Las rutinas de Dayana Marín Arteaga cambiaron desde hace un año y cuatro meses. Apoyar a su hermano, diagnosticado con insuficiencia renal crónica, constituye prioridad para esta trinitaria quien comparte su gratitud por un servicio de hondo humanismo.
Para muchos, especialmente aquellos con movilidad reducida o que viven en zonas alejadas, el transporte para acceder a la hemodiálisis se convierte en un desafío adicional, pues todos requieren asistir a sesiones regulares en el Hospital Provincial Camilo Cienfuegos, varias veces por semana.
Más de 120 kilómetros de ida y vuelta recorren cada día los pacientes que residen en Trinidad y requieren este procedimiento vital. Es por ello que servicios como el de Taxis Cuba marcan la diferencia al contar con profesionales de una nobleza y responsabilidad extraordinarias.
UN SERVICIO CONFIABLE
Desde el puesto de mando de la Oficina Comercial Taxis Cuba- Trinidad se coordina cada viaje. Hay días muy tensos, pero cada uno de los 22 pacientes que deben someterse al proceder en Sancti Spíritus lo hacen sin contratiempos. Es un alivio para quienes enfrentan esta condición médica.
De acuerdo con José Rodríguez Gallo Rivero, al frente de la entidad, son quince los choferes que aseguran el traslado de los pacientes y sus familiares en diferentes horarios, de lunes a sábado.
“Es un servicio completamente gratuito para las personas afectadas. El gobierno del territorio asume la entrega diaria del combustible, lo que ha permitido una operación sin interrupciones”, sostiene.

Cada conductor tiene asignados pacientes fijos a fin de generar confianza y coordinación entre ellos y sus familiares. Este vínculo facilita la comunicación y el seguimiento de cada caso, y contribuye a una atención personalizada y de calidad.
Uno de estos ángeles al volante es Ulises Otero Castro. Fue él de los primeros en incorporarse a la tarea en el municipio y ya son 17 años de viajes y experiencias imborrables.
“Para asumir el traslado de los pacientes de hemodiálisis, primero uno tiene que estar consciente de que necesitan de mucha dedicación porque son personas muy sensibles en la parte sentimental”, asegura.
Ulises reside en el poblado de Casilda y cuida a un padre anciano que venera. Sin embargo, nunca ha llegado tarde a la recogida de un paciente. Esa es su regla de oro.
El horario de salida es sagrado, comenta. “Ellos deben estar a tiempo en el hospital para realizarse el proceso. Se sabe que es una enfermedad difícil, que cada vez que ellos entran al ciclo de la hemodiálisis puede suceder cualquier complicación. Debemos ser muy profesionales y tratar de no cometer errores”.
Ulises se siente identificado emocionalmente con los pacientes y sus familiares. En cada viaje se forjan lazos que trascienden la formalidad de un traslado. Y ese es el sentir de los choferes de la agencia trinitaria encargados de la transportación de estos pacientes.
“Con esta paciente llevo más de tres años y tenemos una relación de familia. Cuando ella necesita ir a un turno médico o tiene una situación determinada, la apoyamos, incluso, con nuestro propio combustible”, manifiesta.

CUANDO EL TAXISTA SE CONVIERTE EN FAMILIA
La hemodiálisis es un tratamiento vital para pacientes con insuficiencia renal, quienes dependen para vivir de sesiones regulares, por lo que cualquier retraso o cancelación del viaje puede comprometer seriamente su salud.
Bien lo sabe Ulises, quien ha vivido también las angustias de los enfermos.
“Recuerdo a una señora mayor que ya falleció. Había mucha familiaridad entre nosotros. Y llegó un momento crítico que no quería hacerse más el tratamiento. Fui a recogerla ese día a la casa y cuando le dijeron que era yo el chofer aceptó ir por la amistad y la relación que teníamos nosotros.
“Cuando se montó en el carro, le puse música. Siempre lo hago para que se relajen en el viaje. Era un tema de los Pasteles Verdes; ella empezó a tatarear la canción. Y salió de la hemodiálisis bastante bien, a pesar de que ya estaba en la fase final. Al día siguiente fui a verla a su casa y por la tarde falleció.
“Y eso me chocó mucho porque era una gente muy querida y admirada por todo el mundo. Fue duro, pero sentí su dolor como mío. En este trabajo te identificas con cada historia personal”.
Otras, por suerte, tienen un mejor final. “Tuvimos un paciente que empezó prácticamente de niño y fui también su chofer por muchos años. Creció en la hemodiálisis hasta que pudo ser trasplantado. Hoy vive aquí en Casilda y lleva una vida bastante normal”.
No siempre se tiene el privilegio de conocer a personas como Ulises Otero Castro, uno de los taxistas que transporta pacientes para la hemodiálisis con la certeza de que cada traslado es un viaje a la vida.
Escambray Periódico de Sancti Spíritus











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