Si vuelvo a nacer escogería otra vez la medicina (+fotos)

Asegura el doctor Aramís Manuel Valdés Rodríguez, quien hace tan solo unos días fue reconocido como el mejor estudiante de su graduación de la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus correspondiente al curso 2024-2025

Aramís fue reconocido como el mejor graduado de su promoción por haber obtenido el Título de Oro, la condición Mario Muñoz Monroy, el premio al Mérito Científico, el premio especial de la FEU y el reconocimiento como estudiante Vanguardia. (Fotos: Vicente Brito/Escambray)

Aramís Manuel Valdés Rodríguez es un joven doctor que siente profunda devoción por la medicina, una profesión que asegura lleva en la sangre; lleno de sueños y metas por cumplir se enfrenta a la vida profesional, pero lo hace con el mejor de los ejemplos: sus padres, quienes le enseñaron que lo primero para ser buen médico es tener un gran corazón.

Su nombre resonó varias veces en la plaza de la Revolución Mayor General Serafín Sánchez Valdivia, donde fue reconocido como el mejor graduado de su promoción por haber obtenido el Título de Oro, la condición Mario Muñoz Monroy, el premio al Mérito Científico, el premio especial de la FEU y el reconocimiento como estudiante Vanguardia.

¿Cómo llegó la medicina a la vida de Aramís?

En mi caso la medicina viene en la sangre; mi papá es cirujano, y mi mamá es clínico. Yo me crié en el hospital, desde muy chiquito corría por los pasillos y recuerdo que con tan solo siete años entré por primera vez a un salón de operaciones.

Siempre vi la medicina como una de las carreras más humanas; el ejemplo de mis padres y su dedicación a los pacientes que llegaban a mi casa a cualquier hora es mi mayor fuente de inspiración y lo será toda la vida.

Aramís ya se encuentra listo para comenzar la residencia en medicina interna y tiene como reto concluir su formación como Doctor en Ciencias. (Foto: Roberto Javier Bermúdez/Escambray)

¿Cómo fue tu primer contacto con la universidad?

Cuando llegué a la Universidad de Ciencias Médicas quedé impactado, me parecía un lugar enorme y lleno de personas a las que, aún, no conocía; pero viví esa etapa con mucho entusiasmo y deseos de estudiar para convertirme en un buen médico.

Desde tu entrada a la universidad te vinculaste a diversas tareas dentro de la Federación Estudiantil Universitaria, las actividades extensionistas, además de tu constante dedicación al estudio, trabajo científico y superación en exámenes de premio. ¿Fue muy complejo llevar la vida dentro de la universidad y fuera de ella?

“Fue muy difícil, en ocasiones tuve que poner mi trabajo como líder estudiantil, esa parte conlleva mucho esfuerzo; pero gracias al apoyo de mis compañeros, familiares y profesores logré salir airoso.

¿Cómo fue el primer encuentro con los pacientes?

Eso fue en tercer año, cuando comenzamos las rotaciones por las diferentes especialidades. Nunca voy a olvidar a mi primer paciente, él tenía una enfermedad neurológica compleja, fue impresionante ver la clínica de esa patología como mismo la había estudiado.

En esa ocasión reafirmé lo que ya sabía: Me encanta la neurología y por eso quiero que sea mi segunda especialidad.

Sus padres son sus paradigmas en la medicina, a quienes siempre consultará ante cualquier duda en su vida profesional.

¿Qué profesores dejaron una huella profunda en ti?

Mis paradigmas en la medicina son mis padres. También tuve profesores maravillosos a quienes conozco y admiro desde pequeño, no creo poder mencionarlos a todos, pues pecaría por omisión, pero ellos me ayudaron a crecer como profesional y ser humano.

¿No temes consultar con ellos tus dudas?

El médico aprende consultando y por mucho que hayamos estudiado y tengamos el conocimiento, siempre debemos aprovechar la experiencia de quienes llevan años ejerciendo la medicina. No hay que temerles a los “profe”, de hecho, creo que es una gran muestra de respeto acudir a ellos con dudas.

Su generación estuvo marcada por la pandemia de covid, un momento donde los estudiantes de medicina tuvieron que dar el paso al frente y demostrar la parte más humana de esta noble profesión. ¿Cómo vivió Aramís esta etapa?

“La covid llegó a Cuba cuando estaba en el segundo semestre de primer año; en mi caso yo estuve apoyando en la parte de estadística médica en el policlínico de Guayos, lugar donde resido. Fue una gran responsabilidad manejar todos los datos de las pesquisas que hacían mis compañeros. Había días en que llegaba a mi casa muy tarde en la noche, pero agradezco el apoyo de todo el personal médico de ese centro que me acogió como a un hijo.

Luego cuando comenzó la vacunación, también me mantuve en esa tarea, un proceso complejo, pues teníamos que subir la información a una plataforma nacional.

Luego de tantos años de estudio ¿Qué te llevas de la universidad?

Se van conmigo las mejores amistades, los amigos que hoy son hermanos; además de la alegría de haber ayudado a mis compañeros y, a la vez, recibir apoyo de ellos en los momentos difíciles.

¿Qué fue lo más complejo de la etapa universitaria?

Hay muchas cosas, pero los exámenes de premios eran retadores, pues implicaban menos tiempo de vacaciones y descanso, además de toda la preparación que conllevan; en ocasiones tenía dos el mismo día y tenía que escoger uno.

Publicar, también, por todo el rigor científico y tiempo que es necesario dedicarle para hacerlo bien.

La graduación fue un momento muy emotivo en el que te acompañaron personas muy cercanas e importantes para ti. ¿Cómo recuerdas ese día?

Fue un día que nunca voy a olvidar; yo quería regalarles una jornada especial a mis compañeros, por eso me entregué a preparar ese dramatizado que tanto disfrutaron y con el que más de uno derramó lágrimas. Hasta muy tarde estuve en la plaza ayudando y mis palabras las preparé en la madrugada.

Al inicio de la graduación me invadieron tantos recuerdos que comencé a llorar. Fue muy importante tener a mi abuela presente, ella ha sido mi segunda madre y la persona que siempre me ha acompañado. Ver la emoción de mis padres fue hermoso.

Sentía mucho orgullo de levantar muy alto el nombre de mi abuelo, pues me llamo Aramís en memoria suya y el apellido de mis padres que son los artífices de este logro.

Además del apoyo de mi novia todo este tiempo, de los compañeros, amigos, el rector, el consejo de dirección y mis padrinos que siempre estuvieron para apoyarme.

¿Qué viene ahora para Aramís?

Lo que más me emociona es atender pacientes, comenzar la residencia en medicina interna y matricular en el programa de formación doctoral.

¿Por qué medicina interna?

Lo que más disfruto de la medicina es analizar e investigar las diferentes patologías en profundidad para ayudar a los pacientes y de eso, precisamente, se encarga la parte clínica.

¿Qué crees debes tener presente para ser un buen médico?

Mucho conocimiento, superación permanente; pero, sobre todo, es importante tener buen corazón, no ser arrogante o irrespetuoso con los pacientes, pues ellos merecen siempre nuestra mejor versión. Para ser médico hay que ser muy humano.

¿Qué consejos le das a los estudiantes de medicina?

La vida universitaria es una pincelada, vívanla. Aprovechen el tiempo, vincúlense a todos los proyectos extensionistas. Ese conjunto de eventos y actividades nos hacen crecer como persona.

Gabriela Estrella Cañizares

Texto de Gabriela Estrella Cañizares

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