La graduación del Hospitalito (+fotos e infografía)

En 50 años el actual Hospital Pediátrico Provincial José Martí Pérez, de Sancti Spíritus ha salvado a miles de infantes. Los indicadores de hoy lo semejan a un centro asistencial de Primer Mundo

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El doctor Luis Sáenz Darias aún se mantiene compartiendo saberes en el Pediátrico. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)
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El doctor Luis Sáenz Darias aún se mantiene compartiendo saberes en el Pediátrico. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Nació con urgencia, por la prematuridad que imponía sanar y salvar. Hubo poco tiempo para los reacomodos. De golpe, aquella construcción prevista para abrigar como círculo infantil a los niños de las mujeres que trabajaban en el entonces Plan Banao trastocaría su destino: sería un hospital.

Y empezaron a crecerle dentro un puñado de camas, camillas, portasueros, microscopios… Y comenzaron a desandar los pasillos unos pocos médicos y enfermeras y se volvieron habituales los sollozos, los llantos y las risas infantiles inundándolo todo hasta hoy.

En la ficha de inscripción de lo que en aquel tiempo era simplemente el Hospitalito de Colón reza una fecha: 26 de julio de 1969.

Medio siglo después, de aquel centro solo quedan las brumas de la memoria. Medio siglo después, se han multiplicado los servicios, los médicos, las salas de hospitalización, los medios diagnósticos…; mas, rondan los mismos desvelos: curar.

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Miles de niños se atienden a diario en la institución. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

DE HOSPITALITO A HOSPITAL PROVINCIAL

Cuando aquel mismo día de julio del 69 Luis Sáenz Darias entraba al Hospitalito de Colón cursaba el sexto año de Medicina e iba de acompañante de su hijo Luis, ingresado en una de esas inaugurales salas. Dos años más tarde llegaba con el título de médico, la experiencia en Paredes, La Rana y Guayos y empezaba a hacer guardias cada cuatro días.

“Había nada más que dos salas de Respiratorio, dos de Gastro y una de Misceláneas, en total eran 128 camas. Éramos cinco médicos y hacíamos guardia donde está hoy el Banco de Sangre que contaba con otra sala, porque aquí no había cuerpo de guardia entonces, delante solo existía un laboratorio chiquito”, cuenta Luis Sáenz.

Fue así durante años. Al regresar con el título de especialista en Pediatría, en 1975, y como director de aquel centro —cargo en el que permaneció durante 12 años— el panorama era recurrente: doctores dedicados a la atención pediátrica, pero sin títulos de especialistas; pocas enfermeras y una tasa de mortalidad infantil de más de 40 por cada 1 000 nacidos vivos.

Y no faltaron complicaciones. “El primer brote de dengue hemorrágico en la provincia hubo que atenderlo en una salita de cuidados especiales que hicimos y donde se atendieron cerca de 100 niños —rememora Sáenz Darias—. No falleció ninguno, cuando la epidemia había terminado se murió un niño, que había padecido la enfermedad, con una complicación. No quiero ni hablar de eso, porque lo tuve que atender y aquello fue para mí traumático”.

Acontecería entonces el gran hito constructivo inicial en esos predios: la ejecución de la sala de terapia intensiva, primera de su tipo surgida en el interior del país.

De a poco empezaba a crecer: había pasado de Hospital Regional en los años iniciales a Hospital Provincial, en 1976; se le triplicaban los médicos —había 15 galenos en su mayoría foráneos—; le nacían locales.

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Para la doctora Miriam González Oliva el hospital ha sido como un hijo al que ves crecer. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Lo parece estar viviendo otra vez hoy, cuando las entrevistas obligan a las remembranzas, la doctora Miriam González Oliva, actualmente profesora auxiliar, consultante y De Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus y de la Universidad de Huambo, en Angola. En 1977 era apenas una joven veinteañera que llegaba a un hospital pequeñísimo donde se trabajaba sin descanso y donde lo mismo se hacía guardia un día sí y otro no que se lavaban por los propios médicos los culeros de los recién nacidos y se hervían en aquellas latas enormes antes de esterilizarlos.

“En 1986 se hizo la primera acción de envergadura de mantenimiento y de ampliación en saludo al 26 de Julio que se celebró en la provincia. Nos trasladamos para el Camilo Cienfuegos y se levantaron el edificio administrativo, el área de consulta externa, la sala de Respiratorio, Cirugía y los servicios de segundo nivel que tenemos: la sala de lactantes pequeños, Salud mental, Nefrología, las aulas. También se inauguró el laboratorio SUMA; el hospital se fue clasificando por especialidades y se mejoró la atención al hombre con la cocina y el internado médico”.

Empezarían a llegar estudiantes de pregrado, primero; y de posgrado, mucho después; se revolucionaría la tecnología; se iría disminuyendo la mortalidad infantil hasta índices casi de lujo… Era un empeño común.

“El heroísmo de los trabajadores del hospital ha sido increíble siempre. Nosotros vivíamos aquí. El dengue me dio y, como otros, lo pasé aquí trabajando”, apunta Miriam.

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Yesika Mora padece síndrome de Werning Hoffman desde hace 13 años. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

SALVAR SIEMPRE

Hay una muñeca de trapo y de cabellos larguísimos, como el de ella, entre sus manos. Desde hace 13 años el Hospital Pediátrico ha sido también su casa. Allí, por primera vez recibió clases, aprendió a hablar sin palabras, a veces, y a vivir siempre. Yesika Mora no es tan solo la pequeña con síndrome de Werning Hoffman con más larga sobrevivencia en Cuba; es, sin dudas, la niña del Pediátrico y una muestra de los tantos desvelos por salvar.

Es una persistencia diaria. Tanto que los indicadores que exhiben actualmente devienen espejo de Primer Mundo: tasa de mortalidad de 1.1 por cada 100 ingresos; elevada supervivencia de los pacientes críticos; bajísimos índices de infecciones asociadas a los servicios sanitarios…

“Hoy contamos con un hospital nuevo en el sentido de la cantidad de servicios que ofrecemos —sostiene Tania Fernández Hernández, especialista de primer grado en Pediatría y segundo grado en Terapia Intensiva y directora del centro—. Existen nueve salas de hospitalización y consultas externas que abarcan 22 especialidades; además, dos salones de operaciones, laboratorios…”.

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Los laboratorios figuran entre las áreas beneficiadas con la reparación. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

A ello se añaden centenares de médicos y enfermeras y un número considerable de residentes que se forman en diversas especialidades médicas. La mayoría de los pacientes se atienden aquí sin necesidad de remisiones, en un hospital que con el paso de los años se ha ido revitalizando también estructuralmente.

De ello dan fe la creación de la lavandería, del departamento de Neurofisiología, la restauración de los laboratorios, las salas, el bloque socioadministrativo, el cuerpo de guardia…. “Para este año —apunta Fernández Hernández— está prevista la construcción del servicio de Anatomía Patológica y, posteriormente, deberemos ampliar los salones de operaciones y el bloque socioadministrativo y seguir revitalizando las áreas de hospitalización para que tanto los padres como los niños se sientan bien acogidos durante la etapa de enfermedad”.

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Tania Fernández Hernández, directora del centro. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Ha sido una especialización in crescendo: ya se halla acreditada la carrera de Medicina y se trabaja por lograr la acreditación de la institución. Pesan con fuerza ese auscultar cotidiano, esa exigencia constante para sanar a todos.

“Existe mucho rigor en la formación del pediatra —afirma Jorge Reinier Cruz Alfonso, residente de Pediatría—. Hay mucha experiencia en el claustro y en el día a día te llevas también la satisfacción de ver a esos niños que se van curados de su enfermedad”.

Y es que en el Pediátrico, quizás, no hay huellas personales. La historia se ha ido escribiendo con el puño de muchos que sanan y salvan día a día. Lo reconocía Fernández Hernández: “Los logros de este hospital no obedecen a los esfuerzos individuales. Todos sus trabajadores tienen un gran sentido de pertenencia por la institución y una sensibilidad particular con la población que atienden, que es la población infantil de la provincia”.

Desde los más jóvenes hasta aquellos cuyos nombres ya se han vuelto imprescindibles: Miguel, Ernestina, Luis, Miriam… Cincuenta años atrás, cuando aquel hospitalito les abría las puertas de par en par iniciaron una rutina: enfundarse en la bata blanca, colgarse el estetoscopio en el cuello y curar a miles y miles de niños. Es la misma porfía que ata hasta los días de hoy.

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Existe mucho rigor en la formación del pediatra”, asegura Jorge Reinier Cruz Alfonso, residente de Pediatría. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)
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Fuente: Hospital Pediátrico. Infografía: Yanina Wong Franco

Dayamis Sotolongo

Texto de Dayamis Sotolongo
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

7 comentarios

  1. Felicitaciones a todo el colectivo
    de trabajadores de ese hermoso hospital por su abnegada labor, siempre recordaremos medicos ejemplares como: Miriam, Ernestina, Miguelito, Rogelito, Alvaro, Luis, y a todos Los que con su esfuerzo han curado y salvado a tantos niños. Mis mas sinceras felicitaciones y respeto a todos los trabajadores ..

  2. Pedro Luis González Domínguez

    Los pueblos tienen memoria
    y hay hechos trascendentales
    que quedan en los anales
    más sagrados de la historia.
    Flotando llena de gloria
    mi bandera me fascina,
    hoy llego a cualquier esquina
    y al ver los nuevos semblantes
    …pienso en los ocho estudiantes
    cubanos de medicina.

    Cuanto talento truncado
    en pos de un vil escarmiento,
    el triste acontecimiento
    Cuba entera lo ha llorado,
    pero su ejemplo ha brotado
    y en el cielo azul se empina
    como símbolo y doctrina,
    para que muestre orgullosa
    Cuba la más generosa
    escuela de medicina.

    Pedro Luis González Domínguez.

  3. DrC Arturo Puga García

    Felicidades a ese centro hospitalario y formador de tantos buenos médicos, ejemplo de profesión y de enseñanza de la medicina pediatrica, a través de los años han demostrado que no hacen falta modernos locales ni espaciosas salas, lo que se necesita es la vocación de enseñar y formar en los valores éticos y humanistas, de lo cual son ejemplo sus trabajadores y muy especialmente su claustro docente. Dese la República Bolivariana me hago eco de sus felicitaciones y logros, tengo una hija médico que tuvo la experiencia de aprender muchas de las habilidades que ha tenido que llevar a la práctica, en su vida profesional. Me hubiera gustado compartir como médico, los resultados de ese hospital, pues mi vocación era ser Pediatra, sin embargo me regocija que como profesor de la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spiritus, haya contribuido a la formación de muchos de los médicos que laboran en esta institución de salud, de tanto prestigio entre los espirituanos.

  4. La doctora Miriam ejemplo de sacrificio y consagracion, es como el doctor House, donde pone el ojo pone la bala, Mil por todos los niños que ha curado.

  5. Recuerdo el comienzo de la construcción del hospitalito, nací en ese barrio a solo 400 metros de el, jugué en las excavaciones de sus bases, en mi mente infantil se le decía hospitalito porque era hecho para los niños y era más cariñoso llamarlo así. El día de su inauguración no se me olvida el desfile de las máquinas de ANCHAR trasladando los niños del hospital grande para ahí, lo vi nacer, lo vi crecer, y por suerte pocas veces tuve que visitarlo por estar enfermo, pero siempre que fui la atención fue la mejor y me sentía superprotegido.

  6. Muchas veces se menosprecia el trabajo de nuestros médicos u hospitales simplemente porque estos tiempos han sacado a la luz tendencias y rasgos en nuestra sociedad que antes nos eran desconocidos. El Dr. Luis Sáenz fue mi pediatra, como lo fue de mis hermanos y mi hermana que nació con muchas limitaciones físicas y de salud. Para Luis un abrazo y recuerdo de los González, los de Colón, los hijos de Amable y Nazareth. Claro, no es solo Luis, por ahí recuerdo nombres de quienes salvaron en su momento la vida de mi hermana y con su trabajo incesante e impecable permitieron que su vida llegara a los 32 años cuando su esperanza era de no más de 4. No se cansaban nunca de luchar. Crespo, Rogelio, Alonso, muchos, de verdad. Qué ética y cuánto sacrificio! Los que hoy están no les queda otra que seguir ese ejemplo, sólo que rodeado de retos que a veces los obliga a hacer las veces de magos. No dejemos que la historia en los próximos 50 años sea diferente. Yo, de mi parte y en nombre de mi familia, les estoy eternamente agradecidos.

  7. No tengo palabras para expresar lo eternamente agradeciada que estaré toda la vida y creo que es el momento preciso . Mi niño de 10 años de edad el pasado 12 de junio llegó al Hospital Juaquin Paneca de Yaguajay con un cuadro viral, alli fue asistido por el doctor Jorge Reinier Cruz Alfonso alias jorgito como es llamado en dicho hospital, despues de realizar punción lumbar se le diagnosticó meningoencafalitis, mi niño no pudo estar en mejor manos, sin dejar de reconocer el restante equipo médico, pero jorjito con su dedicación, preocupación y amor en medio de mi desesperación me trasmitia una paz enorme. Mil gracias al Doctor residente en Pediatria y que siga de esa manera con todo ese amor hacia su profesión para que personas como yo vivian eternamente agradeciada de sus cuidados como lo estaré siempre.. De seguro que será un excelente profesional y siempre siguiendo los ejemplos de sus sucesores que son eternamente amantes a su labor.Y que todos los nuevos frutos sean de esta manera para que puedan encontrar en esto el exito de su trabajo.

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