¿Centralización o secretismo? (+caricaturas)

Frente a la muralla de las fuentes escurridizas, la prensa cubana pugna por encontrar la verdad Recientemente, cuando este periódico —sin pretensiones de investigación crítica, sino para obtener una información actualizada y de rutina— intentó acercarse a un tema de tanta utilidad como la venta de materiales de la construcción

Frente a la muralla de las fuentes escurridizas, la prensa cubana pugna por encontrar la verdad

Recientemente, cuando este periódico —sin pretensiones de investigación crítica, sino para obtener una información actualizada y de rutina— intentó acercarse a un tema de tanta utilidad como la venta de materiales de la construcción y contactó con el Grupo Empresarial de Comercio tropezó con no pocas resistencias.

Para empezar, luego de un acuerdo previo, el especialista principal de esa rama dejó plantada a la prensa por cerca de una hora sin que mediara explicación alguna…

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El periódico abordó entonces al director comercial, quien tajantemente se negó a responder con el argumento de que en una ocasión anterior lo habían regañado y analizado en los niveles superiores por ofrecer otra información. Ante la insistencia reporteril no cedió un ápice. Solo con la presencia del director general del Grupo atendería a Escambray.

Previas llamadas telefónicas, al día siguiente y luego de otros 40 minutos de espera, finalmente los tres funcionarios respondieron el cuestionario. Al cerrar la agenda, el director reiteró que cualquier información sobre Comercio debía ser antes pactada con él como máximo responsable que debe responder por todo.

A la semana siguiente, otra reportera precisó esperar por este inexplicable e injustificado mecanismo para acceder a una información relacionada con el desabastecimiento de algunos artículos de primera necesidad en la red comercial.

Pero, lamentablemente, la experiencia con Comercio no constituye una excepción, pues no pocos representantes de organismos o entidades se mantienen reticentes y con los más increíbles argumentos obstaculizan la labor de los medios de prensa: encuestados por este semanario, colegas del territorio refirieron otros encontronazos, con sus peculiaridades y matices, al abordar, por ejemplo, las temáticas de Educación, Salud y servicios eléctricos.

A ese paso solo el Presidente de la República informaría a la prensa o los periódicos saldrían con páginas en blanco. Más allá de los detalles anecdóticos de este u otros desencuentros, algunas preguntas quedan sin respuestas: ¿se trata de una crisis de autoridad, improcedente centralización de la información, dudas sobre la competencia de los subordinados, protección del cargo o una forma nada sutil de reforzar el secretismo?

Con mayor o menor tacto, las fuentes informativas a veces se excusan con indicaciones de sus respectivos ministerios o niveles superiores que les prohíben abordar ciertos asuntos, en otras ocasiones cuestionan los tópicos abordados como si dirigieran la política informativa nacional en un intento por anular las agendas temáticas de los medios, exigen las preguntas con antelación, e incluso cuestionan la utilidad de las interrogantes o las cartas que llegan a la Redacción con alguna queja porque no admiten ser tocados ni con el pétalo de una rosa.

Todos los directivos y funcionarios públicos tienen el deber de ofrecer información de interés social con transparencia porque su responsabilidad no constituye propiedad privada. Algunos pasan por alto ese detalle. A la prensa corresponde insistir, negociar, buscar vías alternativas, exigir, aunque también cuenta con un tiempo limitado. Los reporteros para nada encarnamos el paradigma de la perfección y bastante hemos sido criticados por ello últimamente, pero nadie tiene el derecho de sopapearnos.

Desde hace tiempo, la máxima dirección del país ha establecido cristalinas políticas en busca de franquear las barreras del secretismo, instalado no pocas veces hasta en las más encumbradas instancias y disimulado bajo el manto de un doble discurso.

En su alocución del 8 de enero a propósito del aniversario de la entrada de Fidel a La Habana, el Vicepresidente cubano Miguel Díaz-Canel reiteraba sobre esa dañina manifestación: “No podemos olvidar que la no atención a las quejas y preocupaciones de la población, así como la existencia de vacíos informativos, autocensura y secretismo inútil, son terreno fértil para los que pretenden destruirnos”.

El directivo ha insistido en la urgencia de crear una cultura de la información y la comunicación y en ese camino ha desarrollado múltiples encuentros con la presidencia nacional de la Unión de Periodistas de Cuba, los Organismos de la Administración Central del Estado, además de anunciar para este año intercambios con los Consejos de la Administración Provinciales.

Determinadas entidades y organismos han comenzado a asimilar positivamente este mensaje, a comprender el trabajo de la prensa y colaborar con ella, como por ejemplo aquí en el territorio la Empresa de Acueducto, la dirección de la Empresa de Construcción y Montaje, representantes de Cultura, de la Unidad Provincial Inversionista de la Vivienda, los Tribunales, la Fiscalía, por solo mencionar algunos.

Por otra parte, muy escasas entidades y organismos analizan integralmente las denuncias o los análisis publicados sobre diversas problemáticas en la prensa. Muchas veces predominan reacciones a la defensiva, ajenas al ánimo constructivo de los textos periodísticos. No pocos parecen más preocupados por cuidar la imagen que por mejorar las esencias de su quehacer. Tampoco falta algún que otro tono prepotente en ciertas contestaciones donde la autocrítica permanece de vacaciones.

La opinión pública no perdona. Sabe leer entre líneas, percibe las respuestas esquivas, detecta la manipulación y rechaza los argumentos endebles. Altamente pondera la verdad, el razonamiento, la argumentación, incluso la rectificación, condicionantes para el respeto mutuo. Mutilar el derecho a la información constituye un pecado de leso derecho ciudadano. Vale recordar: los periodistas no buscan respuestas a título personal, sino como representantes de medios de prensa, por cierto, también propiedad estatal en Cuba.

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Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

22 comentarios

  1. Esos funcionarios que actuan asi le estan echando tierra encima a la posibilidad de supervivencia del socialismo en Cuba, porque la gente no es boba y son tantos que la mayoria del pueblo los va a terminar identificando con el modelo de socialismo possible y ahi es cdo va a empezar a mermar el apoyo a este proyecto

  2. Periodistas, no busquen más cabezas de turco en las estructuras intermedias, no naden más por las ramas, vayan a la raiz, a la causa raiz del problema. Sean honestos y sinceros con uds mismops primero.

  3. Dice nuestro vicepresidente respecto al tema:

    La primera demanda que tenemos que resolver es que hay una insatisfacción de la prensa con las fuentes, de las fuentes con la prensa y del pueblo con las fuentes y con la prensa. Esto lleva a trabajar en tres direcciones. Una, que la fuente reconozca la necesidad de informar a la población con objetividad, y que, por lo tanto, el llamado secretismo sea abolido como práctica. Una segunda dirección es que la prensa pueda abordar todos los temas a partir de las fuentes, con objetividad, para lo cual se necesita investigación y profundización. Y una tercera dirección es que la prensa iguale la agenda mediática con la agenda pública, de manera que la población pueda ver reflejada la diversa realidad que vive nuestro país en los medios de comunicación masiva, y por lo tanto se identifique con esos medios, que esos medios sean creíbles.

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