Dale, dale…

Según expertos “Dale”, muletilla muy oída en las calles espirituanas, demuestra pobreza del lenguaje, del pensamiento, falta de elegancia en la expresión de la lengua coloquial Se admite por los especialistas que el idioma es un sistema vivo que se transforma constantemente, se introducen elementos nuevos y otros mueren. Muchas

Según expertos “Dale”, muletilla muy oída en las calles espirituanas, demuestra pobreza del lenguaje, del pensamiento, falta de elegancia en la expresión de la lengua coloquial

sancti spiritus, lenguaje, lengua española
Dale se ha vuelto común y ha resultado un término pegajoso entre los espirituanos.

Se admite por los especialistas que el idioma es un sistema vivo que se transforma constantemente, se introducen elementos nuevos y otros mueren. Muchas veces los aportes provienen del habla popular y, por ejemplo, tan común resulta escuchar el término OK, en franca expresión afirmativa, que la palabra candonga para denominar la venta concentrada de artículos diversos.

Pero hay palabras que, sin ser incorrectas, resultan poco elegantes y tal puede ser el caso del vocablo “dale”, que de un tiempo para acá se emplea en distintas situaciones y con variaciones en el sentido, más allá del uso como forma conjugada del verbo dar en el modo imperativo.

Al menos en Sancti Spíritus, esta muletilla se ha convertido en una moderna manera de terminar las más variopintas conversaciones. Todavía guardo curiosidad por aquella despedida que me brindó una doctora cuando, al finalizar su prestación sanitaria, me dijo: “Dale, nos vemos en la próxima consulta”.

Resulta difícil ubicar cuándo empezó la generalización de su empleo, ni mucho menos en qué momento multiplicó su significado, hasta convertirse, en la práctica, en una especie de sinónimo capaz de sustituir otras palabras y servir para múltiples funciones orales según la circunstancia y el hilo de la plática.

Ahora se usa “dale” lo mismo para despedirse, en función de inculcarles a otros prisa, rapidez, realizar un acto cualquiera, que para poner punto final a la conversación:

— Pensaba visitarte esta tarde”.

— Dale, dale…

Y el término se ha vuelto tan habitual que suple otras expresiones como “hasta luego”, “gracias por llamarme”, “nos vemos mañana”.

Últimamente es normal su empleo para asentir, aceptar una proposición o como respuesta a una pregunta: “¿Compro más helado?”, “Dale”. También en forma interrogativa como sinónimo de sí: “¿Me llevo tu libro y te lo devuelvo mañana”?, “Dale”. Además se escucha la palabra para remarcar una idea, hacer énfasis: “Acompáñame al médico”, “Dale”.
Algunas personas encuestadas por Escambray asocian el cotidiano empleo de la palabra a la influencia de otros países por las misiones internacionalistas; otros a la llegada de la telefonía celular, una tecnología donde tiempo y ahorro de dinero se traduce en brevedad y se aventuran a decir que vino como anillo al dedo a la hora de resumir el diálogo, porque sirve para cortarlo y despedirlo.

Ante la pregunta: ¿Por qué utilizas la frase?, aparecen disímiles respuestas: “Es cómodo decirla”, “Define varias acciones a la vez”, “Es como resumir en una palabra varias cosas”, “Una está hablando y sale casi espontáneo, a veces digo, hasta luego y atrás se me va el dale, dale”, “Lo uso de forma amigable, como si quisiera decir está bien, nos vemos después; bueno, vete”.

Lo cierto es que “dale” se ha vuelto común y ha resultado un término pegajoso, aun cuando no pocas veces introduce una acción que no termina, pero se entiende. Tampoco puede decirse que sea un vocablo desagradable en su sonoridad, no resulta agresivo ni chabacano.

Especialistas del idioma consultados por Escambray consideran que tal uso, más allá de su significado en sí, no entraña problemas, pero en determinados contextos conversacionales toca al receptor darle la interpretación final a la frase, pues de acuerdo también con el énfasis de la pronunciación, puede semejar como un “vete ya”, un “sí” de confirmación” o un “me alegró verte”.

Expertos del territorio aseveran que cuando la palabra se corresponde con la naturaleza de nuestro idioma no es un agravante, porque el término surge del mismo español y en la expresión coloquial no hallan mal su utilización; el asunto radica en que se abuse de su empleo.

Mas, aclaran que muletillas como “dale” y “ve” –esta última también muy oída en las calles espirituanas—, aunque no sean incorrectas, demuestran pobreza del lenguaje, del pensamiento, falta de elegancia en la expresión de la lengua coloquial, además de afear la conversación.

Para no desentonar con este modismo que de la noche a la mañana ha pasado a ser recurrente en el habla popular y como en el horizonte no se vislumbra nada que ponga en riesgo su utilización, prefiero decirle a usted, que calladamente bebió estas líneas del semanario: Dale, dale, nos vemos el sábado que viene.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

Comentario

  1. Mijail david Naranjo rodriguez

    En Venezuela es común el uso del » dale», sobre todo en los estados occidentales, considerando el ejemplo que se menciona por el uso de la doctora no es difícil suponer que es una » importación» lingüística, como bien se expone en el artículo. Muchas gracias.

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