Cuando el árbitro le levantó la mano al kazajo Sanzhar Tashkenbay, en medio del ring del M&S Bank Arena de Liverpoool , al espirituano Alejandro Claro Fiss se le vino el mundo abajo.
No solo porque se sintió ganador en el combate que daba el acceso a las finales de la división de 50 kilogramos en el XXIII Campeonato Mundial de Boxeo Aficionado inglés, sino porque se tronchaba el camino hacia la discusión del título y no podía ya, como aspiraba, superar el resultado de hace dos años.
La decisión favoreció a su contrario y a él lo dejó en bronce, la misma medalla que logró en el 2023 en Taskent, cuando una herida en la ceja le impidió seguir. Ahora las sensaciones son otras.
“El resultado fue para mí inesperado, creo que gané la pelea —confiesa vía telefónica el sierpense desde su nuevo hogar habanero—. Me sentí todo el tiempo por encima de mi contrario, quien se caía mucho para la lona, agarraba, fue un combate muy duro, era la primera vez que lo enfrentaba, pero me sentí ganador.
“Desde que fui para el Mundial quise cambiar el color de la medalla, que era lo que habíamos pensado junto a mi equipo de trabajo, mi entrenador, la tríada médica, pero no se pudo”.
Como el resto de los pleitos que debió enfrentar en la ciudad inglesa, el del kazajo terminó con votación dividida 1-4 y veredicto de 27-30, 28-29, 30-27, 28-29 y 28-29 en su contra. Para llegar a esa instancia, el camino fue también abrupto: 4-1 ante el húngaro Istvan Szaka y 3-2 vs. el turco Samet Gumus, lo que indica que siempre debió venir de abajo, aunque frente al kazajo la historia cambió un poco al ganar el primer round y perder los dos restantes.
“En las anteriores peleas, siempre perdí el primer asalto —apunta—, lo votaban a favor del contrario y tenía que salir a ganar segundo y tercero; como me sentía bien preparado, sacaba el extra y me llevaba las peleas”.
La sensación de que el arbitraje y los jueces le quitaron el pleito parece no ser exclusiva del espirituano: “Vi el arbitraje muy malo en toda la competencia porque varios equipos se quejaron y manifestaron que se cambiarían de la Asociación”, precisa.
Hay más. En palabras el director técnico de los Domadores de Cuba, Rolando Acebal, a los púgiles cubanos les afectó el componente de la preparación externa.
“Nos faltó un poco de roce internacional —reafirma Claro—, nos preparamos bien dentro del país, pero no pudimos hacerlo fuera como casi siempre y ese fogueo nos faltó, hacer los sparrings y esas cosas, pensábamos terminar los entrenamientos en China, pero no se logró”,
A la postre y pese a su inconformidad, el bronce tuvo un peso enorme al convertir a Claro en uno de los tres únicos boxeadores cubanos que lograron subir al podio en un Mundial en el que por primera vez Cuba se fue sin títulos, contadas las 22 ediciones anteriores organizadas por la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA/IBA), desautorizada por el Comité Olímpico Internacional. El actual campeonato es el primero de la World Boxing. Los otros dos bronceados fueron el bicampeón olímpico y cinco veces campeón mundial Julio César La Cruz y el titular olímpico de París 2024 Erislandy Álvarez.
Con 24 años, a Claro le deben quedar muchos mundiales si, como se espera, se mantiene como dueño de su división en Cuba. Por lo pronto, lo más próximo es su incursión en el boxeo profesional y lo más lejos, un sueño de años.
“Queda mucho por boxear. Ahora lo que viene es entrenar mucho más fuerte para poder llegar en buena forma a esos mundiales y, sobre todo, a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en el 2028”.
Lo inmediato es “firmar un contrato y en noviembre o diciembre tener ya mi primer combate profesional, que sería aquí en Cuba. Ya estamos trabajando con mi entrenador Carlos Pérez para ese boxeo que tiene otra exigencia: es más calmado, requiere golpes de fuerza. También mucha carrera aerobia, carreras largas, más asaltos de fuera de combate y muchos sparrings”.
Y vuelve a sopesar su bronce mundial. Repasa el pleito y decide salirse del ring inglés: “El deporte de combate es así, hay que saber ganar y perder y seguir pa’lante”.
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