El guerrero de Masinicú

Alberto Delgado  fue el protagonista de una de las acciones más  brillantes de toda la gesta contra el bandidismo. Octubre de 1963. En la finca Masinicú, cerca de Trinidad, se presenta un nuevo administrador. El tipo es blanquito, chiquito y resabioso como él solo. Se proyecta con tremenda autoridad, blasfema

Escena del filme El hombre de Maisinicú, inspirado en la vida de Alberto Delgado.Alberto Delgado  fue el protagonista de una de las acciones más  brillantes de toda la gesta contra el bandidismo.

Octubre de 1963. En la finca Masinicú, cerca de Trinidad, se presenta un nuevo administrador. El tipo es blanquito, chiquito y resabioso como él solo. Se proyecta con tremenda autoridad, blasfema por cualquier cosa y da órdenes a diestra y siniestra.

La información les llega a los bandidos que operan en la zona a través de uno de sus colaboradores que trabajan en Masinicú, pero solo aguzan los oídos cuando escuchan la última parte del relato: “Se llama Alberto Delgado Delgado, es soldado retirado del Ejército Rebelde y se la pasa hablando mal del Gobierno”.

Desde entonces los enlaces de bandidos no paran en su lleva y trae entre aquel hombre enigmático y los jefes de bandas que rondan por el lomerío cercano. Alberto trata de ganar a toda costa su confianza, y ellos, mal que bien, lo aceptan pero con recelo.

RAZONES DE UNA INICIATIVA

A finales de 1963 en toda la zona de Guamuhaya se ha ido reduciendo el número de bandas como resultado de las constantes operaciones conjuntas entre los órganos de la Seguridad del Estado y las FAR, las que dirigen el accionar de algunas fuerzas regulares, sobre todo, de muchos contingentes de Milicias.

Pero los grupos armados y sus jefes eran por lo común veteranos experimentados, asesinos con muchas cuentas pendientes con la justicia, dispuestos a vender caras sus vidas; de ahí la necesidad de encontrar fórmulas que permitieran su captura incruenta.

Según refiere Emerio Hernández Santander, por entonces jefe del Sector F de la Seguridad del Estado en el Escambray, en el otoño de  1963, “por un plan que se había ideado entre Aníbal Velaz Suárez, delegado del Minint en Las Villas, y Luis Felipe Denis Díaz, jefe del Buró de Bandas Escambray de la Lucha Contra Bandidos (LCB) —ambos ya fallecidos—, se estaba pensando una fórmula para intentar reducir un poco el número de bajas, porque nosotros perdimos mucha gente en las operaciones en todo ese territorio.

“Como parte del plan ellos consultaron a La Habana la posibilidad de buscar un agente que se pudiera infiltrar dentro los bandidos y ver qué trabajo hacíamos para tratar de sacarlos del Escambray o cogerlos de alguna forma que no hubiera que utilizar la fuerza. “Entonces la Seguridad en La Habana escoge a Alberto Delgado, que era de San Pedro, y estaba en el Ejército Rebelde en la zona de Morón, pero ya se había licenciado de las Fuerzas Armadas y se encontraba viviendo en la casa de una hermana en La Habana”.

En esa vivienda conoce que su cuñado, Elio Pérez, era un activo conspirador contra el gobierno y que se relaciona con individuos que tienen contactos con los alzados en el Escambray. Esta información Alberto la traslada a la Seguridad y se inicia su labor como agente, subordinado a oficiales del Buró de Bandas de La Habana.

NACE UN AGENTE ESTRELLA

Fue Orlando Remedios el oficial designado por Luis Felipe Denis, para ir al parque Serafín Sánchez a recoger a un compañero que venía de la capital. “En el contacto que Denis hace con Alberto explorando las perspectivas que podía tener en relación con la lucha contra el bandidismo, ve que posee pleno conocimiento de las zonas de Trinidad y San Pedro, donde operaban muchos bandidos”.

“Entonces —plantea Emerio Hernández— se decide ubicarlo de  administrador de la finca Masinicú. Como el oficial operativo que atendía esa zona en el Sector F que estaba bajo mi mando era Longino Pérez Díaz, se le asigna a él la atención del nuevo agente”.

Entre Alberto y el mando surge entonces el proyecto de la Operación Trasbordo, consistente en facilitar “la salida hacia el extranjero” de los remanentes de las bandas que aún quedaban en el Escambray. En un viaje que hace a Sancti Spíritus conoce a Benilde Díaz, madre del ya fallecido comandante de bandidos Tomás San Gil.

Benilde le refiere a Alberto las dificultades que estaban afrontando los alzados en el Escambray, y él alega que tiene la posibilidad de sacarlos para los Estados Unidos por medio de un contacto con la CIA. Entonces el cabecilla Alfredo Amarante (Maro) Borges lo manda a buscar desde un campamento ubicado en Boquerones, en la zona de La Sierpe.

Alberto llega y es recibido por Maro. Delgado expone su plan, que contemplaba su regreso para poner a punto los preparativos de la salida, pero Maro no acepta y exige que Alberto se quede con ellos y partan inmediatamente a pie hasta las inmediaciones de Punta Alegre, desde donde serían “evacuados”.

Desde el día anterior, Emerio y Longino habían perdido contacto con su agente y, previa consulta con el mando de la LCB se decide acuartelar las tropas. “Y como al cuarto día, estando yo en la oficina, suena el teléfono, lo cojo y una voz me pregunta: ‘¿No me conoces?’, Le digo que sí y me dice: ‘Estoy en Morón’. Le pregunto: ¿cómo en Morón? y responde: ‘Sí, porque la familia que fui a buscar vino conmigo y los tengo aquí cerquita’. Asiento: está bien; pero, ¿dónde tú estás? ‘Estoy hospedado en el hotel tal, el teléfono es este…’.

“Le respondo: mantente ahí que alguien te va a ver hoy o mañana. Entonces llamé de inmediato a Aníbal a Santa Clara y le dije: oiga, Alberto está en Morón esperando órdenes porque tiene por ahí escondidos a un grupo grande de alzados. De inmediato Aníbal movilizó el dispositivo de la Operación Trasbordo.

EL VIAJE INAUGURAL

Sobre ese primer viaje, referiría luego Aníbal Velaz: “Nosotros habíamos alistado un guardacostas de nuestra Marina de Guerra (…), lo habíamos pintado de blanco, le habíamos modificado la tripulación buscando compañeros de piel muy blanca que tuvieran ojos claros; es decir, que parecieran americanos, y a su vez lo habíamos avituallado con bebidas y cigarros yanquis, y también con el bote auxiliar que necesitaríamos para efectuar la operación de trasbordo en el cayo.

“Estaba también preparada la avioneta que era la que avistaría a los bandidos y le haría señas al barco de que los bandidos se encontraban en el cayo designado”. Así partió la banda de Maro Borges. Según se observa en el filme El hombre de Maisinicú y describen Pedro Etcheverry y Santiago Gutiérrez en su libro Bandidismo, derrota de la CIA en Cuba:

 “Al llegar al barco, los alzados se manifestaban con euforia. En la cubierta se escuchaba una tenue música emitida por alguna estación de radio ‘del norte’ que, acompañada de chicles, whisky, bocaditos de jamón y queso y cigarrillos norteamericanos, creaba una atmósfera de placer, típica del modo de vida americano”.

A poco eran invitados a bajar de uno en fondo a las bodegas para someterse a desinfección, previa entrega de sus armas a los sonrientes y afables marineros. Ellos descendían de espaldas por la estrecha escalerilla, y al llegar abajo, encandilados en la penumbra, se les sometía e internaba en el pañol de municiones.

“Así —describe Emerio Hernández— se ‘sacó’ el primer grupo y, ya en el área de Villa Maristas, en La Habana, fueron retratados con sus uniformes de alzados y todas sus armas, y luego se les mandó la foto a los alzados en el Escambray”. Esto los convence y ahí es donde coordinan con Alberto para sacar en un segundo grupo el expolicía batistiano Julio Emilio Carretero Escajadillo y en un tercero a José (Cheíto) León.

Benilde Díaz recibiría a su vez una carta y una foto de Maro donde este aparecía en un ambiente playero y bebiendo cerveza, lo que no tardó en ser conocido por los remanentes de alzados, y reafirmó en ellos el deseo de salir del país a toda costa.

LA PARTIDA DE CARRETERO

Carretero no tarda en conocer por distintas vías, entre ellas una carta de Benilde, acerca de la “salida” de Maro y su grupo para los Estados Unidos. Luego Alberto le hace llegar la propuesta: si él quería, podía sacarlo del país. El bandido asiente, coordinan y se fija la salida para el 26 de marzo de 1964.

Alberto informa a sus superiores y, de inmediato, se reactiva la Operación Trasbordo, que esta vez incluirá un camión conducido por Efraín Acosta Filgueira, el agente Aguada, para sacar a los bandidos desde la finca Masinicú.

Pero en la fecha escogida un mal tiempo imprevisto provoca un fuerte oleaje en la zona de la cayería norte y Aníbal telefonea a Emerio Hernández y le dice: “Necesito que vayas a Trinidad e interceptes el camión en que van Aguada y Alberto para que no traigan la gente porque hay mar gruesa y la lancha no puede llegar al cayo”.

La Policía le facilita a Emerio un Ford Fairlane 500 con el cual “voló bajito” hasta la villa trinitaria y llegó a tiempo de interceptar ya en la línea, a poca distancia de su objetivo, al camión y sus tripulantes, a quienes detiene a sirenazos e increpa por supuestas violaciones del tránsito, momento que aprovecha para decirles que el viaje estaba suspendido y el porqué, para que se lo expliquen a Carretero.

El camión debía regresar de todos modos a Sancti Spíritus, con o sin el “pasaje”, porque no conocían la reacción del cabecilla. Emerio le advierte a Aguada que si viene vacío tire una cajetilla de cigarros estrujada frente a la Iglesia Mayor.

Aguada y Alberto cumplieron a las mil maravillas su cometido, al convencer a Carretero de la necesidad del aplazamiento y dejaron a su elección la nueva fecha de partida. Sin sospechar nada, él estuvo de acuerdo en repetir el intento el 28 de marzo, que, salvo lo del camión, se desarrolló más o menos en la misma forma exitosa en que había culminado la captura de Maro Borges y su cuadrilla de asesinos.

VALENTÍA A TODA PRUEBA

Gracias a Alberto Delgado y sus compañeros se había concretado una homérica hazaña, pero el sentido común aconsejaba no abusar de la suerte. Cuando Alberto va a La Habana, “Freddy”, su primer jefe, le insiste en que no vuelva a Masinicú, y lo mismo le ruegan Aníbal Velaz y Denis a su regreso a Sancti Spíritus.

Orlando Remedios recuerda así aquel hecho: “El día antes de que lo asesinen, se tiene un contacto con Alberto al que asistimos Aníbal, Denis, Longino y yo. Lo recogimos por la noche y lo llevamos para la Loma del Puerto, allí Aníbal le informa de que la operación contra Cheíto —su supuesta partida del país— no se iba a dar, porque había fuertes indicios de que a él lo podían matar”.

Pero Alberto tenía mucha confianza en sí mismo y no hubo forma humana de convencerlo, por lo que finalmente Denis le dio un voto de confianza y él regresó a Masincú empeñado en culminar su obra.

Además, estaba lo de la clave. “Cuando Carretero se va —apunta Emerio—, conviene con Cheíto León dos claves, una verdadera y una falsa. Si era atrapado daría a sus captores la no válida y así alertaría a sus compinches alzados.

“Carretero les dio una clave falsa a Aníbal y a Denis allá en Villa Maristas, donde lo tenían preso, y fue la que se usó en el mensaje radial transmitido por Radio Rebelde, suplantando a Radio Swan, que era la emisora de la CIA en Islas del Cisne, territorio de Honduras”.

CRÓNICA DE UNA MUERTE ADVERTIDA

Hernández rememora que la noche que los bandidos se llevan a Alberto, a eso de las 10:00 p.m. del 28 de abril de 1964, el oficial Longino lo llama a su oficina y le dice: “Oye, Emerio, se llevaron al chiquitico, y no con buenas intenciones”.

Emerio telefonea inmediatamente a Aníbal Velaz a Santa Clara y le da cuenta de lo ocurrido. Este le ordena que parta inmediatamente para Trinidad, a donde llega a eso de las doce y media de la noche. Allí se encuentra a Longino y a los tres o cuatro colaboradores que vivían por los alrededores de Masinicú y eran jornaleros de Alberto.

“Aníbal llegó a las dos o dos y media de la madrugada del 29 de abril y antes de las seis de la mañana él me dijo: ‘Coge el yipe’, y salimos”. El vehículo enfiló hacia la carretera a Cienfuegos, y cuando habían avanzado unos 3 kilómetros, Emerio ve de pronto a un muchacho de unos 14 o 15 años que se acerca corriendo pidiéndoles que paren. El chofer detiene el yipe y el joven señala para un montecito y les dice azorado: ‘Allí hay un hombre ahorcado en calzoncillos’.

“Yo —evoca Emerio— dejé el carro en la carretera, me tiré y Remedios se tiró detrás de mí volando, pero Aníbal, que usaba espejuelos adaptados y padecía de taquicardia, permaneció en el carro. Entonces Denis se quedó con él. Yo brinco la primera cerca, brinco la segunda y llego a donde estaba el cadáver, lo veo y le digo a Orlando: ‘Remedios, dile a Aníbal que sí, que es el hombre’.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

5 comentarios

  1. El que descubre a Alberto fué el Cordobés y casi nunca se habla de eso

  2. Realmente después de tanto tiempo he llorado recordando a todos mis hermanos que participaron con nuestro gran jefe Aníbal y con Denis todos hicimos lo que se pudo, honor a todos ellos y especialmente a el héroe de la operación Alberto delgado.
    Honor a quien honor merece.

  3. EMMA G. ACEVEDO FANEGO

    Queridos compañeros del periçodico Escambray, Presido el Club Pre Longevo «» Don Jose Ma. Lopez Lledin», aqui en La Habana, y he retomado con mi colectivo como segunda casa a Sancti Dpiritus. Visitamos con suma frecuencia los sitios históricos de esa provincia, hemos estado varias veces en la Hormiga y Gavilanes, ascendimos a Caballete , seguimos hasta la cima, visitamos Manacal y el Monumento de Alberto Delgado y es nuestro propósito en este año 2016 que viene participar en el Acto por el Aniversario del Asesinato del Guerrero de Masinicu. Esperamos verles por alla a Uds. tambien.

    Reciban nuestra consideracion y cariño,

  4. EMMA G. ACEVEDO FANEGO

    Queridos compañeros del periçodico Escambray, Presido el Club Pre Longevo «» Don Jose Ma. Lopez Lledin», aqui en La Habana, y he retomado con mi colectivo como segunda casa a Sancti Dpiritus. Visitamos con suma frecuencia los sitios históricos de esa provincia, hemos estado varias veces en la Hormiga y Gavilanes, ascendimos a Caballete , seguimos hasta la cima, visitamos Manacal y el Monumento de Alberto Delgado y es nuestro propósito en este año que viene participar en el Acto por el Aniversario del Asesinato del Guerrero de Masinicu. Esperamos verles por alla a Uds. tambien.

    Reciban nuestra consideracion y cariño,

  5. no es facil adaptarse al nomre de Guamuhaya, un ejemplo es este, se comienza con este nombre y despues durante el desarrollo del trabajo se escribe en tres ocasiones Escambray, para mi resulta evidente, que por muchos años que transcurran, la historia heroica que fue la lucha contra los enemigos de la Revolucion en ese lugar, estara siempre ligada al nombre de Escambray, como no participe en las comisiones que acordaron cambiarle el nombre, desconozco si se tuvo en cuenta esto.

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