Tras una larga agonía de 11 días, al dispararse en el abdomen ante los micrófonos de la emisora radial CMQ mientras dirigía una alocución contra la política deshonesta del presidente Carlos Prío, falleció, el 16 de agosto de 1951, Eduardo René Chibás y Rivas, político que centró su lucha contra la corrupción con el lema “Vergüenza contra dinero”.
Tal fue la valentía y el aporte de Chibás a la lucha por el bienestar del pueblo en todos los sentidos que apenas 16 días después del triunfo revolucionario el comandante en jefe Fidel Castro Ruz expresó ante su tumba:
“Sin Eduardo Chibás no hubiese sido posible la Revolución Cubana. Nos faltó su presencia física, todos le echamos de menos, todos no decíamos más que una frase: ‘Si Eduardo Chibás estuviera vivo, si Eduardo Chibás estuviera junto a su pueblo’, y lo decíamos con amargura, lo decíamos como si hubiésemos perdido la esperanza y, sin embargo, Eduardo Chibás no nos había abandonado, Eduardo Chibás estaba con el pueblo, Eduardo Chibás estaba presente, su obra estaba latente en el pueblo, y sobre esa base se edificó la Revolución triunfante que hoy está en el poder.
“Entre los jóvenes que seguían a Chibás se reclutaron, principalmente, nuestros combatientes. Si no hubiese existido aquella juventud, si no hubiese existido aquella prédica, si no se hubiese sembrado aquella semilla, el 26 de julio no hubiese sido posible. El 26 de julio fue, pues, la continuación de la obra de Chibás, el cultivo de la semilla que él sembró en nuestro pueblo.
“Su causa, su ideal, dejó de ser la causa y la idea de un Partido, para convertirse en la causa, en la idea y en la ilusión de todo un pueblo”.

LUCHADOR INCANSABLE POR LA JUSTICIA
A los 17 años matriculó la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana y fue miembro del Directorio Estudiantil Universitario. Con 18 años participa en la manifestación del 17 de diciembre de 1925 para exigir la libertad de Julio Antonio Mella y, al ser detenidos por la fuerza pública en el Parque Central, se enfrenta a los uniformados gritándoles “¡una Constitución escrita con la sangre de Maceo y Martí debe ser respetada!”.
Es expulsado de la Universidad por sus actividades contra la prórroga de poderes impuesta por Machado, y luego de la caída del dictador tuvo gran influencia en la Comisión Ejecutiva y el Gobierno de los Cien Días.
En 1938 ingresó en el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico). Fue delegado a la Constituyente y Representante a la Cámara en 1940, fustiga al gobierno de Fulgencio Batista por prestarse al agiotismo, la bolsa negra y los asesinatos políticos y lo califica de “una catástrofe nacional de gigantescas proporciones”.
Eduardo, con su actuar al frente del Partido Ortodoxo y luchador incansable contra las deformaciones y vicios de la República Neocolonial, dejó su huella en los jóvenes de la llamada Generación del Centenario, que nació tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.
Chibás encarnaba entonces la honradez y la honestidad y había acusado públicamente en 1950 al ministro de Educación del gobierno de Carlos Prío por el robo de grandes sumas de dinero del presupuesto nacional, pero como no pudo obtener pruebas de su denuncia, acudió al suicidio para lavar su honor.
No por gusto, en el célebre documento dirigido a la nación, conocido como el Manifiesto del Moncada, escrito por el poeta de la Generación del Centenario Raúl Gómez García, estuvo presente Chibás y cito: “Se levanta el espíritu nacional desde lo más recóndito del alma de los hombres libres. Se levanta para proseguir la revolución inacabada de Céspedes en 1868, que continuó Martí en 1895, y actualizaron Guiteras y Chibás en la época republicana…”.
A 74 años de su muerte, reverenciamos a un joven que marcó un hito en la historia de Cuba, con una popularidad excepcional en su época. Su entierro fue la mayor manifestación de duelo popular registrada hasta entonces en el país y las palabras de homenaje en su tumba fueron una de las primeras acciones del triunfante jefe del Ejército Rebelde, Fidel.
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