En días Cuba estará en su nuevo reto deportivo: la segunda edición de los Juegos Panamericanos Junior, en Asunción, Paraguay, una suerte de termómetro para medir el ahora y el después.
Sí, porque por la edad de los convocados —hasta 21 años en buena parte de las disciplinas, y hasta 23 en algunos casos— estos atletas significan el presente a la hora de medir su rendimiento y progreso entre sus propios coetáneos, pero representan, sobre todo, la base desde donde se erige el futuro del deporte en el continente y, por supuesto, el cubano.
Que la isla grande haya podido incluir 231 atletas en la nómina de la cita continental habla de que, en medio de las carencias y dificultades más férreas que ha vivido en las últimas seis décadas, ahora agravadas por el recrudecimiento del bloqueo norteamericano y las acciones subversivas en un segmento etario tan vulnerable y sin perder de vista los orificios que ha creado en el sector el creciente éxodo de deportistas y técnicos, el deporte cubano ha logrado mantener su escalera o lo que es lo mismo, sostener una reserva y un relevo de cara al mañana.
El hoy tendrá lugar en días, con el inicio de las competiciones el próximo 9 de agosto, hasta su cierre, pactado para el 23. Sin comenzar, ya la delegación cubana anotó tantos a favor: uno, inscribir una avanzada superior en 19 atletas en relación con la que intervino en la primera edición de Cali-Valle, Colombia, en 2021, y el otro es que buena parte de esa numerosa comitiva pertenece a deportes colectivos, una de las carencias de las que ha padecido nuestro deporte en las citas multideportivas, principalmente en los Juegos Olímpicos.
Resulta loable la diversidad de los participantes en 28 disciplinas. Sin embargo, el hecho de estar presente solo en el 56 por ciento de las 336 pruebas convocadas —varias no se practican en nuestro sistema deportivo, en cerca de 30 no se logró asistir a sus torneos clasificatorios y en otras no se alcanzó el boleto— obliga a que la efectividad sea palabra de orden para ubicar a Cuba en los primeros seis puestos por países.
Más allá de los saldos, esta cita se abre como una oportunidad de medirse con sus iguales, una opción que, por disímiles razones, no siempre está al alcance de la mano por la imposibilidad de asistir a los eventos internacionales convocados a nivel regional. Este elemento complica, incluso, el estudio de contrarios y obliga a rendir al máximo ante rivales a los cuales se enfrentarán por primera vez.
De este desafío, marcado por la edad de los sueños y las aspiraciones, saldrán los medallistas que se esperan en deportes como atletismo, canotaje, lucha, judo, levantamiento de pesas, remo, taekwondo, esgrima, voleibol, voleibol de playa, clavados y tenis de mesa. No obstante, como sucede en cada cita múltiple, las sorpresas pueden rebasar los pronósticos, mucho más tratándose de atletas entrenados en sacar el extra y animados ahora por el lema Con Amor por Cuba, que afianza el grado de compromiso y entrega de nuestros deportistas.
Si el espíritu de superación se concreta, los antillanos pudieran mejorar la actuación de hace cuatro años, cuando se ubicaron en el quinto puesto, con cosecha de 29 medallas de oro, 19 de plata y 22 de bronce.
Sancti Spíritus, como ya hemos escrito, estará presente en Asunción por medio de una decena de sus hijos, con cambios de última hora que incluyeron al arquero Abrham Pérez y excluyeron al ciclista Brayan Mandín, por enfermedad.
En unos meses, muchos de estos atletas deben protagonizar los Juegos Centroamericanos y Panamericanos convocados para 2026 y 2027 en Lima, Perú. En unos tres años no pocos pueden engrosar las filas de nuestra delegación a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en tierra norteamericana, eso si la demencial política de la actual administración estadounidense en contra de Cuba no nos impide participar.
Un poco más allá, en el 2032, otros podrían estar. Y ese sería uno de los frutos principales del evento que está por comenzar, el cual, de hecho, dará plazas para los eventos regionales y esa será una motivación añadida para salir a los escenarios de competencia.
Ahora, los Juegos Panamericanos Junior deben ser esa fiesta que, más allá de la porfía competitiva entre los más de 4 000 atletas en 42 disciplinas de 29 deportes, permita estrechar la confraternidad entre los atletas bisoños del continente, quienes están convocados para irrigar con su ardor y alegría la tierra paraguaya y también la cubana —¿por qué no?— hasta donde lo faciliten los alumbrones y la conexión, como un hálito de alivio espiritual en medio de este verano.
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