Los Gallos lograron la clasificación a los play off en la temporada 64 del béisbol cubano. Y a esa hombrada habrá que rendirle reverencia, la merecida, la que lleva.
Digan lo que digan, encarar la lid con la mayor cantidad de novatos (14) más otros peloteros con pocas series en su currículo y luego protagonizar el desagradable suceso que derivó en la salida intempestiva del director inicial eran atributos de peso para no arriesgar pronósticos.
Y no es solo que, a pesar de la derrota ante Mayabeque en el primer partido de esta semana, clasificaran cuando otros perdieron. El boleto vino antes, cuando lograron superar las 40 victorias, batallaron para concretarlas y no irse nunca de la zona de clasificación al jugar de manera muy estable. De lo contrario, ningún mago con sus números y su varita les hubiera dado acceso a los play off, incluso antes de consumir los 75 partidos de la fase regular.
La clasificación es hija del esfuerzo colectivo de unos muchachos que, guiados por el peso del ejemplo y la consagración de su capitanísimo Frederich Cepeda, le imprimieron al terreno el ardor de la juventud y las ganas de jugar, virtudes que les reconoce buena parte de la afición. En palabras de la miembro del Comité Central y primera secretaria del Partido en la provincia Deivy Pérez Martín: “Han demostrado garra, entrega y pasión en cada juego”.
No hubo muchas veces alineaciones regulares fijas y por el camino los turnos al bate cambiaron de nombre, según el rendimiento del momento. También se transformaron mucho las posiciones defensivas y ni qué decir que los roles del pitcheo cuando la mayoría de los abridores concebidos inicialmente no respondieron, bien por enfermedad, bien por lesión o por baja respuesta sobre el box.
Y habrá que darle el mérito que lleva al director Luisvany Meneses, que se ha equivocado como todos y habrá tomado decisiones cuestionables, pero tomar las riendas de los Gallos en el peor momento emotivo que se recuerde y mantenerlos en pie de lucha para lograr lo que ahora disfrutan merece el reconocimiento.
Tuvo, para ello, que innovar, como llevar a la receptoría Rey Richard Ricardo cuando pensó que todo se le podía escapar por esa área que en un momento acumuló la mayor cantidad de bases robadas del torneo, o poner a lanzadores “verdes” a abrir juegos cuando varios de sus abridores no dieron la talla. También buscar sustitutos momentáneos cuando la enfermedad y los virus se instalaron en medio de la contienda. Lo bueno es que al nuevo mánager no le tembló el pulso y fue jugando con las circunstancias, le levantó el ego al equipo, le trasmitió confianza y capacidad de “guerrear”.
Cuando le faltó el batazo largo ante la carencia real de fuerza de su elenco apeló al toque, al punto de ser puntero de la serie en ese acápite, o al flay de sacrificio, o al robo o a adelantar una base para fabricar las carreras necesarias en la batalla por ganar.
Con su estrategia y mañas, consiguió mantener a Sancti Spíritus por 17 veces seguidas en la fiesta de los play off desde que existe ese formato, cinco de ellas de forma sucesiva. Y ese es otro mérito para un equipo que tampoco es de los más atendidos de la Serie Nacional.
Muchos apelan a la historia y a los fantasmas que rondan cuando de postemporada se trata. Mas, los Gallos están en la fiesta y es lo que cuenta, como el mejor de los inicios para el año que está por venir.
Escambray Periódico de Sancti Spíritus









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