Las heridas invisibles que Melissa dejó (+fotos)

Los psicólogos espirituanos Denise Cedeño y Elieser Sánchez integran la Brigada Nacional de Salud Mental que desde el 3 de noviembre brinda apoyo psicosocial a la población del territorio oriental afectada por el huracán Melissa

La psicóloga Denise Cedeño aplica técnicas participativas con niños protegidos en la Facultad de Ciencias Médicas, de Bayamo. (Fotos: Cortesía de los entrevistados)

Pasaron nueve años para concebir un hijo; le rogaron a la Virgen de la Caridad del Cobre y a la ciencia, y lo tuvieron. Como ningún sustento cae del cielo, empezaron a criar un puerco hoy y otro mañana. Con el paso del huracán Melissa los animales desaparecieron, las siembras desaparecieron y, cuando baje el agua del río Cauto, quién sabe si solo quede un horcón en pie de lo que alguna vez fue la casa.

-Pero tenemos a nuestro bebé vivo doctor y estamos a salvo.

A la historia de vida de esta pareja de jóvenes granmenses se une la de otro sobreviviente de Aguacate, un pueblo fantasma que casi murió con la crecida del río Cauto.

“Tengo 80 años y ni siquiera cuando el Flora viví cosa igual, el agua llegó donde nunca, y subí al techo de la casa lo poco que tenía. De pronto, vino un golpe de agua y lo inundó todo. Me agarré con fuerza a unos palos y ahí estuve aguantando 3 días hasta que, por suerte, un helicóptero que pasaba me rescató”.

En un amplio salón del centro de protección ubicado en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) Pedro Batista Fonseca, ante un auditorio de más de 300 personas evacuadas, permanecen a la escucha los psicólogos espirituanos Denise Cedeño Acosta, Elieser Sánchez Calzadilla y otros integrantes de la Brigada Nacional de Salud Mental que desde el 3 de noviembre brinda apoyo psicosocial a la población en territorios afectados por el huracán Melissa.

Iban armados de las herramientas de la Psicoterapia Humanista, de la Psicología Experimental, de los dictados de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis; sin embargo, por vez primera vez en el ejercicio de la profesión quedaron mudos ante tantas historias de despojos dejadas por aquel diluvio del “demasiado” porque arrastró calderos, fotos familiares, santos y altares, casas de madera, quizás roídas por el comején, y también columnas de concreto.

SANADORES DE ALMAS

El Licenciado en Psicología Elieser Sánchez brinda apoyo psicológico a pobladores de Vado del Yeso.

Han llegado hasta comunidades de Cauto Cristo donde, por momentos, se pensó no habría más vida; han aplicado técnicas de relajación y escuchado por horas testimonios de las personas protegidas en el seminternado Bartolomé Masó, en la Universidad de Ciencias Médicas, en la escuela pedagógica Rubén Bravo Álvarez, todas de Bayamo.

Para el Licenciado en Psicología Elieser Sánchez Calzadilla, trabajador del Hospital Psiquiátrico Docente Provincial de Cabaiguán,

en términos científicos cada intercambio deviene intervención psicológica; en lenguaje llano y sencillo es darle voz a la esperanza, dar luz interior para enfrentar pérdidas materiales, que duelen mucho menos que las humanas, pero duelen.

“Hemos podido diagnosticar que los adultos mayores son las personas más afectadas psicológicamente. Algunas tienen el alma rota porque lo poco que conquistaron a lo largo del tiempo, lo perdieron y ahí estaban sus raíces. Familias que no tuvieron la posibilidad de salir con nada.

“Cuando visitamos algunas comunidades de Cauto Cristo, vimos imágenes de casas de dos plantas que fueron tapadas completamente, una mata de plátano que debía tener alrededor de 3 metros de altura, y lo único que se le veía eran las puntas de las hojas. Pobladores de allí, que así lo contaron, estuvieron alrededor de 3 días encima de un techo con sus animales, hasta que fueron rescatados.

Los niños del Seminternado Bartolomé Masó, en Bayamo, recibieron atención psicológica especializada.

“Son experiencias en ese momento extremadamente difíciles, y más dolorosas se tornan ahora cuando muchos han regresado a su zona y no han encontrado sus animales, sus pertenencias, incluso sus casas, ni la escuelita del barrio.

“Nuestro trabajo ha consistido en preparar a estas personas para enfrentar esas realidades, porque el impacto ha sido duro y sí, pueden reportarse trastornos psicológicos, díganse manifestaciones de ansiedad, intentos suicidas, descompensaciones.

Y en medio de todo, ¿hay una fe resiliente?, pregunta Escambray a la psicóloga Denise Cedeño Acosta, trabajadora del policlínico de Mayajigua, Yaguajay.

“El cubano es muy resiliente y, profesionalmente hemos trabajado con ese concepto de resiliencia. Muchos pobladores tienen la certeza de que perdieron todo, pero no la vida; incluso una mujer nos decía: No perdí a ninguno de mis vecinos. Eso tiene un valor inmenso, tener al vecino, al barrio como parte de su familia.  

“Y es en la familia donde estamos ubicándonos, no sumándole lo que perdió. Es duro, pero ya lo que se perdió, perdido está. Los habitantes del Mango, por ejemplo, fueron evacuados con urgencia, ellos le llaman salir bajo la creciente. Nunca imaginaron que ese golpe de agua vendría así, de improviso, y lo inundaría todo. Muchos salieron corriendo y mientras algunas madres hacían el recuento lloraban porque fueron experiencias dramáticas.

“Ahora, trabajamos las emociones y hacemos las siguientes preguntas: ¿quién soy?, ¿Qué me quedó?, ¿Qué puedo llegar a hacer?, ¿Qué puedo lograr?; y es increíble cómo cada persona llega a ubicarse y a decirse: me quedó mi familia, me quedó mi vida, y de ese modo se van fortaleciendo a sí mismas”.

El Guamo, Aguacate, El Mango, son nombres de lugares que Melissa casi borró de la geografía granmense, recuerda la psicóloga Denise; sin embargo, la gente no se rinde. Más de un especialista del equipo de Salud Mental reparó en la búsqueda permanente de alternativas para salir adelante, en la existencia de personas muy energéticas (activas, optimistas) que animan a los otras; en la mano generosa que da lo poco que tiene, en los agradecidos por no haberse repetido las más de mil 600 muertes del ciclón Flora, que se dice así, en oración corta, pero no fue tan sencillo.

Varios trabajadores de la Salud necesitaron ejercicios de relajación, según el psicólogo Elieser Sánchez.

CON UN POCO DE AMOR ME LEVANTO

Con un poco de amor yo me salvo/ sólo un poco de amor y soy algo. Como tejido en la piel van estos versos de Silvio Rodríguez, repartidos, por estos días a manos llenas por el equipo multidisciplinario de Salud Mental, integrado por profesionales de varias provincias cubanas.

Hemos conformado otra familia, afirma Denise. “Ha sido una experiencia difícil; pero de mucho crecimiento personal y profesional también”.

“Es una oportunidad única la de llegar y tocar el corazón de esas personas afectadas”. Eso es suficiente para Elieser, quien considera una osadía intentar hacer sonreír a alguien luego de que Melissa engullera casi todo, hasta la esperanza.

A casi 20 días de haber llegado a Granma, los psicólogos Denise y Elieser, junto a otros colegas, vuelven a los trillos hundidos en el fango hasta llegar a la comunidad de Aguacate. Al lado del camino real, a pocos metros del único árbol y la única vivienda que quedó en pie en toda la margen izquierda, dos casas de campaña dan techo a familias que quedaron a la intemperie. Como bálsamo llegan. Los niños salen en bandada y tiran la pelota.

—Médico, hoy le voy a ganar, lance usted.

Arelys García

Texto de Arelys García
Máster en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus. Especializada en temas sociales.

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