Tokio: la reivindicación del deporte cubano

La delegación cubana mostró una alta eficiencia en los recién finalizados Juegos Olímpicos

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Los pugilistas cubanos demostraron una vez más que son el buque insignia del deporte en la isla. (Foto: Roberto Morejón)

Aunque cada evento ha tenido su contexto, no es menos cierto que luego de los descensos experimentados por Cuba en las versiones de los Juegos Centroamericanos de Barranquilla, Colombia, en el 2018, y los Panamericanos de Lima, Perú, en el 2019 —ambos en el ciclo olímpico que cerró en Japón—, con razón crearon dudas e interrogantes sobre lo que podrían hacer nuestros deportistas en un escenario mucho más complejo en Tokio.

 En Barranquilla, por primera vez luego de casi seis décadas, Cuba perdió la hegemonía regional al quedar a la zaga de México en el medallero, mientras puede considerarse una debacle cuando cayó en el 2019 a un impensable sexto lugar, tras varios años en el subliderazgo continental detrás de Estados Unidos.

 Tales desempeños, unido a afectaciones objetivas que atravesó el movimiento deportivo cubano, sobre todo en los dos últimos años debido a la pandemia y el recrudecimiento del bloqueo, así como el crecimiento del deporte en el mundo, hacían muy complicado el objetivo de ubicarse entre las 20 mejores naciones de los recién finalizados Juegos Olímpicos.

Y aunque lo de la pandemia fue global, a los atletas antillanos los afectó de manera particular, pues muchos de ellos se mantuvieron meses inactivos debido a las restricciones impuestas por la COVID-19, que además atacó a varios de ellos e impidió el necesario roce internacional, tan importante para citas de este tamaño, además de la incertidumbre por las clasificaciones en no pocas disciplinas. Varios deportes debieron buscar centros de entrenamiento fuera de las sedes nacionales y un ejemplo de ello fue Sancti Spíritus que acogió a los luchadores por varias semanas.

Lo del bloqueo ni siquiera es nuevo, solo que sus efectos se afianzaron más, sobre todo por la limitación para adquirir mejor tecnología.

Es importante señalar, además, la merma deportiva experimentada por disciplinas otrora aportadoras de medallas como el judo y que no guardan relación directa con las variables mencionadas.  

Por eso Cuba superó sus propios pronósticos en Japón. Y no es que quedara entre las 20 primeras naciones, que fue, a fin de cuentas, el compromiso del Inder. Es que su lugar 14 resultó una excelente ubicación, en un escenario que se mostró altamente competitivo, al punto de que Estados Unidos debió esperar hasta la última fecha para afianzarse como líder de los Juegos, con solo un título de diferencia en relación con China.

Pero hay más. Esta vez los oros se repartieron entre más naciones: 65 países alcanzaron al menos uno y 93 ganaron preseas. En ese concierto complicado, la pequeña delegación cubana fue la más eficiente de todas. Y no es un tremendismo patriótico; lo dicen las estadísticas de los Juegos, aunque no todos los medios se hagan eco de esa épica. Así lo ilustró el sitio Cubadebate:

“Cuba, con 69 atletas y 7 medallas de oro, fue el país con la delegación más eficiente entre los primeros 14 puestos del medallero por naciones en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, con un índice de 0.1 medallas de oro por atleta, seguida de China (0.092), Estados Unidos (0.062), Comité Olímpico Ruso (0.059) y Gran Bretaña (0.057).

“Estadísticamente, para ganar una medalla de oro Cuba requirió de 9.85 atletas, e igualmente le siguieron China (10.84), Estados Unidos (16.05), Comité Olímpico Ruso (16.8) y Gran Bretaña (17.36).

“En Tokio, Cuba más que duplicó la eficiencia de sus delegaciones en Río 2016 (Puesto 18, con 120 atletas y 5 de oro / 0.041 medallas de oro por atleta / 24 atletas para una medalla de oro) y Londres 2012 (Puesto 15, con 110 atletas y 5 de oro / 0.045 / 22)”.

 Otro elemento que habla de la eficiencia es que Cuba perdió solo una final (la de la yudoca Idalys Ortiz) de las siete en las que intervinieron dos rivales, para un 86 por ciento. El resto ya se sabe: los luchadores Mijaín López y Luis Orta y los boxeadores Roniel Iglesias, Arlen López, Julio César La Cruz y Andy Cruz. Ello habla de combatividad de la buena, algo de lo que careció Cuba, por ejemplo, en Beijing 2008, cuando obtuvo tres títulos y 10 medallas de plata.

Ya se ha dicho que Tokio representó la mejor Olimpiada para Cuba luego de Atenas 2004, donde ocupó el lugar 11 con cosecha de 27 preseas (9-7-11).

Y si en los Panamericanos de 2019 nuestros atletas fueron superados por los de Estados Unidos, Brasil, México Canadá y Argentina, ahora en Japón terminó con los mismos títulos de canadienses y brasileños, que los superaron por mayor cantidad de preseas de plata y bronce, de ahí sus ubicaciones en los puestos 11 y 12, mientras Argentina se relegaba a un lugar 72 (una plata, dos bronces) y México al 84 (cuatro bronces).

Pero, insisto, no son los mismos escenarios ni los mismos competidores ni las mismas pruebas. A Tokio hay que medirlo en su contexto y en ese Cuba resultó grande. Es verdad que no pudo clasificar a mayor cantidad de atletas, pero los 69 con que asistió fueron eficientes, al punto de que obtuvo 15 medallas con 16 atletas (aquí se cuenta el dúo de Serguey Torres y Fernando Dayán Jorge en el C-2 a 1 000 metros), o sea, el 23 por ciento de sus participantes aportaron al medallero. Y, aunque no obtuvieron preseas, resultó loable el desempeño de los que resultaron finalistas en sus eventos y mejor aún los que se ubicaron entre los primeros ocho como la cuatrocentista Roxana Gómez, el relevo femenino 4 x 400, la pesista Ludia Montero, entre otros, al punto de que un 40 por ciento de los cubanos llegaron a finales o quedaron entre los ocho primeros. Todo ello, pese a intervenir en solo 62 pruebas de las 339 en disputa.

El aporte de la pequeña delegación fue diverso: boxeo (6), lucha (3), atletismo (3), judo (1), tiro (1), taekwondo (1) y canotaje (1).

Tokio fue la reivindicación, pero también el premio al esfuerzo de quienes se las ingeniaron para preparar a esta avanzada en el más difícil de los contextos y mantenerla, en buen cubano, a full, en la alta competición, donde el corazón a veces, como ahora, decide.

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

Comentario

  1. Amilkar Faildes Lopez

    Muy buen comentario. Seria interesante determinar la eficiencia de la delegación Cubana después del año 1959 a partir de que comenzó a obtener medallas de oro para compararla con los datos calculados de Beijin, Londres y Río de Janeiro, porque realmente pienso que el índice de eficiencia da una buena medida de la actuación de nuestra delegación desde el triunfo revolucionario en una olimpiada.

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