Cuando aún era un «chiquillo» que apenas se empinaba sobre las plantaciones agrícolas de la zona de Santa Rosa, comunidad del municipio de Taguasco, en la provincia de Sancti Spíritus, el campesino Ray Pérez Matienzo supo de la fuerza de ciertas experiencias multiplicadoras de comida, aunque los recursos falten.
Y desde aquel entonces, a finales de la década de 1990, mi finca La Victoria, de la Cooperativa de Créditos y Servicios Obdulio Morales, tiene a la asociación de cultivos como la “locomotora” que guía a otras prácticas tradicionales guajiras, mejoradas con ciencia, y que posibilita diversificar y lograr altos rendimientos, destacó a la Agencia Cubana de Noticias.
Lo primero que sembré en mi vida fue un platanal y al no tener mucho más espacio cultivable, planté dentro frijol y la cosecha fue muy buena, puntualizó este hombre, incansable entre los surcos y en la búsqueda de las alternativas ideales para hacer parir la finca.

En un año y en el mismo escenario productivo, con un laboreo mínimo y mejor aprovechamiento del agua en el riego, obtuve par de vueltas de la frijolera dentro del platanal, boniato y después el propio plátano, y el escenario quedó listo para volver a asociar cultivos, refirió.
Pero, además, el pedazo de tierra se alimentó con el nitrógeno fijado por el frijol y una dosis de materia orgánica y quedó en condiciones superiores para volver a plantar dentro de lo sembrado, una experiencia que nunca ha abandonado en la tierra donde hoy ha crecido el área de producción.
Pérez Matienzo resaltó la creación, casi en la puerta de su casa, de un mangal en el que insertó guayaba; y cuando ambos fueron creciendo, agregó, se convirtieron en zona de pastoreo y sombra del ganado menor, de las gallinas y de otros animales.
Soy devoto al cultivo del plátano, tengo cuatro variedades en la actualidad, entre los de fruta y vianda, y dentro he cosechado tomate, col, tubérculos, granos, calabaza, por solo mencionar algunos renglones, acotó.
Recalcó que la intención es sellar en el mes de septiembre un área platanera de una caballería y dentro de las primeros espacios plantados de este lote, ya sembró arroz.
A las experiencias guajiras Ray Pérez Matienzo asocia de manera práctica las enseñanzas de la ciencia, que le han llegado, además del estudio, por su participación en varios proyectos internacionales, entre ellos el SAS-Cuba, de los que se han derivado conocimientos, recursos e intercambios con productores en países de Latinoamérica.
Con lo aprendido, produzco mis propias semillas, algo vital para un campesino, manifestó mientras muestra bandejas donde de manera tecnificada nacen posturas de col sobre sustratos de materia orgánica.
Y estoy construyendo mi propia casa de cultivo, con los recursos que aparezcan, a lo mejor no tan sofisticada, pero con lo elemental para mejorar simientes y plántulas de vegetales y hortalizas, fundamentalmente, dijo.
En su esposa Yenisel Pérez Rodríguez tiene Ray Pérez Matienzo una de sus razones para enfrentar cualquier contratiempo.
Ella es mis dos manos, sentenció, pues atiende a quienes vienen a trabajar conmigo en la finca y se suma a las plantaciones, sobre todo, en los períodos de cosecha de hortalizas y vegetales.
En un futuro no muy lejano pretendo crear condiciones para procesar de manera industrial, aquí en la finca, parte de mis cosechas porque potencial existe en La Victoria y la población lo necesita, significó.
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