Sancti Spíritus: Parques infantiles entre la espada y la pared (+fotos)

En medio de un verano intenso, estas instalaciones resultan una opción ideal para que los pequeños pasen ratos al aire libre, aunque la situación constructiva de algunos limita su distracción

En la zona del Reparto Escribano, el parque infantil es pastoreo de caballos y depósito de desechos sólidos de la propia comunidad. (Fotos: Vicente Brito y Alien Fernández/Escambray)

Con la llegada de la etapa estival y el receso escolar, que incluye dos meses de vacaciones, los más pequeños de la casa precisan contar con un sitio en su comunidad rural o en las cabeceras municipales para realizar sus juegos. Columpiarse, subirse y deslizarse por una canal, retozar a sus anchas en las áreas verdes y utilizar cualquier implemento de distracción de los que existen en los parques de diversión de la provincia es una alegría.

Y no se trata de un capricho infantil, sino de una necesidad que en verano es plato fuerte durante todos los días, aunque los sábados y domingos resultan los de mayor concurrencia.

Lo cierto es que la más joven generación precisa de estos espacios para relajarse o simplemente interactuar con los amiguitos, sin embargo, lo que resulta elemental y necesario se traduce, a veces, en un problema, cuando los infantes ven frustrados sus sueños al no disponer de un parque en buenas condiciones, con los implementos mínimos y una imagen confortable.

Sucede que en los últimos tiempos la escasez de recursos y los altibajos a que se sometió la entonces Empresa Provincial de Servicios Comunales —que enfrentó una desintegración estructural y ahora retoma su accionar, pero a nivel de municipios—, incidió en el seguimiento sistemático que desde el punto de vista constructivo recibían estos parques infantiles, especialmente, para recibir en mejores condiciones la etapa estival.

El parque de la barriada de Colón que hace poco tiempo fue restaurado en su totalidad, ya presenta signos de maltrato.

Los ejemplos sobran y Escambray se subió al tiovivo de la recreación para alertar sobre el tema, porque a veces no se precisan tantos recursos, sino aunar esfuerzos entre todos los factores de la comunidad, incluso con el apoyo de la propia población, en aras de ponerlos a funcionar.

Aunque el período de verano ya transitó por su primera mitad, nunca es tarde para retomar el rumbo de la recuperación de estos sitios, máxime cuando en una comunidad como Jarahueca, en Yaguajay o Mayábuna y Managuaco, en Sancti Spíritus, por citar algunos ejemplos, estos constituyen el único espacio con que cuentan los pequeños para su esparcimiento.

En Fomento los niños disfrutan en el único parque de la cabecera municipal.

La realidad de los parques del municipio cabecera provincial no dista mucho de la de sus similares en el resto de los territorios espirituanos. Así se pudo comprobar cuando, cámara en mano, seguimos por la ruta de los mismos. Los Caballitos, situado en la Avenida de los Mártires y con más de 60 años de existencia, sigue en pie como una reliquia que mantiene su funcionalidad a base de empeños y sorteando los horarios con electricidad para recibir a los niños y sus familiares, en un proyecto que fusiona su accionar con las unidades El Recreo y el Coppelia, igualmente demandadas por estos tiempos.

El parque infantil de la barriada de Colón, que fue remozado en su totalidad, mantiene el colorido y funcionamiento, al igual que el que está dentro del Zoológico Provincial; sin embargo, existen otros como el de Kilo-12 donde, a pesar de los intentos por mantenerlo como se debe, ha faltado el enfrentamiento a la indisciplina social para asegurar su cuidado y también la vigilancia estricta de un guardaparques, algo que afecta a muchos otros en la provincia.

“Sin recursos no hay cómo asegurar los mantenimientos”, aclara Norbelys González Cepeda, recientemente nombrado como director de la Empresa Municipal de Servicios Comunales en Sancti Spíritus, quien desde su posición hace todo lo posible para asegurar la funcionalidad de estos espacios.

El parque de Jarahueca, convertido en un amasijo de hierros, pide a gritos una reparación.

“Tenemos 15 parques infantiles en el territorio —dice—, de los cuales seis se encuentran en estado crítico, debido al deterioro, la falta de mantenimientos y de recursos como electrodos, acero, pintura…, pero ya estamos trabajando para recuperar algunos, como el de Mayábuna, que no tiene su cerca perimetral y el Gobierno nos asignará un nivel de cemento para restaurarlo”.

Pero, aunque la economía en estos tiempos pesa y en ocasiones impide disponer del material ideal para asumir con prontitud cualquier encargo, en asuntos de reparaciones hay algo que complejiza mucho más este propósito: la falta de sensibilidad y la dejadez que algunas personas muestran ante un hecho de maltrato a la propiedad social; así es imposible sostener un programa de recuperación de los parques como es debido.

Por muchos esfuerzos que hagan el sector de Comunales y el Gobierno en cada territorio, las aspiraciones quedan en el camino si llevamos al niño a estos sitios y le permitimos que le entre a palos a la maceta con plantas ornamentales, escriba o dibuje sobre la pintura, se suba de pie en el columpio en lugar de hacerlo sentado o, simplemente, arremeta contra el implemento que tanto trabajo costó recuperar.

La situación en que se encuentran los implementos en el parque infantil de Olivos I, cerca de la Plaza Cultural, deja mucho que desear.

Igual de inexplicable resulta el hecho de que en una comunidad esté enclavada la dirección de alguna entidad estatal, del tipo que sea, y no apoye, en coordinación con el delegado, las organizaciones de masa y demás factores, en la recuperación del único parque que existe para la recreación infantil. La tarea es de todos, desde los que deben poner el recurso, la mano de obra o la idea para reanimarlos, hasta los que tienen la obligación y el deber social de cuidarlos e inculcarles a los infantes la necesidad de un comportamiento adecuado, para hacer que estos espacios funcionen y perduren.

Rosa Blanco Martínez

Texto de Rosa Blanco Martínez

3 comentarios

  1. Los parques no tienen la misma suerte de los hoteles aunque ambos son del pueblo.

  2. Lo que sucede con eso es los siguiente: El parque infantil o de diversiones como quiera llamársele tienen que tenr un dueño que se ocupe y se preocupe por tenerlo activado, en buenas condiciones, con todos los equipos funcionando, donde prevalezca el orden y la disciplina donde el dueño cobre y obtenga beneficios por la estancia en ese lugar, pero como los parques no tienen dueño y si lo tienen no se ocupan por eso pasan todas esa cosas que detalla la periodista, un sabio dijo «Lo que es de todos no es de nadie», pero lamentablemente se sigue romantizando.

  3. Inexplicable es también que mediante la exportación, los servicios y el turismo se genere un monto considerable de divisas en la provincia y no se destine una ínfima cantidad a rescatar estas atracciones que tanto entretenimiento, diversión y satisfacción provoca en esos niños que ya por no tener no tienen ni un sueño de calidad debido a los apagones. Exportamos tabaco, café, langostas, camarones, ron, carbón, frutos menores. Hay cientos de médicos, enfermeras y otros de misiones generando divisas. También hoteles, agencias, marinas, restaurantes y otros. Nuestros niños no tienen juguetes, ni golosinas, ni utensilios para la escuela, tampoco entretenimientos, la alimentación y la calidad de vida por el piso. Solo les queda el amor, la entrega, el sacrificio y la dedicación de la familia. Después de todo eso sobran razones para cuando llegan a la mayoría de edad con una mochila y muchos sueños emprender marcha a otro país buscando una vida diferente, algo mejor para tener una familia

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