El cardiólogo que salió de la Cueva del Humo

Este 3 de diciembre, Día de la Medicina Latinoamericana, Escambray dialoga con el doctor Carlos Javier Muñoz Nazco, natural de Kilo-12, Sancti Spíritus, quien intentó ser piloto y terminó como un reconocido cardiólogo

Desde 1994, el doctor Carlos Javier labora en el policlínico Rosa Elena Simeón, de La Sierpe. (Fotos: Arelys García/Escambray)

Cardiólogo al fin, anda con un decálogo de consejos infalibles, aprendidos de los excelentes profesores de Medicina que ha tenido, y del hábito de leer, que siempre abre caminos a los aciertos.

El especialista de primer grado en Medicina Interna y con verticalización en Cardiología Carlos Javier Muñoz Nazco nació correteando en la Cueva del Humo, en el barrio de Kilo-12, en la ciudad de Sancti Spíritus, y se aplatanó en La Sierpe hace más 30 años. Desde entonces —cuenta el pueblo— anda reparando corazones y sanando vidas.

PROFESIÓN DE FE

Dialogo con una sierpense hipertensa y diabética, quien días atrás llegó al policlínico con la presión “por los elementos” y, según sus propias palabras, el doctor Carlos Javier la entró en cintura con la dieta y le habló sin medias tintas sobre la cuerda floja en la que estaban su salud y su vida.

Así de directo es este médico y consejero, quien, en la práctica, sigue los dictados del clínico canadiense William Osler de no solo tratar la enfermedad, sino, también, al paciente que la padece.

Ahora, esta periodista lo tiene al frente, no, precisamente, para un examen clínico y sí para escudriñar en sus más de tres décadas de ejercicio en este pueblo, rodeado de potreros y arrozales, que aprendió a amar caminando sus calles, hablándole a su gente, sin dejar de mirarle a los ojos.

“Ninguna profesión tolera la mediocridad; pero la Medicina mucho menos”, sostiene este médico espirituano.

¿Los caminos de la Medicina estaban predestinados para usted?

Puede ser. Yo salí de ahí, de la Cueva del Humo; ahí me rajaron la cabeza como 10 veces (sonríe). En esa época (a mediados de los años 80), salir de allí y convertirse en médico, te puedes imaginar…; pero, bueno, mi hermana, que falleció muy joven, y yo nos hicimos médicos.

En realidad, lo que me gustaba era ser piloto; incluso, estudié dos años en los Camilitos (Escuela Militar Camilo Cienfuegos) e hice un entrenamiento en la academia militar de San Julián, en Pinar del Río; pero me operaron de un tímpano y no pude seguir. Luego, por el promedio, opté por Medicina y tuve el privilegio de tener compañeros de estudios muy talentosos, por ejemplo: Diana, la genetista; Del Cristo, el cirujano; Albertico Fonseca, también cirujano; Idel, el urólogo; Rodolfito, Alexis Álvarez… Éramos 30 en esa aula y los 30 hicimos especialidad directa.

Nos graduamos en el año 1990 de Medicina y luego, hice la especialidad de Medicina Interna y un curso de Terapia Intensiva. Tuvimos profesores magníficos, algunos vinieron de La Habana y otros de Santa Clara; hablo, por ejemplo, de Carlos Mario, de Anatomía; Armandito, de Fisiología, el doctor Puga, de Embriología… De aquí, de Sancti Spíritus, tuvimos el honor de contar con los profesores Sila Castellón, Lázaro Rodríguez, César Ramírez, Luis Acosta, Bárbara Rafael, Félix González, Ornia, Guardiola…Todas las estrellas se alinearon, en verdad, para que saliéramos muy bien preparados.

Cuando terminamos en 1993 la especialidad nos ofrecieron la posibilidad de quedarnos trabajando en el Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, pero un día me hacen la propuesta de venir para La Sierpe y darme casa y acepté. Empecé a trabajar en el policlínico Rosa Elena Simeón el 24 de enero de 1994.

Más de tres décadas en el policlínico de La Sierpe es casi una vida…

Cuando llegué, otros médicos se incorporaron junto conmigo: el doctor Rafael Emilio como clínico del Grupo Básico de Trabajo, Ignacio y Julito como ginecólogos y yo como especialista de la Sala de Medicina Interna; todos nos fuimos quedando y quedando, hasta los días de hoy. 

En 1998 inicié la verticalización en la especialidad de Cardiología en el Camilo Cienfuegos. Nos examinamos en el 2001; año en que comenzó la terapia de cuidados coronarios. Cuando terminé, asumí aquí, en La Sierpe, la consulta provincial de Cardiología de proyección comunitaria, y gracias, también, a un curso de Ecocardiografía que recibí, realizo algunos exámenes diagnósticos con el equipo de ultrasonido del que disponemos, al que que le faltan quizás algunos elementos; no obstante, sí orienta mucho y ayuda al diagnóstico y al tratamiento de los pacientes.

Desde 1995 llevo, también, la consulta de Hipertensión Arterial, que se imbrica con la Cardiología y la parte clínica.

¿Ejercer la Cardiología desde La Sierpe ha puesto límites a su crecimiento profesional?

Soy de los que piensan que el lugar no importa; cuando he necesitado hacer algo, lo he hecho. Nadie me ha puesto límites porque toda superación profesional va a favor de la salud de la gente. Cursé una maestría en Urgencia y Emergencia e hice 17 diplomados, incluso, uno en Ginecología. Nada te pone frenos.

Aquí, en La Sierpe, los médicos estamos a casi 50 kilómetros del Camilo Cienfuegos; sin embargo, no hemos permitido que el tiempo y la tecnología nos pasen por encima.

Estudio permanentemente; estoy suscrito a dos sitios web, que, por cierto, son interactivos; lees, preguntas, intercambias con otros profesionales. La actualización es una necesidad para quien ejerce la docencia; soy profesor asistente y trato de que mis muchachos se preparen. Creamos un grupo de WhatsApp, compartimos bibliografía actualizada, y todo lo que leo se lo doy a ellos. Me satisface mucho que nuestros estudiantes, cuando son examinados en Sancti Spíritus, salen muy bien.

En la Medicina, y es un consejo que doy a los más jóvenes, si vas a ser un mediocre no la ejerzas, ninguna profesión tolera la mediocridad; pero la Medicina mucho menos porque los errores aquí se tapan con tierra. Nadie es infalible, pero hay que estudiar, hay que chocar con la letra de molde todos los días.

¿Cuánto valor le concede a la disciplina del paciente?

Una persona debe ir al médico cuando está dispuesta a separarse de lo que lo está enfermando; eso, más menos, escribió Hipócrates. Siempre hago charlas y explico cuestiones básicas. No soporto que mis pacientes estén gordos. Los veo en la calle fumando y les llamo la atención. En ese sentido, trato de dar el ejemplo porque corro todos los días, a las cinco de la mañana o por la tarde, depende.

Hay personas que quieren mantener la presión controlada solamente con medicamentos, y hay muchas otras cosas que puedes hacer por tu salud. Tengo pacientes que he logrado quitarles los medicamentos, solo con llevarlos al peso ideal y eliminándoles los mayores factores de riesgo de la hipertensión o para las enfermedades coronarias.

VENEZUELA: TRAZOS SOLIDARIOS

En escenarios asistenciales y docentes en la ciudad de Caracas y el estado de Barinas, el reconocido doctor Carlos Javier también formó parte de la epopeya médica cubana en Venezuela, adonde arribó en dos ocasiones: 2007 y 2014.

En los servicios de Terapia Intensiva de Coche, Fuerte Tiuna, Las Acacias…, ubicados en distintos puntos de la ciudad de Caracas, muchos venezolanos humildes retornaron a la vida. “Demasiado bien nos trataron”, decían algunos, cuando en un solo apretón de manos daban las gracias a los doctores cubanos.

En Barinas, tierra llanera y de partos fértiles como el del líder bolivariano Hugo Chávez, el profesional espirituano tuvo el privilegio de ser el médico de su mamá y de su papá, a quienes consultaba cada 15 días. Era un ritual. “Ese contacto con ellos me alimentó mucho”, expresa el cardiólogo de cabecera de Hugo de los Reyes Chávez y Elena Frías.

Usted no falta al principal mandamiento de la Medicina: servir.

Tiene que ser así. He salido de una guardia y he tenido que ir con un médico de la familia a ver un electro de un paciente; de regreso, me he bajado de un carro y así, lleno de tierra, he tenido que ir para el policlínico porque me han llamado para atender una urgencia. En ese momento, claro está, no puedo decir que vengo cansado. Otras veces ando con la vestimenta de campo y así mismo tengo que venir. Es la profesión que elegimos. Te lo dice aquel muchacho que salió de la Cueva del Humo, Kilo-12, y se hizo cardiólogo.

Arelys García

Texto de Arelys García
Máster en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus. Especializada en temas sociales.

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