Ser muy sensible, convertirse en un niño más y dar mucho amor (+fotos)

Son algunas de las cualidades que la máster en Ciencias Maida Valdés Valdivia atribuye a los educadores de la Primera Infancia, una profesión que ella conoce muy bien, pues le ha dedicado gran parte de su vida

Tras casi cinco décadas dedicadas a la educación en la Primera Infancia Maida Valdés asegura que volvería a escoger esta profesión una y mil veces.(Fotos: Gabriela Estrella Cañizarez/Escambray)

“Ver a esos niños tan pequeños que llegan a nosotros con apenas un año y salen de los círculos infantiles llenos de nuevos saberes y listos para continuar su etapa escolar con bases sólidas ha sido mi mayor satisfacción en este oficio”, asegura la máster en Ciencias Maida Valdés Valdivia, quien ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza en la Primera Infancia.

Asegura que esta profesión es la más bella y noble que pueda existir, sin olvidar los retos que impone trabajar con niños tan pequeños, los mismos que a diario enfrentan cientos de educadoras de esta especialidad, a quienes Maida exhorta no abandonar el aula nunca pues sus saberes son fundamentales para el desarrollo de los más pequeños de casa.

¿El magisterio llegó por vocación o por azar?

“En mi caso fue por azar, cuando estaba en la secundaria hicieron una captación para formarnos como educadoras de círculo infantil y fui seleccionada; algo que acepté pues tenía la visión de mi mamá que había trabajado en estos centros en el área de servicios y me alentó.

“Fue así como en 1974 me fui a Villa Clara para formarme en esta especialidad”.

Su nieto Claudio, quien no se separó de ella durante la entrevista, es testigo del amor que siente su abuela por esta profesión y puede presumir de recibir en casa sus valiosas enseñanzas.

¿Cómo fueron los primeros años en la vida laboral de Maida?

“Curiosamente, no comencé como educadora ya que en ese momento me incorporé a trabajar en el círculo infantil Verdes Primaveras como asesora docente, un cargo directivo, pues había necesidad de que comenzará en esa plaza; y luego me desempeñé en ese mismo rol en Lindos Capullitos.

“Pero sentía que necesitaba la práctica, estar en contacto directo con los niños era importante para mí; por ello, cuando se inauguró el círculo infantil Sueños de Rosas me fui a trabajar como educadora. Ese es un centro al que siempre he regresado, un lugar muy importante, pues fue mi prueba de fuego ante un aula.

“De ese lugar tengo los mejores recuerdos, allí viví momentos muy especiales y, por primera vez, impartí el grado preescolar, lo que supuso todo un reto para mí.

“Creo que Sueños de Rosas es como mi segunda casa, un centro que marcó mi desempeño profesional”.

Además de su etapa como educadora, Maida ha ocupado diversas responsabilidades, entre las que destacan su trabajo en la Dirección Municipal de Educación, donde se encargó de coordinar todo lo relativo a la Primera Infancia.

Y, luego, en la Dirección General de Educación de Sancti Spíritus se ha desempeñado como metodóloga integral que atiende lo relacionado al desarrollo de la comunicación, vinculado al correcto perfeccionamiento del lenguaje de nuestros niños.

Maida no se cansa y decidió reincorporarse tras su jubilación, después de más de 40 años de trabajo en la esfera educacional en la provincia.

“El magisterio es la profesión más bella que puede existir y en mi caso más, si se trata de la Primera Infancia”.

¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo?

“Me hace muy feliz ver que los niños tan pequeños que llegaron a nuestras manos salen unos años después listos para continuar su camino, preparados con sólidas bases que nosotros como educadores sembramos en ellos.

“Y también disfruto mucho contribuir a la formación de nuevos profesionales de la Primera Infancia, pues colaboro impartiendo talleres, preparando guías de estudio e integrando tribunales de evaluación a los estudiantes de cuarto año de esa especialidad en la Escuela Pedagógica Rafael María de Mendive. Creo que la formación de quienes en un futuro nos relevarán es muy importante”.

¿Qué características cree usted deben tener estos educadores?

“Hay que ser muy sensible, sentirse un niño más, pero, sobre todo, tenemos que poner mucho amor en lo que hacemos. Hay que trabajar para estimular correctamente a los pequeños, estar en armonía y comunicación constante con sus familias y comunidades.

“Tenemos que aprender de nuestros niños cada día, aprovechar que estamos en la etapa más sana e inocente de ellos para prepararlos para el futuro y contribuir a su formación”.

¿Qué es para usted el magisterio?

“El magisterio es la profesión más bella que puede existir y en mi caso más, si se trata de la Primera Infancia”.

Luego de casi cinco décadas de trabajo y con mucha experiencia sus espaldas, ¿qué puede decirles a quienes se forman como educadores de la Primera Infancia o para los que ya juegan ese rol?

“Que no tengan miedo, esta carrera los preparará para la vida y con lo que aprenderán en el camino van a poder, incluso, trabajar en otros niveles de enseñanza.

“Vivir en un mundo de niños es vivir en un mundo de fantasías y hoy cuando la provincia está muy necesitada de profesionales de esa especialidad los exhorto a que escojan esta profesión, pues es una inmensa satisfacción saber que estamos moldeando el futuro de nuestra sociedad”.

Gabriela Estrella Cañizares

Texto de Gabriela Estrella Cañizares

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