Lo que tenía que pasar pasó

La retirada de Cuba de la lista de países promotores del terrorismo sigue generando interés en todo el mundo. Retira EE.UU. a Cuba de lista de estados promotores del terrorismo El Presidente Obama envió en su momento al Congreso la notificación sobre su decisión de retirar a Cuba de la

cuba, estados unidos, terrorismo, relaciones cuba-estados unidosLa retirada de Cuba de la lista de países promotores del terrorismo sigue generando interés en todo el mundo.

Retira EE.UU. a Cuba de lista de estados promotores del terrorismo

El Presidente Obama envió en su momento al Congreso la notificación sobre su decisión de retirar a Cuba de la infame lista, y el Legislativo, que disponía de 45 días para dar su parecer, ya se pronunció.

Pero para los cubanos de la isla, lo que tenía que pasar pasó, y el Gobierno de los Estados Unidos, sencillamente, terminó por reconocer lo que por largo tiempo y para todo el mundo ha constituido una verdad de Perogrullo: Cuba no acoge a terroristas, ni promueve esa lacra, ni presta ningún tipo de apoyo a quienes practican el terrorismo.

Muy frágiles resultaron en su momento los argumentos esgrimidos por Reagan para meter a Cuba en la lista de marras, algo que a todas luces perseguía abonar el terreno para nuevas acciones lesivas contra la nación vecina, que casi cada presidente estadounidense a lo largo de medio siglo se encargó de aumentar en su denodado afán de destruir la Revolución cubana.

El pretexto —vale citarlo— fue la supuesta ayuda política y de asistencia médica a miembros de las guerrillas colombianas, y el confirmado asilo concedido a integrantes del grupo separatista vasco Euskadi Ta Askatasuna, enfrentado al Estado español, asuntos coyunturales de tipo humanitario que nada tienen que ver con el daño a personas o propiedades en ningún lugar del planeta.

En esas condiciones, lo que nunca tuvo justificación tenía que caer por su peso, y más cuando desde hace bastante tiempo el tema ETA se vino abajo a partir del consenso entre Cuba y España acerca de los emigrados españoles que una vez formaron parte de esa entidad y, más recientemente, cuando La Habana pasó a ser sede de las pláticas de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP.

Otro factor sobre este tema es que constantemente las autoridades norteamericanas incurrían en situaciones absurdas por su afán de mantener a Cuba en la citada lista, sobre lo cual se pueden poner muchos ejemplos.

Uno de ellos fue introducido en enero de 2014 por el diario norteamericano The Washington Post, a propósito de un fallido intento terrorista en la navidad del año precedente, y que incluía —como respuesta— la instrucción de someter a revisiones especiales a pasajeros de vuelos procedentes de un grupo de países árabes, africanos y asiáticos, entre los cuales se incluyó a la isla antillana.

El diario refería que al ver esa relación uno se percataba de inmediato de que en ella aparecía un nombre que no encajaba: Cuba, y pasaba a dar argumentos que aún hoy son válidos.

“La respuesta obvia —decía el artículo— es que Cuba representa una amenaza de terrorismo igual a cero. Cuba no es un Estado fracasado, donde se encuentran franjas de territorio fuera del control del gobierno…”.

Y añadía The Washington Post: (…) “sin embargo, Cuba está en la lista porque el Departamento de Estado aún considera que es —junto con Irán, Siria y Sudán— un estado patrocinador del terrorismo”.

Ejemplos de este tipo comenzaron a ver la luz con cada vez mayor asiduidad en los medios estadounidenses y de otros países en los últimos tiempos, al parecer por una evolución racional de los acontecimientos, porque la verdad, más temprano que tarde, terminaría abriéndose paso.

Si los funcionarios de sucesivos gobiernos norteamericanos sabían que hace casi dos décadas, por decisión del Consejo de Estado de la República de Cuba, se aprobaron los principales instrumentos jurídicos internacionales de Naciones Unidas que tratan sobre el tema, y que la política de La Habana ha sido totalmente transparente en este sentido, ¿por qué esperaron tanto para reconocerlo en Washington?

Si sabían además que desde diciembre del 2001 —solo un mes después del atentado contra el Pentágono y las Torres Gemelas— la Asamblea Nacional aprobó la Ley contra el Terrorismo, ¿por qué esperaron hasta ahora para sacarnos de su funesta lista?

La respuesta —ahora sí— es que se trataba de una decisión de tipo político basada en una práctica tan arbitraria como injusta, la que finalmente ha pasado a ocupar su lugar en el basurero de la historia, como sin duda también ocurrirá al bloqueo.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

Comentario

  1. EL TAGUASQUENSE

    YA ERA HORA DE QUE SE HICIERA JUSTICIA A NUESTRA PATRIA….

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