El día del cumpleaños 14 del trinitario Deivy Entenza su vida cambió. Como sucede prácticamente desde que nació, bastó escuchar la primera melodía para hacer suya la sala de la casa. Más de una ovación avivó cada uno de sus movimientos. Incluso, hubo quien se atrevió a repetirlos. Pero el muchacho les sacó ventaja con creces a los audaces.
“Así me encontró Carlos Pérez Pablos —refiere al recordar aquella jornada—. Estaba ahí y cuando me vio, me presentó a Vari ritmo. Y aquí estoy con 21 años, no sé si algún día me podré zafar”.
Es alto, mulato y delgado, aunque a simple vista se reconoce que en su día a día hay muchos ejercicios. Habla con soltura a semejanza de cuando escucha el sonido de los tambores que lo regresan a parte de sus raíces.
“A Carlos y a la agrupación les debo todo lo que soy, tanto en lo personal como en lo profesional. Ya trabajo como bailarín en una compañía y la raíz está en la Casa de Cultura de Trinidad, donde las horas de ensayo se pierden”.
Junto a Deivy, en la coreografía que deja boquiabiertos a quienes descubren el proyecto del movimiento de artistas aficionados con 13 años de vida en la tercera villa de Cuba, está Yessika Rodríguez Conde. No deja de sonreír. Disfruta a plenitud cada paso que le obliga a mecer de un lado a otro las caderas.

“Era muy chiquita cuando empecé. En Vari ritmo he aprendido a bailar de todo, aunque mi mamá es bailarina y llegué al grupo con algunos conocimientos. Pero el profesor Carlos ha sido esencial para que hoy pueda desenvolverme sobre el escenario”.
Se le ajusta bien la frase popular que, con solo escuchar el sonido de una lata, alega Yessika, necesita soltar todo y ponerse a bailar. Entre tantos géneros y expresiones danzarios, prefiere siempre el congo.
“Es parte de nuestra cultura y en Trinidad mucho más. Cuando lo bailo siento como si flotara. Es tanta la alegría que no puedo soñar con ser otra cosa y aquí en Vari ritmo me tendrán que sacar a la fuerza”.
ESCUELA
En la añeja casona ubicada en la calle Rosario, en el mismo corazón del centro histórico de la Ciudad Museo del Caribe —a pocos metros de las legendarias escalinatas de noches bohemias— la algarabía de niños, adolescentes y jóvenes espabila las rutinas de esa zona. Diversos ritmos encuentran acomodo en los movimientos de quienes prefieren pasar las horas bajo la cobija de Carlos Pérez Pablos.
“Nuestro objetivo principal es que aprendan y muestren las tradiciones de nuestra ciudad, muy rica en cuanto a los diferentes bailes. Desde que surgió el proyecto, gracias a la iniciativa de Rosa Aneya Limonta Laporte, actual directora de nuestra Casa de Cultura, se han formado ya cinco generaciones”.
Cuando Limonta salió de Cuba con destino a la República Bolivariana de Venezuela no lo pensó dos veces. Puso en las manos de Carlos uno de sus más entrañables tesoros. A su regreso encontró una agrupación fuerte y aceptada por los públicos.
“Actualmente, son 32 los integrantes. Mantenemos constantes presentaciones, tanto en la propia institución a la que pertenecemos como en el Palenque de los Congos reales, la Casa de la Música, comunidades, barrios… Nos hemos ganado esos espacios no solo por ser el proyecto del movimiento de artistas aficionados más longevo de la ciudad sino porque hemos demostrado calidad en cada coreografía. Eso es resultado de la entrega y constancia de los muchachos en cada ensayo”.
Y es que Vari ritmo se ha convertido en una gran familia, integrada por diferentes grupos etarios. Los más pequeños —con apenas cinco años— siguen, como sucede entre hermanos, a la generación más grande, a la que pertenece Deivy.
“Nos divertimos bastante con ellos —comenta el joven—. Nos volvemos sus profesores. Quieren hacerlo como nosotros y se esfuerzan”.
Y cuando se habla de que el proyecto es una gran familia extendida no se exagera. Los padres de los bailarines también se mantienen muy activos.
“Son pilares fundamentales porque nos apoyan en toda la logística —alega Pérez Pablos, quien sabe cuánto significa renovar los vestuarios—. Para nuestra alegría, ya somos una cantera identificada para el movimiento danzario del municipio. Hoy la mayoría de los instructores o bailarines profesionales nacieron en la Casa de Cultura”.
En estos 13 años se han vivido fuertes momentos, pienso, por ejemplo, en los años de pandemia, el reordenamiento económico… ¿Cómo no rendirse?
“Ha sido difícil, pero cuando sientes amor por lo que haces y se pone empeño y sistematicidad salen las cosas. Esto ya forma parte de mi vida porque tengo muchachos que he visto crecer. Un poco de responsabilidad me toca directamente por lo que son”.
En el patio del Museo de Arte Colonial, de Sancti Spíritus, las sayas rosadas se encrespan. Los turbantes de igual color otorgan prestancia a los bisoños cuerpos que se mezclan con los varones que agitan al aire los garabatos. Vari ritmo se roba el show entre quienes disfrutan del talento del movimiento de aficionados que convierte a Sancti Spíritus en la capital regional de esos artistas.
“Cuando salimos frente a los públicos lo damos todo porque así no hacemos quedar mal a nuestro profesor y, claro, a nosotros tampoco. Se sacrifica mucho para que tengamos buenos resultados y se nos reconozca”, opina Yessica con la voz entrecortada y la felicidad colgada del rostro.
¿Cómo sueñas a Vari ritmo?
“Que siga creciendo y que cada día se incorporen más muchachos porque en Vari ritmo se aprende baile y de la vida. Al final somos los continuadores de un legado único de Trinidad”, concluye Deivy Entenza.

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