Cuba frente al coronavirus: aplaudir por los anónimos

A partir de ahora una de las palmadas tendrá el nombre de mi primo, y mi familia toda, que siempre soñó con más médicos, podrá sentirse orgullosa de él.

Los médicos cubanos combaten el coronavirus en numerosos países. (Foto: Yaimí Ravelo)

Cuando mi familia acunó el sueño casi unánime de que fuera médico, yo ya había maquinado esto del periodismo y lo tenía entre ceja y ceja, atomizado en sangre. Mi riposta para los que me veían con el estetoscopio al cuello, por sencilla, no convencía a nadie: “Demasiados guajiros se han empinado ya en esta familia como médicos”. Y es una realidad, a golpe de inteligencia y sacrificio, y pan con “aguazúcar”del Período Especial mediante para algunos, entre primos y recontraprimos suman un estomatólogo, un ortopédico, un clínico intensivista, un ginecólogo, un especialista en Medicina Natural y Tradicional y un epidemiólogo.

Mi primo epidemiólogo no es un hombre de muchas palabras, y en el cansancio y la tensión por estar en la primera línea de fuego estos días encontró el escape perfecto para no conversar conmigo, para no narrar los pasajes de su cara a cara con la verdad, de la realidad interpuesta a los abrazos con sus niños.

Cuando esta tarde se puso al teléfono, me enfrió el cuerpo la certeza acompañante desde que empezó todo esto:

—¿Para qué país es?

—Angola, salgo mañana para La Habana y vuelo el próximo miércoles.

Sé que le dije que se cuidara, porque es lo que más repetimos en esta lucha de la autocomplacencia contra la incertidumbre, y no sé qué más le dije. Una hora sin hablar después de colgar el teléfono en la que el orgullo y la tristeza me carcomieron por igual, dejando siempre un recodo del alma a la esperanza.

No puedo mencionar el nombre de mi primo, ni dónde trabaja; es la forma de evitar que su regaño por estas líneas sea más fuerte de lo que será. Seguro él prefiere quedar en el anonimato como esos a quienes aplaudo con  mis vecinos cada noche cuando salimos a los portales para romper el silencio de la reclusión e inmortalizar en bullicio y chiflidos el cubaneo que no nos arrancará la pandemia.

He aplaudido por los médicos de mi familia, por mi tropa del preuniversitario que anda en la pesquisa puerta a puerta, por los médicos que siempre me han atendido, por los que no conozco, por los choferes, por las auxiliares de limpieza y las cocineras.

A partir de ahora una de las palmadas tendrá el nombre de mi primo, y mi familia toda, que siempre soñó con más médicos, podrá sentirse orgullosa de él.

Yo prefiero complacerlo con el anonimato y con no idolatrarlo, pasar inadvertido lo hará feliz: esto es lo que toca hacer. Sin que se entere, mis manos aplaudirán por él y estarán a la espera del regreso, prestas a abrazarlo otra vez.

Javiel Fernández

Texto de Javiel Fernández

Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *