Cuando en el año 1922 Fernando Ortiz, el entonces propietario de la finca rústica La Yaya, decidió inscribirla en el Registro de la Propiedad del Término Municipal de Jatibonico, lejos estaba de suponer que, a la vuelta de más de un siglo, ese lugar de suelos llanos y oscuros, ideales para el desarrollo de los cultivos y la ganadería, estaría habitado por numerosas familias distribuidas en varios edificios de nuevo tipo.
Tampoco imaginaría que desde esos parajes saliera, durante la etapa más prolífera de la producción cañera en el territorio, una buena parte de la caña que se tragaba el denominado coloso central Uruguay, ni que hoy muchos de sus residentes estuvieran inmersos en distintas actividades laborales para asegurar su sustento económico, a pesar de las riquezas naturales que proporcionan esos terrenos.
Es mi barrio desanda la comunidad para conocer el quehacer de sus habitantes, la rutina cotidiana y los principales problemas que los aquejan, pero también descubre interesantes historias de vida, como la de Aristalia Román Jiménez, una de las vecinas fundadoras de La Yaya, quien vive sola con su hijo de 56 años diagnosticado con retraso mental. “Llegué aquí en el año 1978, cuando todavía faltaban algunas viviendas por terminar. Recuerdo el ajetreo de los constructores, a mí se me abrió el cielo, pues a cada rato debía salir con mi hijo para el pueblo a causa de su enfermedad y ya todo nos quedaba más cerca. En aquel entonces muchas personas habían emigrado desde zonas orientales y estaban asentadas en casuchas en toda el área conocida como Granja Patricio Sierra Alta, hasta que se construyeronn los edificios y así surge esta comunidad.
“Al principio contábamos con varios servicios —comenta Aristalia—, había médicos en lo que fue el policlínico, que tenía camas de ingreso, ambulancia y varias áreas, pero luego de unos años lo desintegraron, ahora hay dos consultorios, una bodega, una farmacia, la Oficoda, la escuela primaria, el Área de Atención del Consejo Popular, las oficinas de la UBPC La Yaya y dos CCS: la Ciro Redondo y la Lázaro Roque. Existe también una pollera, una estación de bombeo, dos puntos de venta de alimentos y el Círculo Social”.

LOS LAMENTOS DE LA YAYA
Una mirada al interior de las calles fue suficiente para comprobar que en este lugar predomina la limpieza; nada de microvertederos de basura en cualquier esquina o de viales poblados de huecos, como ocurre en otras localidades espirituanas. Aquí la gente se muestra afable y comunicativa, a pesar de que al preguntar por las insatisfacciones no pocos señalan algo que los aqueja.
“Lo más complicado en estos tiempos es la situación que presentan los salideros de aguas albañales que corren entre los edificios, debido a las tupiciones del sistema de drenaje”, asegura Martha Armas Román, una vecina que, junto a otros de sus coterráneos, optó por construir una fosa colectora en las cercanías de su edificio biplanta.
“Yo sé que todos no pueden hacer una fosa, pero esta fue la solución que encontramos para este problema que por tanto tiempo nos ha estado afectando”.
En otro de los edificios cercanos a la Estación de Bombeo, muchos de los residentes se mostraron igual de preocupados por el tema de las tupiciones en el sistema de drenaje; incluso, por la posibilidad de que estas aguas albañales se mezclen con las de la cisterna y la misma se contamine.
Para Elvira Díaz Alvarado, la turbinera de la Estación de Bombeo de La Yaya por más de 33 años, este será un asunto resuelto, pues según ella ya los compañeros de la UEB Acueducto y Alcantarillado del municipio están interviniendo en la red de desagüe, aunque de seguro no será un trabajo fácil.
Por suerte, el tema relacionado con el abasto de agua, que hace un tiempo puso patas arriba la comunidad, dejó de ser un problema: “Antes se recibía el agua a través de la conductora de El Patio y eso generaba escasez, debido a que la tubería estaba ponchada por personas que la desviaban y la distancia era muy grande, pero desde que nos cambiaron para la conductora que sale de la Planta Potabilizadora de Jatibonico, la cual se sirve de la presa Lebrije, el problema se acabó, desde muy temprano comienza a caer agua en la cisterna que tiene una capacidad de 45 000 galones y se llena sin dificultad.
“Solo en una parte retirada de la comunidad no llega con fuerza, pero es porque algunas personas han construido depósitos propios y eso dificulta la distribución constante del líquido; en el resto de los edificios el agua llega sin problemas y en los horarios establecidos”, aclara Elvira.

VOCES AUTORIZADAS RESPONDEN
Hundidos hasta el fondo de un hueco, con el cuerpo y las manos cubiertas de fango, encontramos a los compañeros de la UEB Acueducto y Alcantarillado de Jatibonico, en una labor compleja pero necesaria, pues durante varios días han tratado de encontrar respuesta al tema de las tupiciones en el sistema de drenaje que sale desde los edificios y llega hasta la laguna de oxidación de la comunidad.
Emnier Arocha Valdés, subdirector de Unidad Empresarial de Base, al frente de esta fuerza, explica: “El sistema de drenaje en La Yaya está colapsado desde hace mucho tiempo. Tupiciones, derrumbe de registros y otros problemas atentan contra el vertimiento hacia la laguna de oxidación y nosotros llevamos días tratando de avanzar, pero no es una tarea fácil por el alto grado de deterioro y la indisciplina social, que fue la principal causa de las tupiciones, pues la crianza de cerdos y el vertimiento de sus desechos hacia este sistema afectó sobremanera la salida de las aguas albañales.
“Estamos hablando de un asunto que aparece contemplado como un planteamiento de la Economía —apunta— y desde hace unos días comenzamos a intervenir con nuestras fuerzas para tratar de solucionar esta dificultad. Lo primero fue comenzar a limpiar los registros, revisar las tuberías con el carro de desobstrucción y así vamos por partes para identificar dónde están los principales problemas.
Igualmente, aclara: “Se trata de un trabajo complejo, que no se soluciona en un día, pero contamos con los recursos materiales y humanos para hacerlo, solo que en ocasiones nos demoramos más porque hay registros muy profundos que están llenos de obstáculos, palos, piedras, animales muertos, fango, y lo peor es la presencia de excremento de cerdo que no solo tupen, sino que sellan las tuberías de desagüe”.
Igual de optimista, en este sentido, se muestra Marisol García Rodríguez, la presidenta del Consejo Popular El Patio, al cual se subordina La Yaya, cuando asegura: “Las fuerzas de Alcantarillado seguirán trabajando y hasta tanto no se solucionen los problemas no se retirarán de esta comunidad.
“No obstante —aclara Marisol—, en La Yaya hay un trabajo social encaminado a erradicar las problemáticas de sus habitantes; por ejemplo, cada semana recorremos la comunidad y dialogamos con la población para ver dónde están las deficiencias; pero te repito que esta no es de las localidades más afectadas del territorio, aquí se mantiene una estabilidad en el transporte con el viaje programado semanal hacia y desde la cabecera municipal, pero están también los riquimbilis que transitan los 8 kilómetros que los separa de Jatibonico y a un precio más o menos asequible.
“Igual los habitantes se auxilian en los camiones de las mipymes que entran cada mañana a recoger su personal o de la guagua de Transporte Escolar que llega en busca de los profesores y se lleva también a los estudiantes vinculados a centros de la cabecera municipal”, explica la presidenta del Consejo Popular.
LOS DESAFÍOS
Para quienes ven su terruño como algo muy suyo y piensan en tratar de mejorar no solo el entorno en el que están, sino la situación económico-productiva, el hecho de vivir en La Yaya, apartados de la vida citadina y con el estrés de estos tiempos, lejos de afectarlos, los favorece.
Así lo deja bien claro Yordanys Romo Osorio, quien apostó por cultivar la tierra y hoy figura como uno de los productores privados más destacados de la provincia. Vinculado a la Cooperativa de Créditos y Servicios Ciro Redondo, este ingeniero agrónomo de 41 años habla de sus experiencias en el cultivo de la caña y de otros productos como maíz, sorgo y boniato.
“Entre mi esposa y yo tenemos unas 10 caballerías y de ellas la mitad están destinadas al cultivo de la caña mediante un convenio con Azcuba. Se trata de un producto en el que nos hemos consolidado por más de una década y siempre con buenos resultados, a pesar de que en los últimos tiempos nos golpea la falta de fertilizantes, herbicidas y otros recursos, pero siempre buscamos estrategias para favorecer el desarrollo de las plantaciones con el uso de gallinaza y otros nutrientes naturales o mediante la compra de insumos a las mipymes como parte de un encadenamiento con estas nuevas formas de gestión no estatal.
“Igual de significativo nos resulta el fomento de la siembra de maíz con destino a la ceba porcina en el sistema estatal, sorgo y boniato este último con excelentes resultados, incluso, a nivel de provincia, pues entregamos las cosechas al sistema de Acopio y este se encarga de distribuirlas en otros municipios.
“Solo tenemos una insatisfacción y está relacionada con las trabas que enfrentamos para poder sacar efectivo del banco, con el cual le pagamos a los obreros que trabajan nuestra tierra, es por ello que acudimos a las ferias los domingos y activamos un punto de venta en la comunidad que, además de favorecer la presencia de alimentos para la población, nos permite recoger algún circulante”, acota Romo Osorio.

Pero en La Yaya no todo es color de rosa, un ejemplo está en las dificultades que enfrentan sus moradores para poder comunicarse vía telefónica, porque la baja cobertura está presente en casi toda la comunidad, por eso no resulta extraño ver a un joven subido en un poste de concreto buscando señal o a una vecina en algún rincón de su portal tratando de hablar con un familiar distante. Por eso al indagar por el uso de las redes sociales, muchos nos miraban con asombro y con razón.
El mal estado en que se encuentra el techo de la bodega es algo que afecta, en gran medida, la conservación de los productos que llegan. “No se trata de las paredes, ni el piso, aclara Marienny Álvarez Fuentes, la administradora de esa unidad comercial, donde radica, igualmente, la Oficoda de la localidad, sino del techo que es de planchas de fibrocemento y en una ocasión fue apedreado por personas inescrupulosas, sin que hasta hoy haya podido arreglarse. Eso nos obliga a tener que cubrir con mantas de nilón toda la mercancía para evitar que se moje cuando llueve, pero alguna solución deberá tener, pues la situación es conocida por las autoridades del sector en el municipio”.
Entre los desafíos de este lugar, apartado de Jatibonico, pero, por suerte, con un vial de acceso en bastante buenas condiciones, está la búsqueda de empleos para los jóvenes que egresan de las escuelas politécnicas y otros que optan por trabajar para ganarse el sustento, los mismos que los fines de semana se reúnen en el Círculo Social arrendado, para distraerse con la música de discoteca y consumir los productos que allí se expenden.
No obstante, a La Yaya le sobran hombres con ganas de hacer, como es el joven Reinier Corrales Hidalgo, el presidente de la UBPC y además del Consejo de Defensa en esa localidad.
“Contamos con 121 trabajadores —dice— quienes se dedican a la producción de cultivos varios y la caña que es el plato fuerte, pero la misma ha decrecido considerablemente debido a la falta de recursos para poder sustentarla.
Unas 4 400 hectáreas figuran bajo el patronato de esta UBPC, algunas subutilizadas, lo que sin dudas afecta la contratación de nueva fuerza laboral, a pesar de que en esa zona no son muchas las opciones laborales. Por su parte, el propio Reinier asegura: “Estas no son tierras de mucho delito, lo que más ocurrencia muestra es el hurto y sacrificio de ganado mayor, aunque en los últimos tiempos lo hemos controlado”.
De regreso a la ciudad el equipo de Es Mi Barrio se sintió agradecido, no solo por el trato afable y la camaradería con que fue recibido en esa localidad, sino también porque confía en que se resuelva el problema de las tupiciones, la bodega pueda disponer de un techo nuevo y a la vuelta de un tiempo, cuando las condiciones económicas del país mejoren, los vecinos puedan disponer de una mejor señal telefónica. En tanto, los campos que rodean a la comunidad esperan poder lucir el color verde de los cañaverales que los identificó por siempre.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.