“Si no lo intentamos nunca lo vamos a lograr”, afirma Adrián Alejandro Hernández Gutiérrez, un joven atleta paralímpico espirituano de tan solo 24 años que ya ha tenido que enfrentar mucho en la vida, pues desde su nacimiento convive con una hemiparesia derecha (parálisis cerebral derecha) que afectó esa parte de su cuerpo, por lo cual ha tenido que someterse a complejos procedimientos médicos.
Obstáculos que le ha impuesto la vida, pero él siempre los ha visto como retos por vencer. “Una discapacidad físico-motora, por compleja que sea, no debe limitarnos, tenemos que abrazar la adversidad, superarla para así lograr nuestros objetivos”, confiesa.
Esa filosofía de vida la aplica también al deporte, su gran pasión desde niño y a la que espera dedicar el resto de su vida. Por ello, escogió la carrera de Cultura Física en la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez, en la modalidad de curso por encuentros, donde ya transcurre su segundo año.

“El deporte siempre ha formado parte de mi vida, prácticamente no caminé, desde muy niño corría mucho y disfrutaba viendo y jugando partidos de fútbol”, apunta.
Este joven también asegura que el deporte llegó a su vida por casualidad ya que desde su niñez sus familiares y amigos le comentaban que debía practicar alguno; y así fue como hizo las pruebas para sumarse al movimiento de atletas paralímpicos de Sancti Spíritus, donde, finalmente, resultó seleccionado para atletismo.
“Las personas se sorprendían de mi velocidad, no entendían cómo, a pesar de mi condición de salud, podía ser tan rápido”, dice. Pero todo cambió cuando, hace cerca de cuatro años, recibió una llamada del Inder en el territorio para sustituir a otro muchacho que se había lesionado en una competencia nacional de atletismo.
Fue entonces cuando demostró su capacidad como velocista y con apenas cuatro días de entrenamiento logró ponerse en forma; eso, junto a sus deseos de triunfar y demostrar su valía, lo llevó a alcanzar el segundo y tercer lugares en 100 y 200 metros, respectivamente, y la medalla de oro en los 400 metros.
Así fue como Adrián Alejandro se coronó campeón nacional, mérito que le valió para tiempo después ser reconocido como atleta paralímpico del año en Sancti Spíritus.

“En esa primera competencia tenía alrededor de 19 años y estaba muy nervioso, pues era mi primera vez en eventos de este tipo, así que ya podrán imaginar mi sorpresa con estos resultados, no lo podía creer”, enfatiza.
Quienes tampoco podían contener su emoción eran sus familiares y amigos, quienes vivieron este triunfo como propio, pues son precisamente ellos los que han acompañado a Alejandro y saben cuánto esfuerzo ha puesto para alcanzar estos resultados.
Pero la pasión por el deporte no es la única de este muchacho; también, dentro de su etapa universitaria, ha incursionado en la investigación de carácter histórico, por ello ya trabaja en lo que espera se convierta en su tesis de grado; un proyecto que, junto al profe Nilo, ha llevado adelante y que aborda el nacimiento y desarrollo del movimiento paralímpico cubano y espirituano.
“Con este trabajo busco enaltecer la figura de quienes me han inspirado en este camino, pero también deseo homenajear a otros atletas de este movimiento que tienen menor reconocimiento, pero con historias fascinantes de esfuerzo y superación detrás”, confirma emocionado.
Asimismo, Adrián Alejandro ya incursionó como entrenador deportivo y el año pasado asumió la tarea de dirigir al equipo espirituano de bádminton en un evento paralímpico nacional.
“No me asusté cuando llegó esa propuesta, enseguida dije sí y busqué toda la información necesaria para hacerlo; eso, junto al apoyo de profesores y otros entrenadores, fueron mi base y al concluir me fui muy feliz porque obtuvimos el tercer lugar de Cuba en esa disciplina”.
Afirma sin dudar que el deporte lo ha ayudado a sortear los obstáculos, enfrentarlos y superarlos: “A veces las miradas en la calle han sido difíciles, sobre todo cuando era niño por mi condición médica y todo lo que ello implica, pero nunca eso me detuvo, lo ignoré, seguí adelante y eso es, en gran parte, gracias al deporte”.
El ejemplo de otras personas que enfrentan discapacidades físico-motoras como él y han salido adelante, estudiado, trabajado y formado una familia son el ejemplo que lo ha guiado todo este tiempo. Es en esas personas es en quienes piensa cuando todo se pone difícil, pues son una inspiración para él.

“Quienes vivimos con condiciones físicas o de salud como yo no podemos enfocarnos en sentirnos mal porque somos diferentes a otros; en cambio, tenemos que trabajar para recuperarnos y no dejar que lo que piensen otros nos limite o haga sentir mal”, puntualiza.
Pero también confiesa que le asusta ser un ejemplo para otros niños y jóvenes que atraviesan situaciones similares a la suya y lo compromete a no rendirse, a seguir mejorando para que otros vean en él una esperanza.
“Los discapacitados podemos practicar cualquier deporte a pesar de lo que otros puedan decir, yo soy un ejemplo de ello; juego fútbol, corro, nado e, incluso, he llegado a practicar artes marciales; es sólo cuestión de proponérselo y trabajar muy duro, pues todo esto conlleva grandes esfuerzos, sacrificios y, muchas veces, frustraciones que no pueden detenernos.
Y, para confirmarlo, sostiene: “Si yo pude, ustedes también pueden, quien no lo intenta no lo conseguirá; el único límite lo ponemos nosotros”.
Escambray Periódico de Sancti Spíritus










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