El día del dolor (+fotos, infografía y video)

Así califica Ramón Barceló, Monino, el 13 de agosto del año 1959, cuando en el aeropuerto de Trinidad se le dio la estocada final a la conspiración contrarrevolucionaria La Rosa Blanca

En el umbral de sus 98 años, este trinitario recuerda cómo se infiltró para contribuir en la desarticulación de los planes de Trujillo. (Foto: Alien Fernández/ Escambray)

De reojo, como a quien no le interesa saber, observaba detenidamente cada entrada y salida a La Ronda. Desde la cantina —su nueva “trinchera”— tenía el control visual del movimiento inusual de personas llegadas a Trinidad. Unos, rostros conocidos; otros, no.

“En uno de esos ajetreos dividieron el local —recuerda Ramón Barceló, Monino, con la misma nitidez del peso de sus casi 98 años—. Eran del II Frente Nacional del Escambray (II FNE). “Después de sostener encuentros más de una vez ahí, supe que se iban para La Habana y regresaron el 10 de agosto de 1959. Ya para eso entonces me habían dejado solo en el Plan Cantina”.

Aquel joven delgaducho y humilde vecino de una calle estrecha que le da vida al centro histórico de la tercera villa de Cuba tenía sobradas experiencias para lididar con situaciones tensas. Vivió en carne propia, entre otros pasajes de nuestra historia, la preparación del asalto al Palacio Presidencial, en 1957, en La Habana, y el alzamiento el 5 de septiembre de ese mismo año, en Cienfuegos.

“Ahí aparecieron, como si el lugar fuera de ellos, Jesús Carrera, William Morgan, Eloy Gutiérrez Menoyo y unos cuantos más. Se encerraron en un cuarto. Estuvieron un buen rato. Dijeron que era una reunión importante. El 11 de agosto transcurrió normal”.

EL SHOW

Desde la cantina de La Ronda, en la tercera villa de Cuba, todo parecía en calma. Mas, a la vuelta de 66 años de aquellos días, se conoce que, para ese entonces, entre otros sucesos, ya una aeronave C-46 había dejado caer muy cerca de Playa Inglés, ubicada en la carretera que une a Trinidad con Cienfuegos, 25 paracaídas con cuatro cajas cada uno, que contenían alrededor de 14 000 proyectiles de diferentes calibres. Con anterioridad, una nave de igual tipo había amagado aterrizar en ese mismo lugar, pero las condiciones del terreno la obligaron a regresar a República Dominicana, su punto de salida.

Pero, hay un viejo refrán que no deja brechas: “Guerra avisada no mata soldado”. Las intenciones de la contrarrevolución de tomar la región del centro sur del país, para ese momento, no eran secreto. Otra vez, Fidel Castro demostró ser un brillante estratega militar y político y, claro, más porque volvió a tener el apoyo del pueblo.

William Morgan fue uno de los que informaron de las aspiraciones contrarrevolucionarias. (Foto: Internet)

Desde mucho antes del triunfo de la Revolución, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), intentó sabotear el proyecto que se gestaba y que desde enero de 1959 se convirtió en una piedra fuerte para sus zapatos. Declarado como uno de los principales opositores, incluso antes de la victoria cubana, se asumió el dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Le ofreció al propio Fulgencio Batista el apoyo con una intervención militar extranjera para aniquilar al Ejército Rebelde.

Abortada esa posibilidad, no cejó en el intento. Trujillo, entonces presidente de República Dominicana, organizó lo que quedaría para la historia como el levantamiento armado en el histórico Escambray, apoyado por el desembarco aéreo de exmilitares batistianos y de una fuerza internacional a la que se denominó Legión Anticomunista del Caribe.

Para ello, buscó respaldo en más de un miembro del II FNE. Se auxilió en William Morgan y Eloy Gutiérrez Menoyo, quienes al final no resultaron tan fieles como creyó el otrora presidente dominicano desde 1930 hasta 1961. Ambos personajes informaron a la máxima dirección política de este archipiélago lo que se cocinaba contra Cuba. A partir de entonces la situación cambió su rumbo.  

Fidel Castro dirigió toda la operación que logró eliminar una de las más grandes conspiraciones gestadas contra Cuba. (Foto: Archivo)

Fidel Castro inició la operación para neutralizar las acciones enemigas con el arresto a los conspiradores en La Habana e intervino las armas y municiones. De esa forma, se abortaría la aspiración de sentar a Cuba en el banquillo de los acusados en la V Reunión de Consulta de Cancilleres de países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), a realizarse en Santiago de Chile, entre los días 12 y 17 de agosto de 1959, bajo el pretexto de culpar a la Revolución de la inestabilidad en el Caribe.

EN TERRENO TRINITARIO

La Ronda, 12 de agosto de 1959. Sobre las mesas, botellas con bebidas alcohólicas y comida. A su alrededor una algarabía.

“Mientras almorzaban, Osvaldo Ramírez se paró y comenzó a gritar: Cultivo una rosa blanca / en julio como en enero / para Camilo Cienfuegos que me da su mano franca / y para Fidel que me arranca el capital con que vivo / desprecio el verde olivo y me adscribo a La Rosa Blanca”.

Cuenta Monino y en el rostro salta la misma aberración que ocultó mientras se dijo para sus adentros: ¡Es un tronco de yuca!

Después de haber escuchado más de una barbaridad, regresó a su casa, hasta donde lo buscó Genaro Arroyo con la orden que fuera para el aeropuerto de la Ciudad Museo del Caribe.

“Ellos me conocían de la lucha contra Batista y le vendía la comida a más bajo precio porque todos no tenían para pagar los platos más caros. Nos dieron un pulóver que decía delante Dios y Trujillo y atrás Viva la Rosa Blanca. Cuando llegamos ya el avión se había tirado. Nos pusimos a cargar unas cajas grandes llenas de armamento. Ahí vi al cura trujillista Velazco Ordóñez, quien era un enviado especial para confirmar que el éxito de la conspiración. No sabían que Fidel estaba detrás de todo eso. Ya se encontraba en el Cuartel de Trinidad, donde nos pidió que habláramos mal de él y que gritáramos a favor de Trujillo”.

Hasta ese momento el plan transcurría sin contratiempos. A los alrededores de la tercera villa de Cuba se disfrazó un teatro de operaciones militares. Dejaron escapar sonidos de armas para endulzar los oídos del enemigo.

“El 13 de agosto fue el día del dolor. Se tiró otro avión. Traían armas y unos cuántos personajes como Luis del Pozo Jiménez y Roberto Martín-Pérez Rodríguez. Esos cargaban con la plata para pagar a sus compinches. Los llevaron para el Cuartel y nosotros nos quedamos para descargar la nave y acabar con aquello”.

Muy cerca, en una pequeña caseta, en la propia pista de aterrizaje, Fidel Castro, junto a otros combatientes, seguía de cerca cada movimiento. El aeropuerto estaba sitiado de tropas listas para intervenir de ser necesario.

“Hubo un desenchuche y se dieron cuenta de todo. Aquello se puso feo, feo —enfatiza y deja escapar un suspiro—. Comenzó la balacera. Tres jóvenes, que voluntariamente habían pedido quedarse en el lugar, murieron. Ellos son recordados en este propio aeropuerto: Eliope Manuel Paz Alonso, Frank Hidalgo Gato y Oscar Reytor Fajardo, quien falleció después. El enemigo también tuvo bajas”.

Los sobrevivientes fueron prisioneros y juzgados. El dolor por los combatientes revolucionarios caídos en la acción estremeció a todo el país.

Los contrarrevolucionarios fueron prisioneros y llevados a juicio. (Foto: Internet)

“Cuando se controló la situación, recuerdo que Celia Sánchez me pidió que le buscara tilo porque a uno de los prisioneros le dio un ataque al ver a Fidel. Estaban muy seguros de su victoria. ¡Imagínate la sorpresa cuando vieron delante de ellos al Comandante en Jefe, quien cumplió ese mismo día 33 años!

“Cumplí con esa orden y entregué el pulóver. Me puse esta misma guayabera con la que hoy te hago esta historia. Me fui, no había más que hacer en ese lugar”.

Monino regresó 66 años después al aeropuerto de Trinidad con la misma guayabera que usó al concluir el hecho. (Foto: Alien Fernández/ Escambray)
Eliope Manuel Paz Alonso, Frank Hidalgo Gato y Oscar Reytor Fajardo son honrados en el propio aeropuerto trinitario. (Foto: Alien Fernández/ Escambray)

Vuelve Ramón Barceló a esos trazos desde el propio aeropuerto de Trinidad, donde hace 66 años se inscribió una de las más grandes conspiraciones gestadas contra Cuba. Mientras que, en su actual casa, enclavada en Playa La Boca, resguarda otros momentos, medallas y fotos que lo devuelven a las muchas veces que lo ubican como uno de los protagonistas de nuestra historia.

Lo ocurrido en Trinidad le dio la vuelta al mundo. El mismo 14 de agosto de 1959, bajo las órdenes de Fidel, Raúl Castro Ruz y Manuel Piñeiro Losada, arribaron a Santiago de Chile con las pruebas materiales y documentales de esa conspiración internacional.

El propio canciller cubano Raúl Roa denunció la operación subversiva del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba durante la referida Reunión de Consulta de Cancilleres de países miembros de la OEA. Fue así que la estatura del líder de la Revolución y su pueblo en la defensa de la soberanía dejó sin aliento a medio mundo.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

Comentario

  1. Muy bueno e interesnte este articulo, es la voz de un protagonista con detalles de su vivencia que, por ser propia y de una persona humilde, eran desconocidos. un detalle, al mencionar que William Morgan y Eloy Gutierrez informaron sobre la conspiracion puede llevar a aquellos que no conocen mucho de nuestra historia o quieren tergiversarla a pensar que ambos lo hicieron por defender la Revbolucion y nada mas lejos de eso. Los dos ya estaban siendo investigados por el DIER por sospechas de actividades contrarrevolucionarias. hubiera sido bueno aclarar este detalle.

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