Trinidad y los huracanes en la historia

Esa villa también ha sido testigo de fenómenos naturales desde hace mucho tiempo, cuando estaba habitada solamente por aborígenes

En julio del 2005, Trinidad sufrió los embates de las ráfagas que acompañaban al ciclón Dennis. (Foto: Vicente Brito/Escambray)

Los ciclones tropicales son fenómenos naturales que se caracterizan por una circulación cerrada alrededor de un centro de baja presión que produce fuertes vientos y lluvias. Pueden ser muy peligrosos si no se toman medidas de antemano, ya que provocan daños graves en las viviendas, fuertes marejadas, inundaciones y deslizamientos de tierra.

Con el desarrollo de las tecnologías, junto a los medios informativos y las redes sociales, cada vez es más sencillo tener datos actualizados y necesarios de los huracanes. Cada día es más fácil detectar el momento de su formación, su trayectoria, su intensidad y las zonas que afectará a su paso.

El reciente paso del huracán Melissa por la región oriental de Cuba nos recuerda que debemos estar constantemente preparados e informados, pues la naturaleza no espera por nadie y puede ser muy devastadora en cualquier momento, a pesar de que hace años no afectaba al territorio nacional un ciclón tropical de esa magnitud.

Trinidad también ha sido testigo de este fenómeno de la naturaleza desde hace mucho tiempo, cuando estaba habitada solamente por aborígenes.

Ubicada en el Cacicazgo de Guamuhaya (nombre dado por los historiadores a la zona donde está ubicado el pueblo), Trinidad estaba habitada por algunas tribus, como son las de Manatiguaraguana, Caracamisa y Mancanilla. Al comenzar el azote de la tempestad se refugiaban, al igual que el resto de la indiada de Cuba, en cuevas.

En la orilla izquierda del río Guaurabo, por ejemplo, en dirección a Trinidad, hay una gruta que llaman La Cueva del Indio.  Ante el peligro ciclónico, los habitantes de la desembocadura del Guaurabo se introducían en ella y se trasladaban hasta una salida que existe en la llamada Lomita del Correo, en la esquina de las calles Gutiérrez y Guaurabo.

Más adelante, en 1527, cuando los conquistadores españoles ya estaban asentados, una fuerte tormenta azotó duramente la villa de la Santísima Trinidad. El conquistador y cronista Alvar Núñez Cabeza de Vaca relató la furia del viento y la lluvia al llegar dos navíos al puerto de La Trinidad, encabezados por el Capitán Pantoja y Vasco Porcayo de Figueroa, a fin de recaudar bastimentos para la futura expedición de conquista de La Florida dirigida por Pánfilo de Narváez

Fue de tal magnitud la tormenta, tanto en el pueblo como en el mar, que todas las casas e iglesias cayeron al suelo.  Los hombres caminaban abrazados unos de otros en grupos de 7 u 8, para poderse amparar de que el viento no los levantase por el aire.  Andaban entre los árboles sin perder el temor de que cayeran sobre ellos. En total, esta tormenta provocó la pérdida de 60 hombres y 20 caballos.

Sobre el hecho, Cabeza de Vaca anotó: “En esta tempestad estuvimos en peligro toda la noche, sin hallar parte ni lugar donde media hora pudiésemos estar seguros”. Esta es una de las primeras experiencias de los conquistadores españoles con estos fenómenos en el nuevo mundo.

Trinidad quedó arruinada, en situación tan triste, que en 1534 contaba con solo 15 habitantes. 

En octubre de 1812, otro terrible huracán azotó a la ciudad.  Tenía tal fuerza que derribó más de 500 casas de mampostería y tejas, y otras de guaso.  Dejó sin techo a unos 6 000 pobladores, recordando que la naturaleza puede derribar todo lo que está a su paso.

Para 1837, un nuevo huracán azotó a Trinidad. Derribó gran cantidad de casas y dejó un numeroso saldo de muertos y heridos, en particular en el puerto de Casilda.  Después de jornadas de mucho calor, se desataron abundantes chubascos y el 25 de octubre en la noche, fueron en aumento. 

El tiempo fue deteriorándose poco a poco, y al amanecer del día 26 hizo presencia el tenebroso huracán, iniciando su obra destructiva.  Sólidos edificios se tambalearon, otros cayeron. Varias edificaciones importantes fueron destruidas; el Convento de San Francisco —actual sede del Museo de la Lucha Contra Bandidos— se vino abajo, quedando solo la torre.  Las ermitas de Santa Ana y La Popa quedaron semidestruidas.

Toda la fuerza del huracán se volcó sobre Casilda.  Casi todas las embarcaciones ancladas en la bahía fueron destruidas. La mayor parte soltada de sus amarras y lanzadas contra los manglares cercanos y otras echadas a pique conjuntamente con su tripulación. Por doquier flotaban los restos de los navíos. Solo lograron mantenerse de sus amarras dos lanchas de guerra, aunque sufrieron graves averías. Cinco menores murieron aplastados por los derrumbes y resultaron gravemente heridas dos mujeres en esta zona.

En el campo se sucedieron inundaciones y resultaron ahogadas algunas personas, y muchas viviendas sufrieron desperfectos, incluso las haciendas de los ingenios, sus almacenes y barracones.  Esta tormenta se conoce como la de San Evaristo.

En julio del 2005, Trinidad sufrió los embates de las ráfagas que acompañaban al ciclón Dennis, que se trasladó por toda la costa sur, batiendo la misma.  Pasó por Cabo Cruz, provincia de Granma con categoría 4.  Continuó hacia el oeste en horas de la tarde en dirección a la ciudad de Cienfuegos, con vientos sostenidos de hasta 225 kilómetros por hora.  Siguió su recorrido por tierra firme hasta llegar a La Habana donde salió rumbo norte. 

Los vientos que sufrió Trinidad desprendieron la pesada glorieta del Parque de Céspedes que cayó al suelo, y el techo del Teatro Caridad voló hasta caer en la calle de Chiquinquirá. Muchas casas sufrieron daños, y otras, incluso, cayeron.

En el poblado de Casilda, el nivel del mar iba en ascenso y las aguas se apoderaban, poco a poco, de las calles. La fuerza de los vientos provocó daños en puertas, ventanas, techos e incluso la caída de árboles frondosos.

También en la península Ancón, varias instalaciones turísticas sufrieron severos daños, fundamentalmente, derrumbes de cubiertas, falsos techos, roturas de puertas, ventanas, cristalería y áreas exteriores.

La destrucción que dejó este huracán a su paso provocó que fuese considerado por muchos como el ciclón tropical más desastroso de la historia de Trinidad, dejando a sus habitantes, incluso, sin electricidad por casi tres semanas.

 Afortunadamente, no hubo pérdidas humanas gracias a la preparación de todos los habitantes y la actuación del Consejo de Defensa Municipal.

Son muchos los fenómenos meteorológicos que han afectado a Trinidad y a Cuba a través de la historia; pero, teniendo en cuenta las experiencias anteriores, hay que destacar que con una buena preparación, se evitan daños mayores.

Manuel Lagunilla González

Texto de Manuel Lagunilla González

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