El corazón no dejará de latir

Asunción ha sido para los cubanos una batalla dura de la que se llevan medallas y lágrimas, también lecciones de qué hacer en el futuro para un evento que se mostró exigente en varias pruebas con algunas actuaciones de “grandes” y varios récords propios

Este sábado las cubanas Diorgina Castillo y Yisnoly López mandaron en el C-2 a 500 metros. (Foto: JIT)

Entre paletadas de canotaje, la palanqueta de las pesas, los bellos rituales de la gimnasia artística, los palos del golf y las patadas del kárate, se suceden los últimos latidos de los II Juegos Panamericanos Junior que han mantenido altiva y rugiente a una parte de la urbe capitalina de Paraguay.

Desde que en lo alto de Asunción el pebetero combinó en armonía las piruetas de la tecnología con los íconos culturales guaraníes afincados en los genes de esta nación, pasaron 16 intensos días de competencia y confraternidad, de disfrute y tensión, de vigor y energía juvenil de una fiesta que extrañó la presencia de aficionados, quizás envueltos en una vorágine que no les permite ausencias laborales, quizás porque este pueblo es definitivamente futbolístico, pero no necesariamente deportivo, aunque puje ahora para serlo.  

Ha sido para los cubanos una batalla dura de la que se llevan medallas y lágrimas, también lecciones de qué hacer en el futuro para un evento que se mostró exigente en varias pruebas con algunas actuaciones de “grandes” y varios récords propios.  

Más allá de las preseas que no rozarán las 70 de hace cuatro años en Cali-Valle, Colombia, mucho menos los 29 títulos, queda la épica de quienes tuvieron aquí su primera experiencia internacional y así y todo lograron, como la taekwondoca Anaysel Léon, llevarse un bronce en un segundo. Los que como la canoísta Yisnoly López le arrebataron al agua medallas a fuerza de coraje. Y quedan todos los que lucharon por un pueblo y una bandera, la misma que el declatonista Josmi Sánchez arropó en un grito en medio del estadio atlético.

Este Asunción de rascacielos, tereré, chipa y auténticas raíces guaraníes, cierra, pero deja el corazón en los Juegos, con sus días que trasmutan de un abrigo glaciar, a camiseta y short hasta una capa para amainar tormentas. Deja la calidez de su gente que te arropa sin dobleces y te regala una sonrisa como la medalla mayor de la cita.  

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

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