Respirar magisterio (+video)

En un curso escolar cuyo reto mayor ha sido el hecho mismo de mantener las instituciones educativas abiertas, los trabajadores docentes escriben cada día páginas de heroísmo que deberemos recordar siempre

El aula es el sitio sagrado donde los educadores forjan a los profesionales del futuro. (Foto: Vicente Brito/Escambray)

Dice que no puede sin el aula. Que es un placer inmenso, casi como aspirar el aire que le da la vida; que sin ese intercambio de miradas con sus pupilos el mundo pierde razón de ser. Que es como un bálsamo penetrando en su alma, a manera de alivio, a medida que aprenden; que desafiar las complejidades del momento por enseñarles lo nuevo o verlos formarse como personas de bien se convierte en una gran victoria. Que no, que no se irá mientras tenga aliento para seguir haciéndolo. 

Jura que levantarse en pleno apagón y adelantar como puede sus quehaceres domésticos para llegar puntual será parte de su rutina mientras el desafío se imponga. Que resulta un orgullo, como lo es enfrentarse a una epidemia sin claudicar mientras tenga salud, lidiar con la escasez creciente o buscar soluciones para hacer más viables los contenidos. Se enfrenta a incomprensiones, pues no todos alcanzan a entender esa especie de sacerdocio, que va muchísimo más allá de cuidar y enseñar a los niños, adolescentes, jóvenes. 

El reto es, precisamente, que el curso no se haya detenido en medio de un panorama cercano a lo caótico; en eso difiere de la etapa de pandemia por covid, cuando las escuelas cerraron. Seguir en funciones sorteando situaciones familiares muchas veces adversas para la asistencia, la puntualidad y el rendimiento académico, los virus que enferman hogares y barrios enteros —incluyendo a educadores y educandos—; desafiar la insuficiencia de personal para cubrir la actividad docente, la escasez de medios y recursos.

Está consciente de que no todos agradecerán por igual, mas no trabaja por reconocimientos. Una fuerza mayor le empuja, casi le obliga a seguir y seguir, ahora en el III Perfeccionamiento educacional, que permite mayor autonomía de la escuela en cuestión.

Son 448 instituciones en toda la provincia, y su quehacer se multiplica en 6 749 docentes, que no alcanzan a cubrir mucho más del 66 por ciento de la plantilla total. Por eso otros le acompañan, como parte de las alternativas para que nadie se quede sin un maestro frente a su aula. 

Y el cuerpo en ocasiones emite señales de cansancio, y los ojos perciben la fatiga de horas y horas frente a libros, libretas y pantallas, en revisiones, calificaciones o en la búsqueda del mejor recurso. Porque innovar en un país sometido a un cerco económico, comercial y financiero brutal tiene más de arte que de ciencia, pero se niega a no crear.

Y allí está, en medio de un nuevo asombro, entre las miradas escrutadoras y las mentes fértiles de sus alumnos, en negación ante el facilismo y la mediocridad. 

Mañana, cuando el hoy sea pasado, cosechará los frutos, y a mitad de la calle, tal vez con un bastón y el pelo más encanecido aún, su orgullo se agigantará al ver al profesor, el doctor, el productor o el simple hombre culto y honesto. Entonces confirmará, como si apenas lo descubriera en ese instante, la certeza que ha tenido desde el día mismo en que lo decidió, todavía muy joven: valió mucho la pena desandar los caminos dulces y tortuosos del magisterio.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

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