En la escuela primaria Héroe de Yaguajay: Más salud, más sonrisas (+fotos)

Carlos camina solo veinte minutos cada mañana, loma abajo, para llegar a la escuela. Darlene recorre el camino en bicicleta, sentada detrás de su papá. Viven en el poblado de Meneses, en el municipio Yaguajay, en Sancti Spíritus, y llegar a clases es, para ambos, el primer reto del día. Pero lo hacen con gusto. Porque para ellos, la escuela no es solo un aula: es un espacio de juego, de aprendizaje y de descubrimiento. Es, también, un refugio. 

Allí, entre timbres y cuadernos, crecen no solo como estudiantes, sino como niñas y niños conscientes de lo que significa cuidarse. El cambio no ha ocurrido solo en sus mochilas y en sus platos, sino que es visible en su manera de pensar, de elegir y de compartir lo aprendido. 

Carlos tiene diez años y una voz segura. Habla con la tranquilidad de quien se sabe escuchado. “Me levanto temprano, me visto y ahí estoy”. No necesita que lo despierten. Cruza la calle central del pueblo con cuidado. Camina solo, aunque a veces se encuentra con algún amigo. 

En la escuela primaria “Héroe de Yaguajay”, donde estudia, su entusiasmo por aprender es evidente. Le encanta la historia, pero también las actividades especiales que han surgido desde que se implementó en ese centro el proyecto + Salud – Obesidad, una iniciativa liderada por el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología del Ministerio de Salud Pública, con el acompañamiento de UNICEF que, en 2024, alcanzó a más de 3.000 niñas y niños y sus familias en Yaguajay. Gracias al proyecto, Carlos y Darlene hablan hoy con naturalidad sobre el valor de los alimentos y la importancia de realizar ejercicios físicos. 

Darlene también está en quinto grado. Comparte aula con Carlos. Su madre es maestra en la escuela, así que todos los días, cuando suena la campana de salida, caminan juntas de regreso. En casa, su juego favorito es “a las maestras”: imita con rigor lo que observa en el aula. “Aunque ya esté grande, es un juego bonito”, explica. En su mundo de tizas imaginarias y alumnos ficticios, repasa lecciones de lengua española, pero también repite algo que le ha calado hondo: que la salud empieza por cómo comemos y cómo vivimos cada día. 

Desde que comenzó el proyecto, Darlene se ha vuelto embajadora de nuevos hábitos en su casa. Habla con su madre sobre frutas y verduras. No repite fórmulas: las entiende. “A mí me gusta la col, pero cruda”, dice. “Así tiene más nutrientes”, confiesa. 

Sembrar para aprender: el huerto como sala de clases 

Uno de los ejes más importantes del proyecto ha sido integrar la educación nutricional en la vida escolar. En la escuela “Héroes de Yaguajay”, esto toma forma en un huerto vivo, dinámico, donde los estudiantes siembran, riegan, cosechan y aprenden.  

Los vegetales que cultivan no son solo parte de un aprendizaje: también llegan a los platos del almuerzo escolar. Con eso, la escuela reduce su dependencia de alimentos procesados, aumenta la frescura de sus menús y, lo más importante, conecta a los niños con el origen de lo que comen. 

El huerto también sirve como aula al aire libre, donde aprenden sobre los nutrientes de cada vegetal y descubren con orgullo que ellos mismos pueden ser parte activa de su salud.  

Una de las estrategias más innovadoras del proyecto ha sido la creación de grupos temáticos en las aulas: cada grupo representa un alimento saludable y sus integrantes se disfrazan, preparan exposiciones y explican sus beneficios nutricionales. Darlene ha sido una col. Carlos, un payasito que, con mucha gracia, cuenta a todo el que quiere escucharlo sobre cuán importante es hacer ejercicios físicos.  

También usan tarjetas alimentarias, rompecabezas, y juegos diseñados para aprender sin presión. En el receso, además de jugar con barajas o cartas de Yu-Gi-Oh!, los niños y niñas conversan sobre lo que han aprendido. Sin darse cuenta, están haciendo suyo un conocimiento que puede durar toda la vida. 

“Antes, muchas familias creían que un niño gordito era un niño saludable. Ahora entienden que la salud está en los hábitos, no en la apariencia”, comenta María Esther Núñez Martínez, directora de la escuela. 

Al final del día, les pedimos que nos muestren el lugar donde más les gusta estar. “Mi aula”, dice Carlos sin pensarlo. Darlene asiente. Allí está su mundo: sus maestras, sus amigos, su historia de cada día. La escuela cuenta con dos docentes por aula, y ha recibido capacitaciones específicas en alimentación saludable, educación nutricional y actividad física.   

Crecer con los pies en la tierra 

En la escuela “Héroes de Yaguajay”, Darlene y Carlos crecen con los pies en la tierra, literalmente. Aprenden que la salud no está en las apariencias, sino en los hábitos. Que un tomate sembrado por sus manos sabe mejor. Que un juego también puede enseñar. Y que el camino a la escuela, aunque largo, vale la pena cada mañana. 

(Tomado de la página Web de Unicef Cuba)