto final. Alguna vez leí que la perfección no es más que una pulida colección de errores y esa fue, precisamente, mi intención mientras construía cada una de sus historias.

“Aposté por proponerle al lector personajes y situaciones donde cada camino que tome la historia parezca el correcto. Pero quien lee decide si es o no. Al parecer, el jurado lo percibió así y agradezco mucho ese otro premio”.

Además de ser un orfebre de la escritura, Roberto Javier González Rodríguez también ha entendido que aprovechar los espacios competitivos, más que ubicar su nombre en la cúspide momentánea de determinado contexto artístico, abre puertas a la máxima de todo escritor: publicar.

“Los eventos son una oportunidad para ubicar nuestras obras y que transiten solas el resto del camino. Comparo mis textos como si fueran hijos y no hay nada más lindo en la vida que el goce de un padre cuando disfruta del andar de su pequeño.

“Tengo la convicción de que actualmente en Cuba son esos espacios la mejor oferta para darnos a conocer, expresar nuestras inquietudes, compartir las lecturas, confraternizar, algo tan necesario en el mundo artístico”.

Al mirar por el retrovisor de su carrera, se encuentra de frente a la AHS. Es un eterno convencido de que la organización, que en este 2025 transita hacia sus cuatro décadas de vida, se erige como verdadera aliada para su trayectoria por las letras.

“Fue una puerta que hace algunos años toqué y que me recibió con un fuerte abrazo y palmada en el hombro. Dentro de ella he abierto otras muchas puertas. En cada una he dejado escapar mi voz de escritor a través de la participación en coloquios, lecturas y otros espacios.

“Todo joven que se interese por crecer en cualquier manifestación artística debería llegar a la Casa del Joven Creador de su territorio. Se sorprenderá de las muchas oportunidades. También creo que la AHS espirituana precisa expandirse, salirse de los perímetros de la institución.

“Realmente, opino que es la plataforma idónea para que los jóvenes podamos decir: ‘Aquí estamos y esto es lo que queremos hacer’. Se cobija en la organización una hermandad donde siempre encontramos la palabra de aliento y el impulso a seguir adelante”.

Consecuente con ello, un nuevo reto mueve su tintero.

“Escribo una novela por los pasos del realismo mágico. Soy fiel alumno de la obra del Gabo. Siempre he respetado mucho esa estructura narrativa. Suelo compararla con un árbol que parte desde las raíces, el tronco, las ramas…; los elementos que me permiten desarrollar toda una historia; pero creo que es momento de probar nuevas experiencias en el mundo narrativo.

“Siento que el cuento es mi lugar seguro, de paz. Por ello, entre capítulo y capítulo, a veces surge la idea de uno y tengo que dirigir la escritura a satisfacer esa necesidad. También intento un poco de poesía, aunque realmente es un género que respeto y admiro mucho. Lo que se logra decir en tres versos, preciso de 15 páginas de narrativa. Mientras tanto sigo feliz con el rumbo que toma la novela y veremos qué destinos tienen sus personajes”, concluyó.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

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