Trae el blanco de la paz en su bata y en su cofia, y el amor y el alivio en sus manos. Durante 50 años ha sido así y es lo que lleva como símbolo de su profesión la espirituana Bárbara Pérez Águila, enfermera anestesista, trabajadora del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos y con misiones de colaboración en Venezuela y Guyana.
La sensibilidad y el humanismo de su madre fueron su primera y gran motivación; luego, el legado de sus profesores: las licenciadas en Enfermería Ofelia Cancio, Miriam Vives, María Antonia Ribalta, Digna Marín y Evidia Álvarez González, primera cubana condecorada con la Medalla Florence Nightingale.
En los salones de parto del entonces Hospital Materno Provincial asistió la llegada al mundo de generaciones de espirituanos; en el Camilo Cienfuegos también ha dejado grandes lecciones de que la Enfermería es responsabilidad y ejemplar cuidado del paciente; y es ser, también, voz de los enfermos, según los preceptos del destacado escritor y periodista estadounidense Walt Whitman, quien fungió como enfermero voluntario durante la guerra civil norteamericana.
En la vida de Bárbara Pérez Águila se encuentran como flores las historias por contar durante su misión en Venezuela entre 2010 y 2013.
En el Centro de Diagnóstico Integral (CDI) Salvador Allende, de Chuao, en el Distrito Capital, trabajó en la Sala Hospitalización, de Terapia Intensiva y en el Servicio de Emergencias.
“Allí era frecuente la llegada de personas víctimas de tiroteos, y fueron muchas las vidas que salvamos. Éramos realmente un equipo y eso ayudó mucho para enfrentar los casos difíciles que nos llegaban, como aquel hombre, blanco de un disparo en el cuello y que logró sobrevivir gracias a los procederes realizados. Además, tuve otras experiencias fuertes como enfermera vacunadora en una cárcel de aquel territorio”.
En 2014, Guayana Británica se convirtió en escenario de la misión sanadora de esta mujer, para la cual de nada vale la sabiduría cuando falta la necesidad interior de salvar.
“Después de nueve años sin entrar a un salón de operaciones, volví a ese mundo y fue motivador ser parte del equipo quirúrgico en la realización de cesáreas y de cirugías complejas a niños y adultos.
“Al centro médico llegaban muchos pacientes con mordeduras de serpientes y con lesiones, a veces graves, provocadas por animales. Tuvimos un politraumatizado mordido por un cocodrilo y con el brazo en muy malas condiciones. Gracias a todos los procederes ejecutados oportunamente y a la pronta remisión para otro centro de salud el señor no perdió su brazo. Esta acción de los médicos cubanos fue noticia y hasta se publicó en la prensa local”.
Nuevamente en la República Bolivariana de Venezuela (desde 2024 hasta hoy), la seño Baby apuesta por la gratitud de los más necesitados.
En el CDI Parque Galindo, en el estado de Miranda, municipio de Sucre, actualmente integra el equipo médico que practica cesáreas y otras terapéuticas ginecológicas. No por rutina, cada alumbramiento es para Bárbara Pérez Águila un hecho extraordinario, y realmente es así, ¿qué es un parto sino luz?

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