El museólogo, acuciante investigador y eterno enamorado de Trinidad inauguró recientemente una exposición muy personal
En sus 70 años de vida y 50 de trayectoria profesional, Víctor Echenagusía Peña invoca a todos sus genios; artista, museógrafo, maestro de la conservación, ferviente defensor de Trinidad, la ciudad primero aprehendida y luego recreada en la obra de este hombre que hoy celebra A la callada manera.
A la familia y amigos regala entonces una muestra intimista que incluye dibujos, trabajos en diseño gráfico y fotografías, sus grandes pasiones junto a la empresa mayor, esa que le ha deparado, al decir del artista y amigo, Luis Blanco, “alegrías, desengaños, desvelos, recompensas, incomprensiones, heridas y fortalezas, como son y deben ser las relaciones con alguien que se quiere y con la cual se ha hecho un compromiso, al parecer para toda la vida: Trinidad”.
La exposición, inaugurada en la galería Tristá, propone una mirada en retrospectiva a su obra, incluida la que concibió en la intimidad de su hogar: “Esta ha sido una faceta menos conocida, pero que ha tenido una repercusión personal muy honda; hay dibujos de un preciosismo increíble, hechos a la pluma, hasta obras de un trazo más ágil, más nervioso quizás”, sostiene Víctor.
“Están también algunos trabajos inéditos, hechos para mis hijos y por ellos, y que nunca hubiera colocado en una galería a no ser en un día tan especial como este; otros forman parte de la gráfica que cubrió la visualidad de la villa en la década de los 70 y los 80 en todos los festejos populares”.
Y en ese proceso creativo, nunca desligado de su constante batalla por el patrimonio urbano de Trinidad y el del Valle de los Ingenios, transita Víctor por un mundo que tiene sus propias claves y lecturas. Con estas armas retoma una imagen recurrente, imprescindible a la vez.
 “Es un retrato del Che, un rostro que se repite e inspira a cualquier artista; yo leí las cartas que le hacía a su compañera, me adentré en el mundo de la selva boliviana, la agonía de la guerra. Entonces se reveló ante mí con una sonrisa y llamas en su cabellera. Por eso necesité hacer ese dibujo y estoy satisfecho”, confesó el artista.
“Es un retrato del Che, un rostro que se repite e inspira a cualquier artista; yo leí las cartas que le hacía a su compañera, me adentré en el mundo de la selva boliviana, la agonía de la guerra. Entonces se reveló ante mí con una sonrisa y llamas en su cabellera. Por eso necesité hacer ese dibujo y estoy satisfecho”, confesó el artista.
El catálogo de la muestra se prestigia, además, con las palabras de los artistas Luis Blanco y Ramsés Morales y la doctora Alicia García Santana, quien define de modo genial la propia filosofía de vida de Víctor, tenaz y diáfana, a la callada manera.
 Escambray Periódico de Sancti Spíritus
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