En la Iglesia Parroquial Mayor se daba sepultura a los vecinos, pero con el aumento de la población se creó en el patio un lugar sagrado hasta que en 1804, con la visita del Obispo Espada, se prohibió y se dispuso la construcción de un cementerio general.
En la actualidad se mantiene la bóveda funeraria, en la antigua capilla del Rosario, hoy capilla del Santísimo. Allí yacen los restos del monseñor Pablo Tomás Noya Minguez, quien fue durante 46 años párroco ejemplar de esta iglesia.
Pablo Noya fue un ser indispensable en la historia de la Iglesia Parroquial Mayor y su obra fue monumental en los ámbitos político y social, por su apoyo incondicional a la sociedad. Gracias a sus méritos fue propuesto a obispo.
Al “Padre Noya”, como se le decía cariñosamente, se honra cada día en una de las entradas al mayor templo católico de Sancti Spíritus.
Escambray Periódico de Sancti Spíritus













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